A mediados del año 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentaba la undécima edición de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11), en la que se incluían numerosas novedades, entre ellas, la incorporación del trastorno por videojuegos (“Gaming disorder”) –referido al uso de juegos digitales o videojuegos, ya sea mediante conexión a Internet o sin ella-, dentro del epígrafe de trastornos debidos a comportamientos adictivos.
Precisamente a este respecto, en los últimos meses, han aumentado las noticias entorno a los problemas de adicción que generan los videojuegos, especialmente, el conocido como Fortnite, con serias consecuencias sobre los hábitos de sueño y alimentación, así como el rendimiento escolar.
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Por este motivo, el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, ha publicado un artículo a través del cual aborda esta problemática, analizando los motivos por los que este videojuego en concreto crea adicción y estableciendo una serie de recomendaciones para padres sobre límites de uso.
Tal y como señala el Instituto, cuando las personas mencionan el Fortnite, es probable que se refieran al formato Fortnite: Battle Royale, una versión de dicho juego donde hasta 100 jugadores deben luchar, resultando ganador el último jugador en pie. El juego es similar al Minecraft, al incorporar en sus objetivos la construcción de fuertes a partir de materiales del entorno. Asimismo, pueden saquear suministros y encontrar cofres al azar alrededor del mapa de juego.
El Instituto advierte del fuerte atractivo que tienen estas recompensas sorpresa para los niños. La emoción de encontrar un cofre y la posibilidad de lo que podría haber dentro “es una estrategia que refuerza el deseo de una persona de seguir jugando y obtener recompensas”.
Otra característica que desencadena el impulso de continuar el juego es el efecto near-miss (“casi ganancias”), una estrategia que induce un sesgo cognitivo en la persona: al hacerle creer que ha estado a punto de ganar –mostrándole sus fallos y los puntos que ha obtenido-, siente que terminará ganando si continúa jugando.
Asimismo, uno de los mayores atractivos de este videojuego es su componente social: los niños pueden jugar en tiempo real con uno o varios amigos a la vez, lo que incrementa su nivel de diversión. Sin embargo, esto puede generar otros problemas, como por ejemplo, el sentimiento de exclusión al no haber podido jugar a la hora establecida por el resto de jugadores.
Dado todo lo anterior, el Instituto pone de relieve la dificultad que supone detener el juego, por lo que señala la necesidad de establecer ciertos límites. En esta línea, establece un listado de acciones que los niños no pueden perderse y cuyo cumplimiento deben garantizar los padres:
- Salir e interactuar con los amigos en la vida real.
- Participar en las actividades extraescolares que les gusta.
- Mantenerse al día con las clases y realizar los deberes escolares.
- Fomentar relaciones positivas con todos los miembros de la familia.
- Dormir la cantidad de horas suficientes.
Un tiempo de juego saludable sería aquel que no interrumpa ninguna de estas acciones. Por ejemplo, dos horas durante el fin de semana, o los días en los que no hay colegio. También entre semana podrían jugar una menor cantidad de tiempo, tal vez media hora por la tarde noche, siempre que hayan realizado sus tareas primero, y con supervisión de los padres.
Otro aspecto que los padres deben controlar es el comportamiento de sus hijos e hijas cuando juegan a videojuegos, especialmente los sociales como el Fortnite. En este contexto, cuando los niños se sienten competitivos -o menospreciados- y su adrenalina aumenta, pueden reaccionar de forma exagerada y decir cosas que normalmente no dirían cara a cara. Palabras malsonantes e insultos entre amigos, puede ser una actitud demasiado frecuente en estos casos.
A este respecto, el Instituto indica la relevancia de que los niños comprendan que las normas de conducta en la vida diaria son las mismas en los videojuegos. Es de especial importancia, dado que los hábitos que se desarrollan al jugar, pueden generalizarse en otros entornos, como la escuela.
El artículo concluye poniendo el foco, una vez más, en la relevancia de establecer límites claros desde el principio y hacer que se cumplan.
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lunes, 14 de octubre de 2019
La importancia de establecer límites en los videojuegos, recomendaciones para padres
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