Paralelamente, gracias a los avances médicos y técnicos, la supervivencia de la población que padece alguna enfermedad física crónica se ha visto incrementada año tras año, lo cual conlleva implicaciones tanto individuales como sociales. Las repercusiones individuales se refieren a las condiciones de vida que ofrecen los tratamientos, donde cobra importancia no solo la supervivencia en años, sino también la calidad con que se viven esos años. En cuanto a las repercusiones sociales subrayaremos aquí los costes económicos derivados de los tratamientos de salud a largo plazo (médicos, farmacéuticos, situaciones de incapacidad laboral, etc) que, en los casos de comorbilidad se verían, además, incrementados.
En la situación que se acaba de describir, la psicología de la salud tiene como uno de sus objetivos buscar aquellos factores que puedan conducir a una mejor adaptación psicológica a los problemas de salud física. Así, cobra importancia el estudio del bienestar subjetivo de personas que padecen enfermedades físicas, del que la satisfacción general con la vida es su principal indicador. La satisfacción vital consiste en una valoración de la propia vida como un todo y, aunque estable, es un concepto que se deja influir por distintas circunstancias vitales, como puede ser el hecho de vivir con una enfermedad crónica.
En nuestro trabajo hemos estudiado un total de 160 personas, agrupadas en cuatro grupos según la enfermedad crónica que padecen (insuficiencia renal en tratamiento de hemodiálisis o con trasplante renal, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante) más un grupo control, formado por personas sin ningún trastorno de salud física o psicológica. En concreto, perseguimos dos objetivos, por una parte medir el nivel de satisfacción general con la vida de los grupos estudiados, lo cual nos ofrecería información sobre la mayor o menor dificultad de adaptación a la enfermedad. Y por otra parte,identificar aquellos estilos de personalidad que favorecerían tal adaptación en cada grupo.
Según los resultados obtenidos, el menor nivel de satisfacción vital corresponde al grupo de personas en tratamiento de hemodiálisis, que además, presenta diferencias significativas con el grupo de artritis reumatoide y con el grupo control, presentando este los niveles más elevados de satisfacción. Así, de todas las condiciones médicas estudiadas, es la situación de hemodiálisis la que presentaría mayores dificultades de adaptación psicológica, al compararla con las personas con artritis reumatoide y con quienes no padecen ninguna enfermedad. Siendo así, cabría considerar que son las condiciones de vida impuestas por el tratamiento de hemodiálisis las responsables de estos resultados. En este sentido, la hemodiálisis impone unos regímenes de tratamientos y pautas de autocuidado que interfieren en la totalidad de esferas de la vida de los pacientes que, no hay que olvidar, dependen de dicho tratamiento para seguir viviendo. Mientras que las enfermedades reumáticas estudiadas aunque presenten síntomas que pueden llegar a ser limitantes en diverso grado, como dolor articular e incapacidad funcional, no suponen una amenaza para la vida.
En cuanto a los resultados para el segundo objetivo del estudio, se han identificado diferentes factores de personalidad responsables de un mejor ajuste psicológico para todos los grupos excepto para el de trasplante. Estos estilos de personalidad que se han identificado como adaptativos, ya habían sido señalados como tales por otros estudios, así como por el modelo teórico que se ha utilizado (Millon, 2001) en nueve de los diez factores encontrados. No obstante, de estos factores, ninguno ha aparecido en más de un grupo, lo que podría indicar que los estilos de personalidad adaptativos serían específicos según la condición médica de que se trate, y no tanto que existiera un estilo adaptativo genérico para enfermedades crónicas. En este sentido, para el grupo de hemodiálisis se obtiene que la tendencia a ofrecer una imagen de sí mismo peor de lo que es en realidad, es el principal factor que determina, en este caso, peor ajuste psicológico. Para el grupo de artritis reumatoide la tendencia a concentrarse tanto en la búsqueda de refuerzos positivos (placer), como su conformidad a las normas sociales y responsabilidad, conducirían a un mejor ajuste psicológico. Y para el grupo de espondilitis, serían dos aspectos de las relaciones con los demás los encargados de determinar su mejor adaptación. Así, podría dibujarse un entorno de vínculos sociales poco numeroso, donde la persona se centra en sus preferencias y éstas son respetadas.
Por último, señalamos que las conclusiones a las que se llegan, se derivan de un diseño de investigación que solo permite establecer relaciones entre datos y no explicaciones causales y que, el estudio cuenta con una reducida muestra. No obstante, consideramos que este tipo de acercamientos hacia la capacidad de los problemas crónicos de salud para interferir en el bienestar, y de las fortalezas personales que minimizan la probabilidad de comorbilidad en cada caso, es un primer paso que en un futuro permitiría intervenciones terapéuticas más efectivas.
El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psychosocial Intervention:
Sánchez, M.J.; García, J.M.; Velverde, M. y Pérez, M. (2014) Enfermedad crónica: satisfacción vital y estilos de personalidad adaptativos. Clínica y Salud, 25, 85-93.
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