miércoles, 7 de agosto de 2013

El relato torcido de los suicidios

“¡Mirad lo que me habéis hecho. Me lo habéis quitado todo!”. Ése fue el grito de una mujer de 47 años minutos antes de prenderse fuego el 18 de febrero en el interior de la Caja Rural del municipio de Almassora, (Caste­llón) entidad que iba a desahuciarla de su hogar. Sepa­rada, con tres hijos, decidió prenderse fuego ante la desesperación de quedarse en la calle. Al cierre de esta edición, esta mujer se encontraba ingresada en el hospital de la Fe de Valencia con quemaduras que afectan a más del 48% de su cuerpo. ¿Ese es todo el relato posible?

Culpa, soledad y angustia

Según cuenta Irene, psicóloga de apoyo en PAH Madrid, “en teoría, claro que la angustia, el sentimiento de culpa y la sensación de frustración del proyecto de vida pueden llevar a algunas personas con amenaza de desahucio a suicidarse”. No obstante, la psicóloga y activista advierte de que “no se puede hablar de una relación causa-efecto directa, para empezar porque no hay estadísticas específicas” que relacionen suicidios con desahucios. Según la serie estadística del INE, que llega hasta 2009, el mayor punto de muertes por suicidio en España se registró entre 1996 y 1998 y muestra por tanto poca coincidencia con los ciclos económicos.

Aunque se pudiera demostrar una relación directa, la narración de lo ocurrido rara vez coincide con lo plasmado en un primer momento en los medios. Por ejemplo, la mujer que se quemó en Castellón había perdido a su primer marido en un accidente de coche, hecho que pudo tener que ver (o no) con su decisión de prenderse fuego, pero que no encajaba en el relato difundido.

El caso del matrimonio de Ma­llorca que decidió poner fin a sus días el pasado 16 de febrero puede estar más claro. El hombre contaba con 68 años y su mujer tenía 67. Ambos habían recibido una comunicación de desahucio. Antes de quitarse la vida la pareja dejó una carta exponiendo los motivos por los que habían tomado esa decisión. Fue el hijo del matrimonio el que encontró a sus padres muertos.

No obstante, el llamado efecto Werther pudo haber tenido un peso en la decisión. Esta teoría es rechazada por algunos psicólogos, pero en su premisa –la decisión puede surgir por un efecto de imitación– subyace el no tratamiento tradicional de los suicidios en la prensa.

Lejos de esa tradición, dos días antes del suceso de Mallorca, un hombre de Castellón se quitó también la vida y la prensa lo relacionó con su inminente desahucio. Esa misma semana, el 13 de febrero, otra persona, transportista de profesión, se quitaba también la vida ante la amenaza de perder su casa. Tenía 46 años y se suicidó en su vivienda, en el barrio de los Ángeles de Alicante, antes de que la comisión judicial entrara en su casa para certificar el desahucio. El tema de los suicidios había estado esa misma semana en la prensa y en programas televisivos de gran audiencia.

Según escribe el médico Javier Padilla en el blog Médico Crítico, “los medios de comunicación tienen capacidad de generar un efecto imitación dependiendo de la manera en la que traten los casos de suicidio”. En su opinión, y en línea con las recomen­daciones de la Orga­nización Mundial de la Salud (OMS), más que de no tratar los suicidios “y hacer que estos queden como una realidad oculta y misteriosa” se trata de “huir del morbo” y desvestir estos actos “de glamour o exclusividad”.

Un miembro de PAH Mallorca opina en conversación con este periódico que “muchos suicidios no son conocidos y atribuidos a los desahucios porque los afectados no se ponen en contacto con la PAH”. Este activista apunta que sólo en Baleares se han ejecutado en los últimos años más de 7.000 desahucios. Para Irene, de PAH Madrid, “lo mejor para un afectado es encontrar una red de apoyo social que le ayude para luchar. Pero no sólo para cambiar la ley, sino porque esa red de apoyo también pemite superar sentimientos como la culpa”.

Un “genocidio financiero”de las familias

Las Plataformas de Afectados por los Desahucios mantienen una lucha activa contra el desalojo de cientos de afectados por los desahucios. Muchos de sus activistas son multados cada vez que se personan ante el desahucio de otros afectados o son golpeados por los antidisturbios por permanecer frente al domicilio de los afectados. Pero además algunos se han dejado la vida como fue el caso de Francisco J. Lema Bretón, de Córdoba, integrante de la PAH de Córdoba el pasado 8 de febrero. Ese día el hombre de 38 años dejó a su hija en el colegio y al llegar a su domicilio se encontró una notificación de Hacienda para hacer frente al pago de 400 euros de impuestos patrimoniales. Tras su suicidio, el Grupo Stop Desahucios de la Asamblea de Granada del 15M, emitió un comunicado en el que denunciaban lo que consideran “un genocidio financiero”. “Que la muerte por suicidio del vecino de Córdoba Francisco J. Lema Bretón es un auténtico asesinato del que son responsables todas las entidades e instituciones que lo han provocado. Este “terrorismo de Estado” está siendo protagonizado por las autoridades judiciales, por los banqueros, por los políticos y las administraciones públicas del Estado español”, señala dicho comunicado.

FUENTE: Diagonal

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