Desde 2011, AITANA ha venido organizando a nivel nacional el Symposium de Psicología Clínica con Niños y Adolescentes. La novedad para este año 2015 es que, por primera vez, tendrá lugar una edición internacional, durante la cual se pretende reunir a los principales expertos de la psicopatología, evaluación y tratamiento psicológico infantil, aplicado al área clínica y de la salud, con el propósito de actualizar y revisar el estado del área de la Psicología Clínica Infanto-Juvenil, dar la máxima difusión a las investigaciones en curso y plantear nuevas líneas de trabajo.
Entre los ponentes de este Congreso, se encuentra el doctor Peter Muris, profesor de Psicopatología del Desarrollo en la Facultad de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Maastricht.
Peter Muris realizó su tesis doctoral sobre estilos de afrontamiento y ansiedad en la Universidad de Amsterdam tras completar su posgrado en Ciencias de la Salud Mental.
Posteriormente, regresó a Maastricht como profesor y completó su formación clínica como terapeuta cognitivo conductual. En 2004, obtuvo la cátedra de Psicología Clínica en la Universidad Erasmus de Rotterdam y, desde 2011, trabaja en la Universidad de Maastricht.
Su investigación se centra en la tradición experimental psicopatológica, la psicopatología del adolescente y en el estudio de trastornos de ansiedad específicos. Ha publicado más de 350 artículos científicos y ha impartido conferencias invitadas en más de 30 congresos. Es editor asociado de las revistas Journal of Child and Family Studies, Child Psychiatry and Human Development, y Journal of Experimental Psychopathology.
Con motivo de su participación en este evento, el profesor Muris ha concedido una entrevista al grupo AITANA, que reproducimos a continuación.
ENTREVISTA
En primer lugar, profesor Muris, queremos darle las gracias por aceptar la invitación a realizar esta entrevista. Su investigación se ha dirigido al estudio de la tradición experimental psicopatológica centrada en niños y adolescentes, en particular, en los trastornos de ansiedad. ¿Qué hizo que despertara su interés por los trastornos de ansiedad?
Puesto que cursé estudios de magisterio de primaria, siempre tuve interés por los niños, en particular por los que presentaban un comportamiento anormal. Trabajar con jóvenes diagnosticados con trastornos de comportamiento perturbador despertó mi interés por los niños y adolescentes con problemas interiorizados, como son el miedo y la ansiedad. Supongo que puede deberse a que yo mismo fui un niño ansioso, preocupado con frecuencia con que me sucediera algo malo a mí o a mi familia. Durante mi formación universitaria, empecé a aplicar la perspectiva de la psicopatología experimental en mis investigaciones gracias a mis supervisores. Me interesaba especialmente la forma en que éstos trataban de conocer mejor la etiología de la conducta humana anormal mediante experimentos ingeniosos, manipulando cuidadosamente los factores que podían desempeñar un papel clave. Estas investigaciones estuvieron inspiradas en los trabajos de Watson y el estudio del pequeño Albert Rayner, que - aunque actualmente no es un procedimiento ético – probó que el miedo a los animales se puede instaurar en los niños a través de condicionamiento clásico.
En lo que respecta a la etiología y desarrollo del miedo infanto-juvenil, ¿cuáles son, en su opinión, los principales factores subyacentes de esta problemática?
Los trastornos de ansiedad y las fobias tienen un origen multicausal. Es evidente que los factores genéticos son relevantes, pero hay también variables ambientales implicadas. Sabemos que la presencia de factores genéticos sólo puede demostrarse por medio de la investigación del comportamiento genético, pero también se puede estudiar indirectamente mediante la investigación de variables que tienen una base genética, como el temperamento del niño. Mi propia investigación se ha centrado en la inhibición conductual, tendencia habitual de los niños ante la ansiedad, y el escape cuando se enfrentan a estímulos y situaciones nuevos, que han demostrado ser predictores consistente para el desarrollo de problemas de ansiedad en jóvenes. En cuanto a las variables ambientales, en el caso de los problemas de ansiedad y miedo, los procesos de aprendizaje como el condicionamiento, el modelado de los padres, y la transmisión de información negativa son especialmente importantes. Los niños desarrollan el miedo y la ansiedad después de experiencias negativas con estímulos y situaciones concretas, al haber observado que otros reaccionan con miedo a estos estímulos y situaciones, o tras conocer que dichos estímulos y/o situaciones entrañan peligro, a través de otras personas o los medios de comunicación, como la televisión e internet.
