miércoles, 18 de noviembre de 2020

Disregulación emocional en pacientes con Trastorno Límite de Personalidad en relación a una inducción experimental de emociones negativas


La disregulación emocional es una de las características principales del Trastorno Límite de la Personalidad (TLP; Leichsenring, Leibing, Kruse, New y Leweke, 2011), y parece estar vinculada a conductas de riesgo que son frecuentes en esta patología (ej.: auto-lesión, abuso de substancias, atracones o tentativas suicidas; Lynch, Chapman, Rosenthal, Kuo y Linehan, 2006).

Se ha hipotetizado que dos aspectos clave de la disregulación emocional en el TLP serían una elevada emocionalidad negativa basal y una hiperreactividad emocional (Kuo y Linehan, 2009).

Si bien el primer punto ha sido reportado por numerosos estudios, la hipótesis de una mayor reactividad emocional no ha podido ser hasta el momento claramente confirmada, e incluso existen estudios que han informado de una menor reactividad emocional en el TLP en comparación con controles sanos (Rosenthal y cols., 2008).

La amplia diversidad y la falta de estandarización de los métodos utilizados para inducir y evaluar la respuesta emocional, la heterogeneidad inherente al propio trastorno, y la elevada comorbilidad, habitualmente asociada al mismo, podrían explicar en parte la falta de consistencia en los resultados obtenidos acerca de la reactividad emocional en el TLP.

Objetivo del estudio

El presente estudio explora la disregulación emocional en el TLP. Para ello, se compararon la respuesta emocional subjetiva y la respuesta psicofisiológica de estrés de un grupo de pacientes con TLP y otro de controles sanos, en el contexto de un paradigma experimental estandarizado de inducción de emociones negativas.

Métodos

Participaron en el estudio 35 pacientes del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, diagnosticados de TLP mediante escalas específicas de personalidad, y 15 controles sin historia de psicopatología.

Para la inducción emocional, se mostraron individualmente a los participantes durante 13 minutos una secuencia de 24 imágenes extraídas del Internacional Affective Picture System, seleccionadas por su capacidad para generar emociones negativas, elevar el arousal y reducir la percepción de control. Paradigmas similares de inducción emocional han sido utilizados frecuentemente en estudios de neuroimagen e investigación psicofisiológica.

El procedimiento incorporó, adicionalmente, una fase previa de adaptación al contexto experimental y otra posterior de recuperación de la inducción emocional, ambas con una duración de 15 minutos. Al final de cada período, se obtuvieron muestras de saliva a fin de evaluar la respuesta psicofisiológica de estrés a través de los niveles de cortisol y alfa-amilasa (dos marcadores de los principales sistemas de respuesta biológica al estrés), y se pidió a los participantes que, de forma paralela, cumplimentaran en cada ocasión una escala análogo-visual (el Self-Assessment-Manikin) y dos cuestionarios (el Profile of Mood States y el Positive and Negative Affect Schedule) con el fin de evaluar su estado emocional.

Resultados

Previamente a la inducción emocional, los pacientes con TLP reportaron una mayor intensidad de emociones negativas, y mostraron valores disminuidos de cortisol en saliva y elevados de alfa-amilasa salivar respecto al grupo control. Sin embargo, no se observaron diferencias significativas entre ambos grupos en cuanto a la respuesta emocional consiguiente al procedimiento de inducción de emociones negativas.

Discusión

Los resultados del presente estudio ofrecen un soporte parcial a la hipótesis de la disregulación emocional en el TLP, pues si bien el grupo clínico reportó mayor intensidad de emociones negativas en la fase previa de adaptación (nivel basal), posteriormente no mostró mayor reactividad emocional en respuesta a la inducción experimental en comparación con el grupo control de participantes sanos.


