Se estima que, aproximadamente, 70 millones de personas en Estados Unidos tienen un trastorno del sueño o experimentan restricciones crónicas del sueñodebido al trabajo u otros factores relacionados con el estilo de vida. Esta situación sugiere que los trabajadores estadounidenses están cansados, tienen problemas de salud y su rendimiento no es óptimo. ¿Deberían las organizaciones, por lo tanto, promover unos buenos hábitos de sueño?
Con esta introducción, el Comité para la visibilidad de la Sociedad para la Psicología Industrial y Organizacional (SIOP-Society for Industrial and Organizational Psychology) presenta su nuevo Libro Blanco titulado Sick, Unsafe, and Unproductive: Poor Employee Sleep Is Bad for Business (Enfermo, inseguro e improductivo: la falta de sueño es perjudicial para las empresas), un documento a través del cual se abordan los costes que conlleva la falta de sueño en las organizaciones, se analizan los factores que contribuyen a mantener unos malos hábitos de sueño y se establecen una serie de recomendaciones basadas en la evidencia dirigidas a los empleados y empleadores, con el fin de manejar de forma eficaz estos problemas.
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Como bien señalan los autores, el sueño es una necesidad biológica básica y es esencial para mantener nuestra salud física y mental. El hecho de no dormir lo suficiente (es decir, menos de ocho horas para la persona promedio) tiene consecuencias perjudiciales para la salud, la seguridad y el rendimiento a largo plazo de los individuos (Watson et al., 2015). Así, la falta de un sueño suficiente puede reducir la capacidad del cuerpo para combatir las infecciones y se relaciona con enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, dolor, e incluso mortalidad temprana.
Consecuencias de la falta de sueño en el ámbito laboral
De forma específica, en los últimos años ha aumentado el interés por la importancia del descanso en relación con el ámbito laboral: concretamente, algunos estudios se han centrado en la relación entre el sueño y la productividad (Raphael, 2016), así como la eficacia del liderazgo (Van Dam y van der Helm, 2016).
Se estima que solamente el insomnio (es decir, dificultad para conciliar el sueño o dormir toda la noche) supone aproximadamente 11 días de rendimiento laboral perdido por individuo en un año determinado, lo que se traduce en un coste para el personal laboral estadounidense de 63.200 millones de dólares al año en días de trabajo perdidos (Kessler et al. 2011).
Igualmente, la falta de sueño está relacionada con actitudes de trabajo más negativas y más problemas de salud mental. Por ejemplo, las personas que acuden a trabajar con sueño evalúan de forma más negativa los factores estresantes en el lugar de trabajo (Barber y Budnick, 2015), y pueden alcanzar altas tasas de depresión cuando se mantienen los problemas de sueño (Watson et al., 2015).
En relación con la seguridad en el ámbito laboral, algunos estudios advierten de la relación entre la fatiga y el funcionamiento cognitivo y las habilidades físicas de los empleados, estimando que los problemas de sueño representan el 13% de todas las lesiones laborales, siendo 1,62 veces mayor la probabilidad de lesionarse en el trabajo entre los empleados con problemas de sueño (Uehli, et al., 2014). En el sector sanitario, específicamente, se ha hallado que los médicos residentes que trabajan turnos de 24 horas presentan un 300% más de probabilidad de cometer algún error relacionado con la fatiga, que puede derivar en graves consecuencias para el paciente (Barger et al., 2006).
Por ende, la falta de sueño parece ser un factor de riesgo que contribuye notablemente en las interacciones negativas con los compañeros de trabajo (Barnes, Lucianetti, Bhave, & Christian, 2015), y en los problemas de productividad: el agotamiento consecuente a la falta de sueño puede llevar a los trabajadores a realizar otras tareas que nada tienen que ver con su puesto laboral, por ejemplo, navegar por la Web por asuntos personales (Wagner, Barnes, Lim y Ferris, 2012). Asimismo, según una encuesta nacional estadounidense, el 12% de los empleados afirmó haber llegado tarde a trabajar debido al sueño, y el 29% admitió haberse dormido (National Sleep Foundation, 2008).
Este panorama, plantea serios problemas para el personal laboral, los líderes de equipo y las organizaciones, por ello, el documento hace hincapié en la necesidad de emprender medidas -tanto desde las empresas como entre los empleados-, orientadas a mejorar los hábitos de sueño en estos últimos.
¿Qué pueden hacer las organizaciones para promover hábitos de sueño saludables?
Partiendo de la premisa de que los empleadores pueden ayudar a los trabajadores a mejorar su sueño y, en última instancia, su salud, seguridad y rendimiento, el Libro Blanco expone las siguientes estrategias para ello:
¿Qué pueden hacer los empleados para mejorar sus hábitos de sueño?
El documento se puede descargar desde la página Web de la SIOP, o bien directamente a través del siguiente enlace:
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lunes, 3 de diciembre de 2018
El insomnio puede suponer 11 días de rendimiento laboral perdidos al año, según un informe
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