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El cáncer de mama sigue siendo el tumor más diagnosticado entre las mujeres. Los últimos datos de los que disponemos en nuestro país afirman que la supervivencia a más de 5 años será superior al 80% de los casos. Esto se debe en parte al diagnóstico precoz y al éxito de los tratamientos y el avance de los cribados.
Pasar por el diagnóstico de un cáncer de mama y superar los tratamientos implica múltiples necesidades de atención; además de problemas médicos, adaptaciones continuas a problemas sociales, mentales y emocionales, que limitan la calidad de vida de estas pacientes. Así muchas de estas pacientes una vez superados los tratamientos presentaran secuelas físicas (cambios en la imagen corporal, fatiga, falta de energía, problemas en el sueño, etc.), neurocognitivas (disfunción cognitiva) y psicológicas (malestar emocional, ansiedad y depresión).
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En los últimos años se ha incrementado la investigación en las intervenciones psicológicas destinadas a favorecer la calidad de vida en pacientes supervivientes de cáncer de mama. Entre ellas las psicoeducativas, terapias cognitivo conductuales, counselling grupal e individual, terapia de expresión emocional y las intervenciones basadas en mindfulness.
En concreto, el Mindfulness lleva más de una década aplicándose con el objetivo de mejorar el bienestar y la respuesta emocional al cáncer en general y al de mama en particular.
El mindfulness se empezó aplicar en poblaciones sanas, esto es con ausencia de enfermedad clínica a finales de los años 70 por Jon Kabbat-Zinn y su equipo en la Clínica de Reducción de Estrés de la Universidad de Massachusetts bajo el nombre de Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR) y con el objetivo de ayudar a las personas a reducir los síntomas de estrés y ansiedad y problemas con el sueño diarios (Kabbat-Zinn, et al., 2017). Con los años, y dado el éxito del que informaban sus investigaciones, se empezó aplicar a poblaciones clínicas, esto es a personas que padecían: depresión, fibromialgia y dolor crónico. Este programa llamado Mindfulness Based Cognitive Therapy (MBCT) combina el programa original de Mindfulness con la terapia cognitivo-conductual. Años más tarde, a partir de la década de los 90, se empezó aplicar, adaptando su estructura y contenido a las necesidades que presentaban los pacientes con cáncer; las sesiones eran un poco más cortas en tiempo para evitar el cansancio de las participantes y el contenido introducía herramientas útiles para enfrentar síntomas comunes en estas pacientes como la ansiedad por el miedo a las recaídas.
En la actualidad, el Mindfulness se aplica con frecuencia a supervivientes con cáncer. Sin embargo es necesario valorar la eficacia de estas intervenciones en esta población, y conocer en qué consisten y como se estructuran sus programas, para ello se ha llevado a cabo una revisión sistemática de las intervenciones psicológicas en mindfulness en supervivientes de cáncer de mama (bases de datos: Pubmed, CINAHL y Psycinfo) con el requisito de que incluyeran además de los grupos experimentales, grupos control, así como seguimiento tras finalizar las intervenciones con el fin de validar los resultados obtenidos.
En esta revisión se encontraron 10 investigaciones que informan de resultados positivos del Mindfulness en mejora significativa de síntomas psicológicos, físicos, cognitivos y biológicos (aumento de la telomerasa). La investigación muestra hasta tres modalidades de programas en mindfulness que parten del original MBSR y estos son: Mindfulness basado en la reducción de estrés para cáncer de mama (MBSR-BC), Recuperación del cáncer basada en Mindfulness (MBCR) y Mindfulness para la vida cotidiana (MAPs). La modalidad de programa más utilizada de Mindfulness sigue es el MBSR. No obstante, a este respecto y tras el análisis de los programas de Mindfulness empleados en estas investigaciones no se puede concluir cual es el protocolo de entrenamiento en Mindfulness más idóneo para las supervivientes con cáncer de mama, por lo cual siguen siendo necesarios estudios que vayan encaminados a validar el contenido y estructuración del programa de entrenamiento.
En conclusión, el Mindfulness se muestra eficaz para mejorar el bienestar, la calidad de vida, y reducir los síntomas de ansiedad, depresión y estrés percibido, y variables físicas como la fatiga, Así mismo, es necesario hacer hincapié en la necesidad de continuar llevando a cabo investigaciones por medio de diseños de investigación rigurosos que ayuden a determinar si también podrían resultar eficaces para reducir síntomas físicos como insomnio, síntomas cognitivos, y mejorar la actividad del sistema inmunológico.
El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicooncología:
Calero, R., Cruzado, J. A. (2018). La intervención psicológica en mindfulness con pacientes supervivientes de cáncer de mama. Revisión sistemática. Psicooncología, 15, 75-88.
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FUENTE: INFOCOP
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