Sandra Siria1, Enrique Echeburúa1y Pedro J. Amor2
1Universidad del País Vasco
2Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
En España los estudios sobre adolescentes que han cometido algún delito sexual son casi inexistentes. Según el Ministerio del Interior, la tasa anual de delitos sexuales llevados a cabo por adolescentes está en torno al 7% del total de este tipo delitos. Aunque no supone un porcentaje muy elevado, es importante centrar la atención en los factores de riesgo relacionados con estas conductas a tan temprana edad para poder abordarlos adecuadamente dentro de programas de prevención e intervención. No es posible establecer un único perfil para estos adolescentes debido a su gran heterogeneidad, pero sí que hay algunas características que se dan con cierta regularidad en esta población.
Existen numerosos estudios internacionales que han tratado de explicar mediante diferentes modelos teóricos el origen de esta conducta en la adolescencia. Algunos sugieren que puede estar relacionada con experiencias adversas en la infancia, como el maltrato, mientras que otros ponen el acento en el contexto familiar disfuncional, en la ausencia de figuras de apego estables o en un comportamiento antisocial generalizado desde la infancia. Pero una de las áreas que, sorprendentemente, ha sido poco estudiada es el desarrollo sexual que han tenido estos jóvenes, es decir, las situaciones relacionadas con la sexualidad experimentadas a lo largo de su infancia y adolescencia y que han interferido en su aprendizaje sobre la sexualidad. Aquí se incluyen, por ejemplo, un entorno familiar en el que hayan sido testigos de prácticas sexuales inadecuadas para su edad, el inicio precoz en el consumo de pornografía o la victimización sexual. Todos estos son factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de conductas sexuales abusivas, pero que ninguno de ellos por sí mismo puede explicarlas por completo.
El estudio que se presenta aquí es el primero que se realiza a nivel estatal. En concreto, se obtuvo una muestra de 73 adolescentes varones que estaban cumpliendo una medida judicial por la comisión de un delito sexual en diversas Comunidades Autónomas. A continuación, se indican los principales resultados obtenidos.
1Universidad del País Vasco
2Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
En España los estudios sobre adolescentes que han cometido algún delito sexual son casi inexistentes. Según el Ministerio del Interior, la tasa anual de delitos sexuales llevados a cabo por adolescentes está en torno al 7% del total de este tipo delitos. Aunque no supone un porcentaje muy elevado, es importante centrar la atención en los factores de riesgo relacionados con estas conductas a tan temprana edad para poder abordarlos adecuadamente dentro de programas de prevención e intervención. No es posible establecer un único perfil para estos adolescentes debido a su gran heterogeneidad, pero sí que hay algunas características que se dan con cierta regularidad en esta población.
Existen numerosos estudios internacionales que han tratado de explicar mediante diferentes modelos teóricos el origen de esta conducta en la adolescencia. Algunos sugieren que puede estar relacionada con experiencias adversas en la infancia, como el maltrato, mientras que otros ponen el acento en el contexto familiar disfuncional, en la ausencia de figuras de apego estables o en un comportamiento antisocial generalizado desde la infancia. Pero una de las áreas que, sorprendentemente, ha sido poco estudiada es el desarrollo sexual que han tenido estos jóvenes, es decir, las situaciones relacionadas con la sexualidad experimentadas a lo largo de su infancia y adolescencia y que han interferido en su aprendizaje sobre la sexualidad. Aquí se incluyen, por ejemplo, un entorno familiar en el que hayan sido testigos de prácticas sexuales inadecuadas para su edad, el inicio precoz en el consumo de pornografía o la victimización sexual. Todos estos son factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de conductas sexuales abusivas, pero que ninguno de ellos por sí mismo puede explicarlas por completo.
El estudio que se presenta aquí es el primero que se realiza a nivel estatal. En concreto, se obtuvo una muestra de 73 adolescentes varones que estaban cumpliendo una medida judicial por la comisión de un delito sexual en diversas Comunidades Autónomas. A continuación, se indican los principales resultados obtenidos.
