El alcohol es uno de los principales factores de riesgo de carga de enfermedad y, además de ser una sustancia adictiva que puede ocasionar dependencia, contribuye al desarrollo de múltiples problemas de salud y lesiones. Así lo advierte la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, en su primera edición de la Monografía de Alcohol del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, un documento a través del cual recoge la información más relevante sobre el consumo de alcohol en España y sus consecuencias. Tal y como señala la DGPNSD, el consumo de alcohol es el 4º factor de riesgo de pérdida de salud (Años de Vida Ajustados por Discapacidad-AVAD) en nuestro país, ocupando la 2ª posición en mujeres y la 5ª en hombres. Asimismo, fue causa de 15.489 muertes anuales durante el periodo 2010-2017, el 74% en hombres y, en el 55,7% de los casos, prematuras (antes de los 75 años). | | Foto: cottonbro Fuente: pexels Fecha descarga: 05/01/2021 |
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Partiendo de la premisa de que para poder reducir los daños producidos por el consumo de alcohol es fundamental llevar a cabo un abordaje intersectorial (para el cual es necesario contar con el análisis de los datos y el conocimiento disponibles), se ha publicado esta monografía, cuyo objetivo es recopilar mucha de la información actualizada procedente de diversas fuentes -entre ellas, los sistemas de información del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA)-, en aras de ofrecer una visión global de las características, evolución y consecuencias del consumo de alcohol en diferentes poblaciones que permita apoyar el diseño y evaluación de políticas dirigidas a prevenir el consumo de alcohol y los problemas asociados. A continuación, recogemos las principales conclusiones del estudio: En España hay un elevado consumo de bebidas alcohólicas con notables consecuencias a diferentes niveles. A este respecto, el alcohol supone en nuestro país un importante factor de riesgo de carga de enfermedad y mortalidad, en un contexto social en el que su consumo está normalizado y banalizado. De acuerdo con los datos, el alcohol es, con diferencia, la sustancia psicoactiva más consumida por la población general en todas las edades. El consumo se relaciona de forma inversamente proporcional con la edad (a mayor edad menor consumo). El informe manifiesta una preocupación especial ante la vulnerabilidad de los y las jóvenes a los efectos del alcohol. El 77,9 % de los y las estudiantes de 14-18 años reconoce haber consumido alcohol alguna vez en la vida y el 58,5% en el último mes. En la mayoría de los casos, el consumo se produce en forma de episodios de consumo intensivos como borracheras o binge drinking. Se registra un incremento en la prevalencia de borracheras en estudiantes de 15-16 años por encima de la media europea. En esta línea, el fenómeno del botellón está íntimamente asociado a los episodios de consumo intensivo y muy extendido entre la población más joven, asociándose, en numerosas ocasiones, a los riesgos relacionados con los efectos directos del alcohol sobre la propia fisiología y desarrollo neurológico, y con determinadas conductas de riesgo (por ej., conducir bajo los efectos del alcohol o viajar como pasajero en un vehículo conducido por alguien bajo los efectos del alcohol, verse implicados en una pelea o agresión o mantener relaciones sexuales sin preservativo). El consumo de alcohol tiene una perspectiva de género: si bien en la población general el consumo de alcohol es mayor en hombres, entre los y las estudiantes de enseñanzas secundarias son las mujeres quienes consumen más, y presentan más episodios de consumo intensivo (la prevalencia de borracheras es más elevada en las estudiantes de 14 a 18 años y los episodios de binge drinking son mayores entre las jóvenes de 14-15 años), por lo que la DGPNSD considera esencial reforzar esta perspectiva en los programas preventivos dirigidos a menores. El informe considera clave considerar la edad de inicio de consumo a la hora de dirigir las actividades preventivas. La edad de inicio de consumo de alcohol es a los 14 años, muy por debajo del límite de edad autorizado y con poca variación a lo largo de los años. Actualmente hay una elevada disponibilidad de alcohol en nuestra sociedad, también para los y las menores de edad. Asimismo, existe una baja percepción de riesgo por consumo de alcohol entre los y las estudiantes. El consumo entre la población general de 15-64 años continúa siendo muy alto. Se detecta un cambio en el patrón de consumo: el consumo tradicional diario lo realizan las personas mayores de 64 años. Un tema considerado de especial relevancia en el documento es el consumo de alcohol durante el embarazo, por las importantes consecuencias asociadas como los Trastornos del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). La DGPNSD considera que las cifras actuales (el 1,2% de las mujeres reconoce haber consumido alcohol estando embarazadas) están claramente infraestimando este preocupante fenómeno que requiere de una mayor profundización. Los datos apuntan a un descenso en el consumo de bebidas alcohólicas en ambos sexos en 2020 -especialmente el consumo intensivo entre los y las jóvenes-, coincidiendo con la irrupción de la COVID-19 y las medidas restrictivas impuestas para frenar su expansión. Si bien la DGPNSD considera que aún es pronto para determinar el impacto a largo plazo de la pandemia en los patrones de consumo, estos datos parecen reforzar la idea de que las medidas de prevención ambiental que disminuyen la oferta y disponibilidad, son eficaces para reducir el consumo de alcohol, principalmente entre jóvenes y menores. Con respecto al consumo de riesgo, el 18,6% de la población de 15-64 años presenta un consumo de alcohol por encima del nivel considerado de bajo riesgo. De igual modo, se estima que el 5,2% de la población de 15-64 años estaría realizando un consumo de riesgo de alcohol, registrando mayores cifras los más jóvenes y los hombres si bien la diferencia entre sexos es mucho menor en el grupo de 15 a 24 años. Las más importantes consecuencias de consumir alcohol son: el desarrollo de dependencia, las urgencias relacionadas con su consumo y la mortalidad asociada y atribuible. A este respecto, el informe recoge una serie de datos, entre ellos, los siguientes: El alcohol es responsable del mayor número de admisiones a tratamiento dentro de la red de atención a drogodependencias y adicciones en nuestro país, con una tendencia en ascenso y alcanzado las 27.209 personas en 2019. Aunque únicamente se registra cuando aparece junto con otra sustancia, se relaciona con el 40% de los episodios de urgencias hospitalarias por consumo de drogas (mayoritarias entre los y las menores de 25 años). Es una de las sustancias más detectadas en los análisis toxicológicos de los fallecidos con intervención judicial relacionados con el consumo intencional de sustancias (39,7% de los casos. Del total de las muertes registradas en nuestro país, el 4% fueron atribuibles al alcohol, evidenciando, en palabras de la DGPNSD, que sigue representando una carga importante de enfermedad y muerte.
El informe concluye afirmando que tanto el consumo de alcohol en España como sus consecuencias son un importante problema de salud pública sobre el que es necesario intensificar los esfuerzos de las políticas públicas y las iniciativas, planes y programas de prevención y atención. Asimismo, recuerda que el daño producido por el alcohol es directamente proporcional al nivel de consumo y no existe un nivel libre de riesgo. A este respecto y con el fin de reducir la carga de enfermedad asociada, es trascendental disminuir el consumo de la población. Como se indica en párrafos anteriores, este documento pretende contribuir a dicho proceso, planteando para ello un abordaje intersectorial y esperando que la información recogida a lo largo de sus páginas sea de utilidad para todos los actores implicados, con la posibilidad de actualizarse periódicamente. Fuente: Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Monografía alcohol 2021. Consumo y consecuencias. Madrid: Ministerio de Sanidad. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, 2021. 109 p. |