jueves, 30 de mayo de 2013

Eficacia de las terapias psicológicas en los trastornos dermatolóticos

Las intervenciones psicológicas pueden ayudar a prevenir enfermedades de la piel como la psoriasis y la dermatitis atópica. Así lo revela un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Sheffield (Reino Unido).
El meta-análisis, publicado hace unos meses en la Revista Británica de Dermatología (British Journal of Dermatology), consiste en la revisión de 22 estudios sobre terapias psicológicas para mejorar los trastornos de la epidermis en adultos (se han excluido aquellos que contienen intervenciones psicoeducativas y terapias complementarias).
Los investigadores han encontrado que técnicas como la relajación, la terapia cognitivo-conductual y la inversión del hábito tienen un efecto positivo a medio plazo en los individuos que sufren enfermedades de la piel.
Asimismo, han hallado diversos factores que pueden influir en la eficacia de las intervenciones:
El tipo de enfermedad dermatológica: el análisis muestra que las intervenciones psicológicas son eficaces en enfermedades como la psoriasis y la dermatitis atópica, pero tienen un menor impacto en aquellas enfermedades de la piel que se acompañan de dolor.
La edad de la muestra: hay una relación inversamente proporcional entre la eficacia de las terapias psicológicas y la edad de los individuos, siendo menos eficaces en los adultos mayores.
El tiempo transcurrido entre el final de la intervención y el período de seguimiento: la cantidad de tiempo desde que termina la intervención hasta que comienza el seguimiento se relaciona con la aparición de pequeños síntomas, lo que pone de manifiesto la necesidad de acortar el espacio entre períodos de seguimiento, así como de realizar sesiones de refuerzo durante éstos.
Los resultados de este meta-análisis ponen de relieve la importancia de seguir realizando estudios sobre la eficacia de las terapias psicológicas en este tipo de enfermedades y de la implementación de las mismas para abordar estos trastornos.

FUENTE: Universidad de Sheffield

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