El cáncer significa hacer frente a múltiples acontecimientos estresantes: el diagnóstico, los tratamientos, los efectos secundarios, las posibles recidivas, la incertidumbre y todas las situaciones sociales y emocionales que se generan. Todo lo cual se prolonga durante meses o años. Los recursos adaptativos de las personas afectadas se ven desafiadas en muchas ocasiones, sobre todo en quiénes son más vulnerables. La prevalencia de síntomas de ansiedad, depresión y malestar emocional afecta a la mitad de las personas afectadas, y un 30% puede presentar trastornos psicopatológicos..
El malestar emocional (distress) es la experiencia emocional desagradable que afecta al funcionamiento cognitivo, conductual, social, emocional y espiritual. Es un elemento capital para valorar la salud y el bienestar de los pacientes con cáncer. El nivel de malestar emocional puede aliviarse o exacerbarse en las distintas fases o momentos del tratamiento oncológico. A lo largo del tratamiento de radioterapia se encuentra que el 63% de los pacientes presenta malestar en algún momento del proceso, y alcanza niveles clínicos hasta en un 47% de los casos.
Los factores de vulnerabilidad principales para el malestar emocional son: ser más joven, soltero, con redes de apoyo social reducidas, menor nivel educativo, psicopatología previa, dificultades para el acceso a la asistencia médica, presentar efectos colaterales negativos por los tratamientos, y un peor pronóstico médico.
La ausencia de una adecuada valoración de las necesidades psicológicas de los pacientes con cáncer, implica un mal uso de los recursos asistenciales; por ejemplo, que los sanitarios sólo envíen al paciente al psicólogo o psiquiatra, cuando ven que el paciente está severamente ansioso, deprimido, con ideación suicida, o cuando ya tiene un alto nivel malestar emocional y se manifiestan conflictos familiares, o bien, simplemente, cuando el cáncer está muy avanzado y el médico se ve en la difícil situación de comunicar a los pacientes que se han agotado los tratamientos activos.
A pesar de la alta prevalencia de trastornos psicopatológicos y de síntomas de ansiedad y depresión, y de ser el malestar emocional uno de los efectos más evidentes de tener un cáncer, la evaluación y asistencia específica a estas necesidades psicológicas, es deficitaria, de modo que aunque la mitad de los pacientes de cáncer requieren algún tipo de intervención psicológica, sólo uno de cada diez accede a ella. Las dificultades para el acceso a la atención psicológica se deben a la insuficiencia de profesionales psicooncólogos. A la que se une un déficit en la detección del malestar emocional y la derivación a los dispositivos de atención, por la falta de entrenamiento del personal sanitario, la alta presión asistencial, y la ausencia de protocolos de derivación basados en instrumentos de detección o screening del malestar emocional. Artículo completo
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