Es decir, aunque los pacientes con TLP reportaron emociones negativas más intensas, su perfil de respuesta emocional fue similar al de los controles sanos. Por otro lado, los pacientes con TLP presentaron niveles más bajos de cortisol y más altos de alfa-amilasa que los participantes sanos, alteraciones que podrían ser sugestivas de una hipofunción del eje hipotálamo-pituitario-adrenal y una sobreactivación del sistema nervioso simpático. La asimetría entre los niveles de cortisol y de alfa-amilasa salivares, ha sido observada de manera parecida en otro tipo de muestras, y se cree que podría estar asociada con el estrés crónico y la sintomatología depresiva (Ali y Pruesner, 2012).

Futuros estudios deberían considerar la incorporación de paradigmas de inducción emocional que utilizaran estímulos más naturalísticos, con el fin de evaluar si la hiperreactividad emocional del TLP puede darse, no como una característica general del trastorno, sino como un síntoma que podría aparecer ante eventos concretos, frente a los que los pacientes con TLP podrían mostrar de manera específica una mayor vulnerabilidad (ej.: contextos de abuso o de vergüenza).

El artículo completo puede encontrarse en International Journal of Clinical and Health Psychology

Feliu-Soler, A., Pascual, J.C., Soler, J., Pérez, V., Armario, A., Carrasco, J., Sanz, A., Villamarín, F., y Borràs, X. (2013) Emotional responses to a negative emotion induction procedure in Borderline Personality Disorder. International Journal of Clinical and Health Psychology, Vol. 13 (1), 9-17.

Referencias

Ali, N. & Pruessner, J.C. (2012). The salivary alpha amylase over cortisol ratio as a marker to assess dysregulations of the stress systems. Physiology & Behavior, 106 (1), 65-72.

Kuo J.R. & Linehan M.M. (2009). Disentangling emotion processes in borderline personality disorder: physiological and self-reported assessment of biological vulnerability, baseline intensity, and reactivity to emotionally evocative stimuli. Journal of Abnormal Psychology, 118 (3), 531-44.

Leichsenring, F., Leibing, E., Kruse, J., New, A.S. & Leweke, F. (2011). Borderline personality disorder. Lancet 377 (9759), 74-84.

Lynch, T.R., Chapman, A.L., Rosenthal, M.Z., Kuo, J.K. & Linehan, M.M. (2006). Mechanisms of change in dialectical behavior therapy: Theoretical and empirical observations. Journal of Clinical Psychology 62, 459-480.

Rosenthal, M.Z., Gratz, K. L., Kosson, D. S., Cheavens, J. S., Lejuez, C. W. & Lynch, T.R. (2008). Borderline personality disorder and emotional responding: A review of the research literature. Clinical Psychology Review 28, 75-91.

FUENTE: INFOCOP

Investigadores:

Albert Feliu-Soler. Psicólogo investigador del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (IIB-Sant Pau, CIBERSAM, Universitat Autònoma de Barcelona).

Juan Carlos Pascual. Doctor en Psiquiatría, psiquiatra adjunto de la Unidad de TLP del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (IIB-SANT PAU, CIBERSAM, Universitat Autònoma de Barcelona).

Joaquim Soler. Doctor en Psicología, psicólogo adjunto de la Unidad de TLP del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Universitat Autònoma de Barcelona, IIB-SANT PAU y Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM, España).

Víctor Pérez. Doctor en Psiquiatría, director de la Unidad de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (IIB-SANT PAU, CIBERSAM, Universitat Autònoma de Barcelona).

Antonio Armario. Doctor en Biología, catedrático del Departamento de Biología Celular, Fisiología e Immunología y del Instituto de Neurociencias (Universitat Autònoma de Barcelona).

Javier Carrasco. Doctor en Biología, técnico superior del Servicio de Endocrinología y RIA (Universitat Autònoma de Barcelona).

Antoni Sanz. Doctor en Psicología, profesor agregado de la Unidad de Psicología Básica (Universitat Autònoma de Barcelona).

Francisco Villamarín. Doctor en Psicología, catedrático de la Unidad de Psicología Básica (Universitat Autònoma de Barcelona).

Xavier Borràs. Doctor en Psicología, profesor titular de la Unidad de Psicología Básica (Universitat Autònoma de Barcelona).

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