miércoles, 17 de diciembre de 2014

"La Violencia de Género es un problema estructural de nuestra sociedad y nuestra cultura" - Entrevista a Maria José Bueno, responsable del Área de Violencia de Género de la FMP

Infocop ha entrevistado para sus lectores a la psicóloga María José Bueno, responsable del Área de Violencia de Género de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP), para hablarnos de este tema y conocer más de cerca la labor que se está llevando a cabo dentro de esta área.

Para introducir el tema, la OMS ha calificado la violencia de género como “un problema de proporciones pandémicas en todo el mundo”, ¿cuál considera que es la situación de este problema en España?

La violencia de género es uno de los problemas sociales y de salud más graves que sufren las mujeres en el mundo, y en nuestro país no lo es menos. Sin ir más lejos, a día de hoy, son ya más de 43 las mujeres que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Este dato es sólo la punta de un iceberg cargado de violencias cotidianas, humillaciones, aislamiento, control, agresiones sexuales y otras violencias que viven miles de mujeres en nuestro país, un dato que apunta a la gravedad de este problema y a la necesidad de que sea un tema a tratar de manera prioritaria en la agenda de los poderes públicos.

¿Qué avances se han producido en lo que respecta a la sensibilidad social y el compromiso político por parte de los diferentes poderes públicos y administraciones ante el problema de la violencia de género y sus consecuencias?

La aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la violencia de género, el día 28 de diciembre de 2004, con unanimidad de todo el Congreso, supuso el más importante compromiso a nivel político que ha habido en nuestro país por la erradicación de la violencia de género.
Esta ley, no sólo incorpora la respuesta punitiva que deben recibir las manifestaciones de violencia de género así como medidas de protección y asistencia social integral para a sus víctimas, sino que también focaliza la atención en las causas de esta violencia estableciendo medidas encaminadas a superarlas. Así, en su exposición de motivos, dice que “La conquista de la igualdad y el respeto a la dignidad humana y la libertad de las personas tienen que ser un objetivo prioritario en todos los niveles de socialización”, para ello, establece medidas de sensibilización e intervención en el ámbito educativo y en la publicidad, lo que permitirá “una imagen que respete la igualdad y la dignidad de las mujeres”.
Aunque la aprobación de esta Ley fue un compromiso político importante, para su total desarrollo y consecuente éxito a largo plazo es imprescindible que este apoyo político, y presupuestario, se mantenga de forma sostenida en el tiempo.
En cuanto a la implicación social en este tema, tengo que decir que crece día a día de forma imparable. El incansable esfuerzo de las organizaciones de mujeres por visibilizar y denunciar todas las formas de violencia de género, sin duda, ha impulsado el compromiso de los poderes públicos en este tema y también ha contribuido al cada vez mayor rechazo de la ciudadanía hacia estos comportamientos. Es imprescindible que esta implicación siga aumentando ya que su papel en la erradicación de este grave problema social es clave.

A su modo de ver, ¿piensa que el abordaje de la violencia de género cuenta con un soporte asistencial suficiente en nuestro país? ¿Qué aspectos clave deberían incorporar las propuestas de prevención de violencia de género existentes? ¿Echa en falta alguna medida de interés fundamental?

Aunque tras la aprobación de la L.O. 1/2004 se dio un importante impulso al mapa asistencial para las víctimas en España, al ser dotado presupuestariamente, este ha sido a todas luces insuficiente y desigual en cuanto a accesibilidad y calidad, no existiendo unos criterios comunes en las diferentes CCAA en cuanto a profesionales por número de habitantes, lugares donde se establecen los servicios –lo que ha dificultado el acceso de las mujeres rurales- o las exigencias en cuanto a cualificación profesional de los y las profesionales. A pesar de este desarrollo, los recursos existentes siguen siendo insuficientes y, mucho me temo, que los recortes en los servicios públicos que están acompañando a la crisis económica pueden afectarlos gravemente.
En cuanto a la prevención de la violencia de género, es fundamental que el sistema educativo siga trabajando en la incorporación de una perspectiva coeducativa, perspectiva en la que aspectos como la educación en igualdad entre niños y niñas, y el desarrollo de la autonomía personal, es una herramienta transversal en el proyecto educativo. El trabajo en la resolución pacífica de conflictos desde la primera infancia, es el tercer ingrediente para que la estrategia de prevención sea eficaz. Así, es imprescindible que esta transversalidad sea posible, dotando al profesorado de la formación y los medios adecuados para poder llevarla a cabo, y complementarla con contenidos específicos de reflexión en igualdad y buen trato en determinadas edades. En este sentido, me preocupa especialmente que la reforma educativa ahora en marcha no incluya entre sus prioridades estos objetivos, lo que puede suponer un retroceso en materia preventiva.

Específicamente, ¿qué papel juegan los profesionales de la psicología en este campo de intervención? ¿En qué situación se encuentra la atención a este problema en nuestro sistema sanitario público?

Los y las profesionales de la psicología tienen un papel clave en el trabajo especializado en violencia de género, tanto en el área educativa desarrollando programas de prevención primaria y en la detección precoz de este problema como, por supuesto, en el campo de la intervención clínica. En la actualidad, son reconocidas internacionalmente las múltiples consecuencias psicológicas que produce el proceso de violencia de género y la importancia de la intervención psicológica en la recuperación de la autonomía, el control sobre sus vidas y el bienestar psicosocial de las mujeres que la sufren. Igualmente, el papel de psicólogas y psicólogos es cada vez más reconocido en el ámbito forense, siendo central su trabajo en la valoración del riesgo para la protección de las víctimas y en el reconocimiento de las secuelas psicológicas que produce esta violencia.
La L. O. 1/2004 introduce la intervención psicológica dentro de la atención social integral, como parte del trabajo de equipos multidisciplinares que atienden el problema desde distintos ámbitos, como el jurídico, el social y el psicológico. Esta integralidad en la intervención, ha determinado en parte que esta atención dependa de departamentos autonómicos y municipales que desarrollan las políticas de igualdad o las sociales depositando en el sistema sanitario la responsabilidad de la detección precoz de los casos.

