La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, entendidos como derechos inalienables e indivisibles de los derechos humanos”. Así lo afirma un artículo publicado en la revista Gaceta Sanitaria bajo el título “La violencia obstétrica: una práctica invisibilizada en la atención médica en España”, a través del cual se aborda este tipo de conductas realizadas por profesionales de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el posparto, “que por acción u omisión son violentas o pueden ser percibidas como violentas”. Esta praxis “deshumanizante” -que, en palabras de sus autores, constituye un problema de Estado y de salud pública en varios países del mundo, entre ellos España-, engloba actos no apropiados o no consensuados (por ej., obligar a parir en una determinada posición o medicalizar de forma excesiva, innecesaria o iatrogénica pudiendo derivar en graves complicaciones), así como violencia psicológica que implica tratar a las usuarias de un modo “infantil, paternalista, autoritario, despectivo, humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con vejaciones”. |
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A pesar de su gravedad y de los elevados costes económicos y sociales que conlleva, este tipo de violencia continúa siendo desconocida, tanto por las usuarias como por los y las profesionales de la salud, pudiendo en ocasiones, subestimarse bajo síndromes de depresión posparto o estrés postraumático. De acuerdo con los autores del artículo, esta invisibilización puede deberse a varios motivos, tales como:
Dado lo anterior, y en aras de mejorar la calidad asistencial de las usuarias, los autores del artículo proponen nuevos modelos formativos en la atención a la salud de las mujeres, orientados a concienciar a los y las profesionales sobre esta “violencia institucional” mediante un enfoque de género, ofreciendo herramientas de conocimiento y detección, así como de control de estrés laboral, incluyendo protocolos que no sean invasivos, dolorosos ni arriesgados, fomentando el diálogo fluido entre profesionales y usuarias, e implementando un plan de parto que respete “plenamente la autonomía de las mujeres” y promueva un parto humanizado y con un trato respetuoso. Fuente: Rodríguez Mir, J., y Martínez Gandolfi, A. (2021). La violencia obstétrica: una práctica invisibilizada en la atención médica en España. Gaceta Sanitaria, 35: 211-2 |