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En nuestra sociedad, sigue siendo frecuente mantener a los niños al margen de procesos naturales que forman parte de la vida, como ocurre con el envejecimiento, el deterioro, la enfermedad y la muerte. En este contexto, no es extraño que aparezcan dificultades de comunicación con el menor cuando hay un proceso de pérdida en la familia. Estas dificultades varían según la edad del niño, el tipo de personalidad que este desarrolle, la maduración psicoafectiva en el momento de la pérdida, el vínculo con la persona fallecida, etc., entre otros muchos aspectos a tener en cuenta.
Las situaciones de enfermedad oncológica implican cambios, tales como alteraciones en la imagen corporal de la persona afectada y también importantes dificultades en el proceso de comunicación del adulto con cáncer, tanto hacia otros adultos como hacia los niños, especialmente en el caso de los hijos. Estos procesos comunicativos, además, se ven amenazados durante el desarrollo de la enfermedad oncológica, por la presencia constante de la incertidumbre relacionada con una posible muerte cercana.
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A todo esto hay que añadir que a los adultos, hablar sobre estas situaciones les comporta una cierta incomodidad y, a menudo lo evitan hacer entre ellos. No nos debe extrañar pues, que eviten hablar de estos temas con los niños que viven a su alrededor y con los cuales mantienen algún tipo de vínculo afectivo.
En la práctica clínica oncológica, al igual que ocurre en nuestra sociedad, un importante número de padres recién diagnosticados de cáncer, se ven a menudo sobrepasados en el momento de decidir cómo comunicar a sus hijos la situación de enfermedad. Esta situación puede generar un importante malestar emocional en la persona afectada y en su entorno familiar o bien, incrementar el malestar ya existente provocado por la situación oncológica, teniendo en cuenta que para el paciente, es un momento de difícil gestión psicológica, ante el nuevo diagnóstico y la toma de decisiones que este comporta. Posiblemente, la falta de recursos para manejar la situación en su conjunto y un estilo de comunicación familiar preexistente puedan ser aspectos que determinen este malestar emocional.
Así pues, existe un importante volumen de pacientes que puede beneficiarse de estrategias de intervención psicooncológica y programas de apoyo específicos. En este sentido, reforzamos la idea de explorar en la consulta de psicooncología la relación entre el paciente y sus hijos menores de edad y ofrecer apoyo psicológico especialmente dirigido a facilitar la comunicación con los mismos en el caso de pacientes recién diagnosticados, dado el importante porcentaje de estos que carece de los recursos necesarios para hacerlo en ese preciso momento.
Esto puede ayudar, no sólo a facilitar el proceso comunicativo y conseguir un entorno familiar mejor preparado para afrontar las dificultades que conllevará la fase de tratamiento, sino también, a reducir el malestar emocional del paciente facilitando su adaptación a la enfermedad y optimizando la eficacia de la visita psicooncológica.
El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicooncología:
Fuentes, S. y Blasco, T. Padres diagnosticados de cáncer: malestar emocional y recursos para comunicarse con sus hijos menores. Psicooncología 2017;14:229-240. Doi: 10.5209/PSIC.57082.
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FUENTE: INFOCOP
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