El problema de la violencia de género, suele afectar también a los niños, ¿qué consecuencias puede tener esta vivencia en los más pequeños? ¿Qué medidas hay para ofrecerles una atención y asistencia integral?

Los y las menores expuestos/as a la violencia de género, son víctimas directas de la misma, lo que tiene importantes consecuencias negativas en su salud y su desarrollo. Judith Herman (1997) afirma que la vivencia de un trauma repetido en la infancia “forma y deforma la personalidad” no permitiendo crear de manera adecuada el sistema de creencias básicas necesario para desarrollar confianza en sí mismos/as y en las demás personas. Además, en la infancia aprendemos a ser hombre y a ser mujer de nuestras figuras de apego, lo que tiene un papel clave en la transmisión intergeneracional de esta violencia.
Por estas razones, es fundamental que se impulse el desarrollo de recursos de atención especializados que den respuesta a las necesidades de estos/as menores, recursos que, en estos momentos, se encuentran mucho menos implantados de lo que es necesario.

Recientemente, el Instituto Andaluz de la mujer ha realizado un informe sobre sexismo y violencia de género en la juventud andaluza, donde indica que, aproximadamente el 70% de los jóvenes de entre 14 y 16 años, presentan conductas sexistas. Como experta en el área, ¿qué opina de estos datos? ¿Qué recomendaciones podrían extraerse de este estudio?

Estos datos coinciden con los del estudio ¿Igualmente? Alumnado y género, actitudes y comportamientos presentados el año pasado por la Federación de Mujeres Progresistas, en él se destaca que el 80% de las personas entrevistadas considera que la chica debe complacer a su novio, más del 40% piensa que el chico tiene la obligación de protegerla a ella y cerca del 60% está de acuerdo en que los celos son normales en una relación.
Estos datos son alarmantes, pero no nos deben sorprender: la violencia de género es un problema estructural de nuestra sociedad y nuestra cultura, se basa en la desigualdad existente entre hombres y mujeres, y esta desigualdad se refleja en el proceso de socialización. Si la violencia está presente en las relaciones entre personas adultas, que somos las que educamos a niños y niñas, ¿por qué no va a estar presente en los y las jóvenes? Es un error pensar que sólo porque se es joven se está protegida de la violencia.
En el proceso de socialización, se va integrando una idea de amor y de las relaciones de pareja, que además es apoyada por cuentos, películas, series y canciones. Un modelo de amor que se basa en la complementariedad de la media naranja, el sacrificio, y el poder del amor para salvar al otro. Creencias que dificultan la identificación de las conductas violentas y fomentan la tolerancia al sufrimiento “por amor”.
Es por esto muy importante trabajar en desarraigar poco a poco de nuestra cultura esta idea insana sobre el amor que repercute de una forma tan negativa en cómo vivimos las relaciones de pareja.

Sabemos que la Federación de Mujeres Progresistas cuenta con un Servicio de atención integral a mujeres víctimas de la violencia de género, ¿cuál es el nivel de demanda de este servicio? ¿qué perfil presentan las usuarias? ¿podría indicarnos qué actividades de sensibilización, prevención y formación llevan a cabo?

Uno de los objetivos prioritarios de la Federación de Mujeres Progresistas, en sus 25 años de existencia, ha sido el trabajo por la erradicación de esta grave vulneración de los derechos humanos. En este sentido, una parte importante de nuestro esfuerzo está destinado a trabajar por la recuperación integral de las víctimas. En este sentido, anualmente proporcionamos atención integral a alrededor de 400 mujeres, mujeres que reciben atención psicológica y social así como asesoramiento psicológico.
Aunque recibimos demanda de atención de mujeres con características sociodemográficas muy diversas, un alto porcentaje de ellas son mujeres españolas, menores de 45 años y con un nivel educativo medio–alto, lo que nos da un claro ejemplo de que esta violencia no es exclusiva de mujeres extranjeras, mayores, o de clases sociales bajas y escaso nivel educativo.
En el Área de violencia de género de la FMP también desarrollamos actividades de sensibilización dirigidas, tanto a la población en general como a grupos específicos, y programas de prevención de la violencia en jóvenes. La capacitación y formación de los y las profesionales que intervienen en violencia de género es para nosotras una objetivo clave, el aprendizaje de herramientas y habilidades para el trabajo cotidiano con las víctimas, optimiza la respuesta que se da a estas, además de repercutir positivamente en la salud laboral de profesionales que trabajan a diario con el sufrimiento.
En este sentido, la FMP tiene un amplio programa de formación para profesionales en este ámbito, programa que se puede consultar en nuestra web www.fmujeresprogresistas.org. También colaboramos en el Diploma en“Victimología: atención psicológica a víctimas de experiencias traumáticas” dirigido por la Profesora María Crespo. Diploma que forma parte del Programa de Formación Continua de la Universidad Complutense de Madrid.

Para finalizar, ¿hay alguna otra cuestión que desee añadir?

Solamente insistir en la necesidad de que todos y todas nos impliquemos en la lucha contra este grave problema social, por supuesto como profesionales, pero también como vecinos y vecinas, hermanos y hermanas, amigos y amigas, madres y padres, etc. En definitiva, como ciudadanos y ciudadanas.

FUENTE: INFOCOP

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