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La terapia cognitivo-conductual (TCC) de delirios y alteraciones perceptivas tiene como objetivo aliviar el sufrimiento asociado a los síntomas y desarrollar el funcionamiento personal y social, comprendiendo las experiencias psicóticas en el contexto biográfico de la persona. Los componentes más efectivos son la modificación de creencias, la potenciación de estrategias de afrontamiento, las técnicas de exposición y el entrenamiento en habilidades.
Presentamos la adaptación de TCC en una paciente de 40 años diagnosticada de trastorno dismórfico delirante (F22.8, CIE-10) y derivada a tratamiento psicológico tras más de un año refractaria a los psicofármacos. La clínica principal implicaba una autopercepción corporal deformada (bultos en el cuerpo), repercusión emocional y deterioro socio-personal severos.
Percibirse con un "buen cuerpo" siempre la había ayudado a sentirse segura en las relaciones sociales y el trabajo. Previo al inicio del cuadro sufrió una depresión secundaria a una ruptura sentimental que atribuyó a un físico imperfecto.
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En este contexto de vulnerabilidad un problema de salud que derivó en una serie de procesos inflamatorios desencadenaría la percepción de deformación. Esta preocupación supuso cambios importantes: baja laboral, autonomía personal reducida, inactividad, aislamiento y evitación social por temor a ser vista. Adoptó un estilo de comportamiento depresivo favorecedor del mantenimiento de la sintomatología ansioso-depresiva y psicótica.
Objetivos terapéuticos
Fase pre-tratamiento
Fase tratamiento
Permite identificar el significado psicológico asociado a las creencias delirantes, considerándolas como "verdaderas" y explorando las consecuencias temidas. Se usan preguntas como: qué pasaría, en qué se traduciría, qué supondría o significaría, qué consecuencias habría si tales ideas coincidieran con la realidad. Las respuestas aportadas son de nuevo cuestionadas con el mismo tipo de preguntas, hasta identificar alguna creencia disfuncional/nuclear: "tengo que gustar a la gente", creencia exigente y poco realista que dificultaba una vida social activa (con el cuerpo "deformado" no podía gustarle a nadie).
Útil para quienes "exigen" ausencia de sufrimiento antes de empezar a funcionar. Se les plantea que a pesar de que éste no desaparezca, pueden optar por adaptarse y seguir adelante con su vida.
La paciente fundamentaba su deformidad en que “veía” su cuerpo deformado. Propusimos emplear otra modalidad sensorial, la táctil y con una botella de plástico hicimos este ejercicio:
Esta discrepancia ("mi cuerpo está deformado visualmente, pero no al tocarlo") progresivamente potenció la convicción en la explicación alternativa ("esto es de mi mente").
Fase de seguimiento
Los resultados fueron favorables, con remisión completa de los síntomas psicóticos y normalización de la ansiedad/depresión. Funcionalmente recuperó la actividad laboral y social. En seguimiento, las ganancias se mantuvieron a los 24 meses.
Los tratamientos psicológicos basados en la evidencia deben constituir un componente básico en el plan terapéutico de personas con trastornos psicóticos. Enfoques centrados en la persona, en su recuperación y no únicamente en la eliminación de síntomas ofrecen una visión esperanzadora.
El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicología Educativa:
Cuevas-Yust, C., Delgado-Ríos, P., y Escudero-Pérez, S. (2017) Cognitive-behavioural therapy and recovery of a delusional dysmorphophobia case. Psicothema, 29, 23-28. También accesible en; http://www.psicothema.com/pdf/4358.pdf
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FUENTE: INFOCOP
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