En el I Congreso Internacional de Psicología Clínica y de la Salud con Niños y Adolescentes usted presentará una ponencia sobre psicopatología del desarrollo de la ansiedad en la adolescencia. ¿A qué tienen miedo los adolescentes? ¿Es una problemática con alta prevalencia durante la adolescencia?
La prevalencia de las fobias y los trastornos de ansiedad es alta: aproximadamente 1 de cada 10 jóvenes cumple con los criterios de diagnóstico de este tipo de psicopatología en algún momento de su vida. Esta cifra hace que los trastornos de ansiedad sean uno de los problemas de salud mental más frecuentes en niños y adolescentes. En la adolescencia un porcentaje considerable de estos jóvenes presenta también depresión como trastorno comórbido.
En la actual edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) las fobias y trastornos de ansiedad están clasificados de acuerdo con su edad de aparición. Los trastornos de ansiedad por separación, mutismo selectivo y fobias específicas se inician a una edad temprana, por lo general antes de los 10 años. Durante la adolescencia, la fobia social y - un poco más tarde-, el trastorno de ansiedad generalizada son los más frecuentes. Desde el punto de vista del desarrollo, a menudo la ansiedad y los miedos reflejan los desafíos asociados con cada etapa vital. Por ejemplo, la adolescencia es el período en el que el joven comienza a separarse de los padres e intenta relacionarse más con sus compañeros. Por diversas razones (por ejemplo, responsabilidad genética, temperamento inhibido, experiencias negativas, como ser víctima de burlas), algunos jóvenes tienen dificultades para superar este desafío y desarrollan miedo (social) y ansiedad.
Los padres tienen un papel fundamental en el desarrollo cognitivo y emocional de sus hijos. De acuerdo con los hallazgos de sus investigaciones, ¿de qué manera contribuyen los miedos paternos en los de los hijos? ¿Influyen por igual los miedos de la madre y los del padre en los niños?
Los padres ansiosos transmiten sus propios miedos a sus hijos a través del modelado y de la transmisión de información negativa. Además, también son propensos a mostrar comportamientos de crianza sobreprotectores, que aumentan la conciencia de amenaza en su hijo, reducen su nivel de percepción de control, y promueven los comportamientos de evitación. La mayoría de las investigaciones se han centrado en los efectos directos de tales conductas parentales en la emoción de los niños (es decir, el miedo y la ansiedad), pero, recientemente, nuestro equipo de investigación ha llevado a cabo estudios para explorar los efectos de los padres en los procesos cognitivos de los niños. A través de ellos hemos sido capaces de demostrar que los padres transmiten sesgos cognitivos a sus hijos. Estos sesgos están relacionados con una distorsión en el procesamiento de la información relacionada con amenazas o peligros, y pueden desempeñar un papel importante en el mantenimiento y la exacerbación de los problemas de ansiedad en niños y adolescentes.
La literatura científica indica que la culpa y la vergüenza se asocian con trastornos psicopatológicos. Sin embargo, la mayoría de estos estudios han sido llevados a cabo con adultos. Recientemente, usted y el Dr. Meesters han revisado el estado de esta cuestión en niños y adolescentes. ¿Podría hablarnos brevemente sobre estas dos emociones y su impacto sobre la ansiedad en la etapa infanto-juvenil?
