miércoles, 3 de diciembre de 2014

Dieta y emoción: psicofisiología de la alimentación emocional

La prevención de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se ha convertido en un imperativo en nuestra sociedad actual. El culto al cuerpo en aras de la delgadez y la belleza llevan a muchas personas a establecer objetivos de pérdida de peso no realistas, cada vez desde edades más tempranas. Las numerosas dietas de dudosa eficacia que nos ofrecen los medios de comunicación pueden conducir al desarrollo, no sólo de los bien conocidos TCA, sino también de nuevos y aún no oficiales trastornos como la bigorexia y la ortorexia. La obsesión patológica por una dieta sana contrasta con el empeoramiento de lo que denominamos como alimentación emocional.

 
La bulimia nerviosa (BN) se caracteriza por la presencia de grandes atracones de comida precedidos de un deseo irresistible por comer (craving) que, acompañados de la pérdida de control sobre la ingesta alimentaria, provocan fuertes sentimientos de culpabilidad. El ansia por la comida es una experiencia normal que nos mueve a buscar comida y a comerla finalmente, sin embargo, este estado motivacional se ha relacionado con los TCA.

Los factores que mejor explican la relación entre el ansia por la comida y la práctica de atracones son: el estado emocional negativo (p.e., la culpa) y la restricción alimentaria (p.e., dieta). El atracón puede ser utilizado por las personas con BN como un medio de distracción o alivio de sus estados de ánimo negativos (p.e., la ansiedad, la tristeza, el aburrimiento) y, a su vez, las emociones negativas pueden reducir la capacidad para mantener el control sobre la ingesta (p.e., el enfado). Las personas con BN buscan hacer dieta como un medio para evitar esos sentimientos negativos derivados tanto del consumo excesivo de comida, como de otros aspectos de su vida cotidiana (p.e., la frustración).

Las personas sin TCA que están a dieta consideran la comida como más agradable y atractiva que otro tipo de reforzadores. También se ha comprobado que en estas personas, la comida aumenta reflejos apetitivos como la salivación e incluso disminuye otros defensivos, como el reflejo motor de sobresalto (RMS) (Hawk, Baschnagel, Ashare y Epstein, 2004) y la respuesta cardiaca de defensa (RCD) (Rodríguez, Fernández, Cepeda-Benito y Vila, 2005).

La disminución de los reflejos defensivos es coherente con la hipótesis del priming motivacional (Lang, 1995), la cual predice que se observará inhibición de este tipo de reflejos cuando la persona se encuentre en un estado afectivo positivo. Por el contrario, se observará un aumento de los reflejos defensivos cuando la persona se encuentre en un estado afectivo negativo.

 
Curiosamente, los patrones de respuesta psicofisiológica en personas con BN son inversos a los de personas sin TCA en función del estado de restricción alimentaria (Drobes y cols., 2001; Mauler, Hamm, Weike y Tuschen-Caffier, 2006). Las mujeres con BN en ayuno disminuyen el RMS durante la visualización de imágenes de comida, comparadas con las mujeres con BN que comieron normalmente. Sin embargo, tras la ingesta de comida, estas mismas mujeres muestran un aumento del RMS ante las imágenes de comida.

El objetivo de nuestro estudio fue estudiar las relaciones existentes entre restricción alimentaria, emoción negativa y ansia por la comida, y su expresión fisiológica a través de la modulación emocional de dos reflejos defensivos (sobresalto motor y defensa cardiaca). Para ello, 72 mujeres con riesgo de padecer bulimia nerviosa fueron asignadas a dos grupos: 1) un grupo al que se inducía un estado de ánimo positivo, neutro o negativo mediante la presentación de imágenes agradables, neutrales y desagradables y, 2) un grupo en ayuno durante 6 horas o un grupo que comía justo antes del experimento. Se registraron la tasa cardiaca segundo-a-segundo y el electromiograma del músculo orbicular de uno de los ojos tras un estímulo auditivo.

Los resultados mostraron que las mujeres que no mantenían el ayuno, bajo un estado de ánimo negativo, aumentaban la RCD y el RMS ante las imágenes de comida. Estos datos indican que en mujeres con riesgo de padecer BN, la dieta lleva a una disminución del reflejo por estar asociada a la satisfacción de conseguir un objetivo deseado (el ayuno).

Según las teorías de la regulación emocional, la dieta tiene la función de reducir las emociones negativas provocadas por la comida. En consecuencia, las pacientes en ayuno se sienten mejor que las que han comido. Este alivio de los estados de ánimo negativos podría deberse a un mecanismo de aprendizaje por refuerzo negativo, de forma que, el ayuno prolongado proporciona una respuesta de escape por la disminución del estado de ánimo negativo asociado a la comida o a otras esferas de su vida. Por ello, era de esperar que las participantes del estudio que acababan de comer experimentaran un estado motivacional defensivo ante la comida (mayor defensa cardiaca y sobresalto motor).

En conclusión, nuestro estudio alerta sobre la necesidad de evitar hacer dieta en un momento de la vida desfavorable (p.e., estrés negativo), ya que el ansia por la comida y los estados motivacionales defensivos del organismo aumentarían y, con todo ello, la vulnerabilidad a desarrollar sintomatología bulímica y, en última instancia, la probabilidad de sufrir BN.

El artículo original en el que se basa este trabajo puede encontrarse en la revista Psicothema: Rodríguez, S., Mata, J. L, Moreno, S., Fernández, M. C., Vila, J. (2007). Mecanismos psicofisiológicos implicados en la regulación afectiva y la restricción alimentaria de mujeres con riesgo de padecer bulimia nerviosa. Psicothema, Vol. 19 (1), 30-36.




Sobre la autora:

Sonia Rodríguez Ruiz es Doctora en Psicología (con mención europea) y actualmente trabaja como profesora e investigadora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada.
 

FUENTE : INFOCOP

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