¿Qué es exactamente el trauma y cómo se define?¿En qué modo afecta a niños/as y adolescentes? ¿Qué podemos hacer para disminuir el impacto del trauma en su salud mental? Para dar respuesta a estas y otras preguntas, el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, ha publicado su informe sobre Salud Mental en la Infancia 2022, cuya temática, en esta nueva edición, versa sobre sobre los efectos del trauma psicológico en menores, revisando la base de la evidencia para los tratamientos más eficaces orientados a mitigar el impacto del mismo. Tal y como manifiestan sus autores, sucesos como la pandemia de la COVID-19 o la situación actual de guerra en Ucrania, son ejemplos de graves situaciones con consecuencias devastadoras informadas por los medios, que han puesto el tema del trauma en el foco de atención. Asimismo, afirman, a lo largo de nuestra vidas podemos estar expuestos a situaciones potencialmente traumáticas. |
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De forma específica, en relación con la infancia, el documento recuerda que hay una base de evidencia amplia y creciente relacionada con el impacto negativo que pueden tener las experiencias traumáticas sobre el desarrollo y el bienestar de niños, niñas y adolescentes, asociándose con déficits en el funcionamiento cognitivo y relacionándose con un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental (por ej., ansiedad y depresión) en algún momento de su vida. A este respecto, considera necesario sensibilizar y concienciar sobre los efectos del trauma y su abordaje, como medida eficaz para fomentar la resiliencia innata de los/as menores y brindarles tanto a ellos y ellas, como a sus familias y comunidades, el apoyo que necesitan para avanzar. A pesar de que las consecuencias de pasar por una experiencia traumática pueden ser profundas, algunos investigadores sostienen que las definiciones de trauma y de trastorno de estrés postraumático (TEPT) que incluye el DSM-5 no captan la imagen completa de la forma en que muchas personas, especialmente los niños, experimentan eventos traumáticos y sus impactos. De acuerdo con este informe, cada vez hay una más investigación en torno al trauma, teniendo en cuenta la exposición a experiencias negativas crónicas y continuas, en lugar de a eventos únicos y extremos. Este tipo de trauma se conoce como trauma complejo y está estrechamente ligado al concepto de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE, por sus siglas en inglés). Si bien no existe una definición única de trauma complejo, hay un amplio acuerdo entre los expertos sobre los tipos de eventos y síntomas asociados con el mismo. A este respecto, los eventos subyacentes al trauma complejo generalmente se caracterizan por su severidad y cronicidad (por ej., abuso y negligencia), tener lugar durante un período prolongado de tiempo y por afectar a la capacidad de un niño o niña para relacionarse con los demás y construir relaciones de confianza con sus cuidadores y otras figuras de autoridad. Las reacciones de los individuos a tales eventos a menudo son más diversas que las enumeradas en los criterios DSM para el TEPT. Entre los síntomas del trauma complejo destacan los siguientes: desafíos con el apego y las relaciones, dificultad para regular las emociones y el comportamiento, cambios en la capacidad de atención y otras habilidades cognitivas, disociación de la realidad, baja autoestima y una perspectiva negativa general del mundo. Según señalan los expertos, los niños y las niñas que han experimentado un trauma complejo pueden cumplir criterios correspondientes a una variedad de trastornos recogidos en el DSM-5, tales como el TEPT, el trastorno negativista desafiante o el trastorno reactivo del apego, y, sin embargo, no existe un diagnóstico único que capture su perfil típico de síntomas. Con respecto al tratamiento, el informe indica que la terapia cognitivo-conductual focalizada en el trauma es el tratamiento de primera línea para niños, niñas y adolescentes que hacen frente a las consecuencias del trauma. La evidencia pone de relieve su eficacia para abordar las experiencias traumáticas de los y las menores, ayudando a reducir los síntomas del trauma y mejorar su funcionamiento diario. También hay evidencia de su eficacia cuando se aplica en múltiples y distintos entornos, incluidos los centros educativos y los de tratamiento residencial, ya sea en modo individual o en formato grupal. Como describe el Instituto de la Mente Infantil en su documento, la terapia cognitivo-conductual en estos casos está muy estructurada, con sesiones divididas en distintas fases: las primeras se enfocan en educar a los/as niños/as y cuidadores sobre el impacto del trauma, ayudándoles a desarrollar habilidades efectivas de afrontamiento y relajación; las siguientes se orientan en la creación de la narrativa del trauma, una técnica de exposición gradual en la que el niño, con la guía de un profesional, desarrolla un relato gradualmente más detallado de su experiencia traumática, y los pensamientos y sentimientos que experimentó durante y después de la misma, brindándole habilidades de afrontamiento para manejar las emociones negativas dolorosas que suscitan los recuerdos. El propósito de la narrativa del trauma, es desvincular los pensamientos o recordatorios relativos al evento traumático, de las emociones negativas abrumadoras como impotencia extrema, miedo, terror, evitación, ira, ansiedad, vergüenza o rabia. Mediante el procesamiento de recuerdos cada vez más profundos del evento con el apoyo de un profesional, de forma paulatina, el niño se vuelve capaz de evocar recuerdos o pensamientos del trauma sin sentirse abrumado por esas emociones negativas. El documento subraya también la importancia de la intervención cognitivo-conductual centrada en el trauma en las escuelas (CBITS, por sus siglas en inglés). Este programa se aplica a estudiantes de secundaria y escuelas preparatorias que han experimentado un trauma y que están lidiando con síntomas de TEPT. A lo largo de diez sesiones grupales, el alumnado aprende habilidades orientadas a fortalecer los mecanismos de afrontamiento, procesar los recuerdos de su trauma y manejar las emociones y sentimientos desafiantes con mayor facilidad. La investigación sobre su eficacia, señala que la CBITS puede ayudar a los niños y las niñas a recuperarse del trauma, con reducciones significativas en los síntomas de TEPT y depresión, y mejores resultados académicos. El Instituto advierte en su informe de la poca investigación existente en torno a la eficacia de los medicamentos para reducir los síntomas relacionados con el trauma en la infancia, y la poca investigación que hay sugiere que la efectividad en adultos a menudo no se replica en niños. Asimismo, dado que las experiencias traumáticas y las reacciones de los/as niños/as con trauma complejo están estrechamente vinculadas con sus comunidades y contextos sociales, finaliza recordando que minimizar el impacto del trauma en los y las menores requiere, no solo prevención e intervención a nivel individual, sino también un compromiso para garantizar que todas las familias y comunidades tengan los recursos y el apoyo que necesitan para criar niños saludables y prósperos. Se puede acceder al informe desde la página Web del Child Mind Institute o bien directamente aquí: Sheldon-Dean, H. (2022). 2022 Childrens mental health report: Treating symptoms of trauma in children and teenagers. Child Mind Institute. |
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