Los trastornos de ansiedad están particularmente relacionados con las emociones primarias de miedo y ansiedad, que sirven para proteger al niño de amenazas y peligros. Básicamente, el miedo y la ansiedad preparan para llevar a cabo comportamientos de afrontamiento o huida, lo que aumenta las posibilidades de supervivencia. Recientemente, se ha demostrado que las emociones secundarias también son relevantes para los trastornos de ansiedad. Las emociones secundarias de culpabilidad y vergüenza ayudan a las personas a desenvolverse exitosamente en el entorno social. Al mostrar un comportamiento inapropiado o sancionable en presencia real o imaginaria de los demás, los sentimientos de remordimiento y arrepentimiento impulsan al individuo a implicarse en otros comportamientos interpersonales compensatorios. La culpa, que se relaciona con la evaluación negativa de un comportamiento específico ("Me equivoqué"), motiva a la persona a involucrarse en comportamientos reparadores, como pedir disculpas e intentar solucionar los problemas asociados a la situación. Por su parte, la vergüenza, que se caracteriza típicamente por una evaluación negativa del yo ("Lo hice mal"), conduce a la sumisión y la evitación, y, a veces, a sentimientos de hostilidad y represalias. Teniendo en cuenta esto, no es sorprendente que los estudios están demostrando que los jóvenes que son propensos a mostrar vergüenza, son más susceptibles a la ansiedad que los jóvenes con baja propensión a la vergüenza.
¿Qué tipo de intervenciones han demostrado ser más eficaces para el tratamiento de la ansiedad/miedo durante la adolescencia?
Aquí la palabra clave es la exposición: los niños y adolescentes ansiosos no deberían evitar el estímulo o situación que temen, sino enfrentarse a lo que les produce ansiedad. De esa manera pueden aprender que muchas cosas que temen que ocurran, en realidad no van a suceder. Los pensamientos que generan ansiedad también pueden ser corregidos, ya sea a través de la terapia cognitiva tradicional (es decir, la reestructuración cognitiva) o mediante paradigmas de modificación de sesgo (es decir, programas computarizados que intentan cambiar el procesamiento de la información sobre amenazas relacionadas en el niño). Por otro lado, las intervenciones cognitivo-conductuales de tercera generación, como la terapia de aceptación y compromiso (ACT), no tienen como objetivo modificar los pensamientos, sino crear distancia con respecto a los pensamientos ansiosos.
Teniendo en cuenta la influencia de los padres en el desarrollo de los miedos infanto-juveniles, ¿son los padres una pieza clave en la intervención cognitivo-conductual de esta problemática? ¿De qué manera pueden ayudar los padres durante el tratamiento?
Dado que los padres juegan un papel importante en la etiología de los problemas de ansiedad de los niños, parece lógico implicarlos en la intervención. Sin embargo, aunque sin duda hay estudios que muestran que la participación de los padres en el tratamiento de niños ansiosos produce resultados más positivos, también hay investigaciones que muestran precisamente todo lo contrario, indicando que la participación de los padres produce un menor efecto positivo. Por ejemplo, cuando un padre es muy ansioso dificulta que el niño pueda llevar a cabo los ejercicios de exposición correctamente.
En Psicopatología Infanto-Juvenil los trastornos de ansiedad son uno de los problemas psicológicos más prevalentes. Actualmente, la terapia cognitivo-conductual (TCC) es el tratamiento de primera elección, no obstante la farmacoterapia, y concretamente los antidepresivos, puede ser una alternativa viable o adyuvante de la TCC. El uso de fármacos durante la infancia y adolescencia es un tema controvertido. Desde su experiencia, ¿qué opina del uso de antidepresivos u otros fármacos para el tratamiento de la ansiedad en niños y adolescentes?
Efectivamente, la TCC es la primera opción de tratamiento para los niños y adolescentes con trastornos de ansiedad. Sin embargo, cuando los niveles de ansiedad son extremos y hay comorbilidad con depresión, el uso de medicamentos antidepresivos (preferentemente, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina-ISRS) están bien indicados. En nuestra clínica vemos una gran cantidad de estos casos extremos, y la combinación de medicación y la TCC es muy habitual. Como tratamiento independiente, la medicación sin TCC no se recomienda puesto que los niños tienden a recaer una vez que finaliza el tratamiento farmacológico.
Por último, ¿de qué manera su presentación puede contribuir a la comprensión e intervención en la psicopatología del desarrollo y experimental de la ansiedad en la adolescencia?
Confío en que mi conferencia ofrezca a los asistentes una buena actualización de la investigación más reciente en el campo de los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes. Espero proporcionar una perspectiva del desarrollo y experimental de la psicopatología sobre la etiología de estos problemas, y también mostrar cómo la investigación está aportando nuevas pistas para mejorar los tratamientos.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario