lunes, 29 de diciembre de 2014

Característica de los adolescentes con Fobia Social


Desde 1998, un grupo de profesores de la Universidad de Murcia, dirigido por el Profesor Olivares, inició una línea de investigación acerca de la evaluación y el tratamiento de la fobia social en niños y adolescentes. El proyecto inicial se situó en el marco teórico de la Psicología Conductual Comunitaria, dentro del Programa para la Detección e Intervención Tempranas de Adolescentes con Fobia Social. Desde ahí, su tarea investigadora ha sido imparable hasta el momento actual, siendo varios los proyectos subvencionados y numerosos los artículos, libros y capítulos de libro que la refrendan.

La Fobia Social se caracteriza por un "un miedo persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas" (APA, 2000). Aunque la ansiedad social está presente en todos los problemas de ansiedad, la fobia social se distingue de los otros trastornos por el miedo y la evitación de un mayor número de situaciones interpersonales, que suponen el componente nuclear de este cuadro clínico, y por la mayor interferencia de los temores sociales en la vida cotidiana de los pacientes.

El trastorno presenta un curso crónico e interfiere tanto en el rendimiento escolar, como en el desarrollo y el funcionamiento individual.

Sus consecuencias en el proceso de adaptación del adolescente son graves; así, podemos destacar el bajo rendimiento académico y el abandono escolar, el desarrollo de otros trastornos de ansiedad y del estado de ánimo o el inicio en el consumo de alcohol u otras sustancias tóxicas. Tampoco podemos olvidar que su persistencia también conlleva la consolidación y generalización de sus efectos en la vida adulta, con el consiguiente sufrimiento para el sujeto y la familia, los efectos que generan el progresivo aislamiento del grupo cultural de referencia, de las relaciones sociales y laborales (en su caso) o la dependencia económica de la familia, que muchas veces contribuye de forma decisiva a que el sujeto desarrolle un cuadro depresivo grave y a los intentos de suicidio.

El niño o adolescente con fobia social suele presentar miedo a hablar, a leer, a comer, a escribir en público, miedo a jugar, a usar servicios públicos, a hablar a figuras de autoridad y a relacionarse en situaciones formales. Las reacciones emocionales desadaptativas suelen ser severas e incluyen dolor de cabeza y de estómago, ataques de pánico ocasionales, llantos, respuestas de escape y evitación, etc. Los casos más tempranos que cumplen los criterios para el diagnóstico del trastorno presentan una edad que se sitúa entre los 8 y los 12,3 años, encontrándose el mayor número de casos entre los 14 y los 16 años en los estudios epidemiológicos realizados.

Este constructo ha cambiado de forma significativa desde su primera inclusión como entidad diagnóstica en el DSM-III hasta el momento actual, fundamentalmente en el sentido de considerar dos tipos de fobia social: específica o generalizada. Según el DSM-IV, la fobia social puede estar referida a estímulos muy específicos (comer, beber, hablar en público, escribir delante de otros, etc.) o presentarse de forma generalizada ante la gran mayoría de situaciones sociales.

En la población adolescente, el estudio de la problemática planteada por la delimitación de los subtipos se halla en sus inicios, no habiéndose realizado ninguno con población española.

La falta de una delimitación operativa de los subtipos, y su correspondiente fundamentación empírica, no sólo da lugar a una amplia variedad de interpretaciones, sino que también dificulta las comparaciones entre los trabajos realizados. Todo ello nos llevó a plantearnos el estudio de las características sociodemográficas y clínicas en una muestra de adolescentes españoles, prestando especial atención a su concreción en función de los subtipos (Fobia Social específica –FSE- y Fobia Social Generalizada -FSG). Esperábamos corroborar que las distinciones mantenidas por la APA (2000) entre éstas, resultaban útiles para generar grupos homogéneos en adolescentes, que permitieran incrementar la especificidad diagnóstica y, en consecuencia, contribuyeran a mejorar tanto el pronóstico del curso del trastorno, como el diseño y la selección de tratamientos específicos en esta población.

Los resultados del mismo indicaron que en relación con la prevalencia de la fobia social en función del género, el número de chicas que cumplieron los criterios para el diagnóstico del subtipo FSG fue significativamente mayor que el de chicos. En un análisis más pormenorizado se observó que, en esta relación, las adolescentes con FSG de nuestro estudio eran más del doble que los chicos (el 63% frente al 28%) y presentaban en mayor número FSG que FSE (el 63% frente al 37%), contrariamente a lo que parecía ocurrir en los chicos (el 28% para el caso de FSG frente al 72% para la FSE). 

Respecto a la edad media de inicio y la cronicidad del trastorno, nuestros datos mostraron una edad media de inicio temprana (9.53 años: 9.50 para la FSE y 9.56 para la FSG), si bien no encontramos diferencias significativas respecto a la distribución por sexo y subtipo. Así mismo, pudimos identificar dos momentos evolutivos que se muestran especialmente relevantes para diseñar intervenciones con carácter preventivo o de detección e intervención temprana, dado que en ellos sitúan la edad de inicio el 57,49% de los adolescentes: 25.83% entre los 3-6 años y 31.66% entre los 12-15 años.

Pero pese a todo ello, son muy pocas las personas con fobia social que solicitan ayuda especializada. Por esto es preciso poner en marcha estrategias que permitan su detección y tratamiento temprano, a fin de eliminar o reducir, en su caso, el sufrimiento y los efectos negativos que conlleva su consolidación y generalización a un número cada vez mayor de situaciones y actividades sociales.

Nuestro equipo ha elaborado dos manuales dirigidos a ayudar a quienes trabajan y/o conviven con adolescentes que padecen este problema (Olivares, Rosa y García-López, 2004; Olivares, 2005). Son fruto de varios años de trabajo incansable, con la finalidad de profundizar más en este trastorno y ayudar a eliminar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de los que inician su andadura en este mundo: nuestros niños y/o adolescentes

Referencias bibliográficas

American Psychiatric Association. (2000). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (cuarta edición, texto revisado). Washington, DC: APA

Olivares, J. (Dir. y coord.) (2005). Programa IAFS. Protocolo para el tratamiento de la fobia social en adolescentes. Madrid: Pirámide.

Olivares, J., Rosa, A. I. y García-López (2004). Fobia social en la adolescencia. El miedo a relacionarse y a actuar ante los demás. Madrid: Pirámide.

La investigación original a la que hace referencia este artículo puede encontrarse en la revista Psicothema: Olivares, J., Piqueras, J.A y Alcázar, A.I. (2006). Características psicológicas y sociodemográficas. Los subtipos de la fobia social en una muestra de adolescentes. Psicothema,18 (2),207-212.

FUENTE: INFOCOP

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