Respecto a las características de los delitos sexuales, alrededor de la mitad de las víctimas eran de edad similar a los autores (54%), mientras que el 34% eran niñas y niños más pequeños y el 12% eran mujeres adultas. La mayoría de estas víctimas eran de sexo femenino (72,5%), pero hubo un 25% de víctimas masculinas (todas ellas de edad inferior o similar al joven). El 46% de las víctimas eran personas conocidas por el autor, mientras que el 18% pertenecían a su propia familia y el 36% eran personas totalmente desconocidas. Finalmente, conviene destacar que, si bien en la mayoría de las ocasiones los adolescentes cometieron el delito solos, en un 22% de los casos lo cometieron entre dos o más personas.
Como conclusión se puede afirmar que estos jóvenes cometen delitos sexuales contra personas de su entorno más cercano y de edad similar o inferior. En cuanto a su trayectoria vital, es destacable que la prevalencia de diferentes tipos de maltrato y de disfunción familiar es especialmente alta en la mayoría de ellos. Por ello, el entorno familiar puede ser un factor clave para explicar el desarrollo de este tipo de conductas. Finalmente, se pone de relieve la importancia y la necesidad de atender a cómo han sido las experiencias relacionadas con la sexualidad que han tenido desde su infancia. No solo es reseñable el hecho de que hayan sido víctimas de violencia sexual, sino la presencia de esas otras experiencias que han podido afectar negativamente a su desarrollo sexual, ya que también la mayoría de ellos presenta alguno de los episodios señalados en este sentido.
Todas estas cuestiones tienen su aplicación práctica para la prevención general de la violencia sexual. En concreto, contribuyen a la detección temprana a través de los recursos dirigidos a la infancia y al análisis de dinámicas sexuales disfuncionales dentro de las familias, aportan información relevante para la aplicación de una educación sexoafectiva temprana y, por último (pero no menos importante), son de utilidad para la evaluación y tratamiento adaptados de manera individualizada cuando estos jóvenes llegan a las instituciones de reforma en el ámbito judicial. Todo ello debería comenzar necesariamente con la adecuada formación y capacitación de los profesionales de estas áreas de actuación en materia de conductas sexuales abusivas.
El artículo completo puede encontrarse en Psicothema:
Siria, S., Echeburúa, E., & Amor, P. J. (2020). Characteristics and risk factors in juvenile sexual offenders. Psicothema, 32(3), 314-321.
Referencias:
Goulet, J. A. S., & Tardif, M. (2018). Exploring sexuality profiles of adolescents who have engaged in sexual abuse and their link to delinquency and offense characteristics. Child Abuse & Neglect, 82, 112-123. https://doi.org/10.1016/j.chiabu.2018.05.023.
Levenson, J. S., Willis, G. M., & Prescott, D. S. (2016). Adverse childhood experiences in the lives of male sex offenders: Implications for trauma-informed care. Sexual Abuse, 28(4), 340-359. https://doi.org/10.1177/1079063214535819.
Seto, M. C., & Lalumiere, M. L. (2010). What is so special about male adolescent sexual offending? A review and test of explanations through meta-analysis. Psychological Bulletin, 136(4), 526-575. https://doi.org/10.1037/a0019700.
AUTORAS:
Sandra Siria es Doctora en Criminología por la UPV/EHU, especializada en adolescentes con conductas de violencia sexual. Actualmente trabaja como investigadora en la UPNA y como docente colaboradora en la UMH y la UOC. Sus líneas de investigación se centran principalmente en la violencia sexual y en la violencia de género.
Enrique Echeburúa es Catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Premio Euskadi de Investigación 2017 y académico de número de Jakiunde (Academia Vasca de las Ciencias, Artes y Letras).
Pedro J. Amor es Doctor en Psicología y profesor Titular en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Sus principales líneas de investigación están vinculadas al estudio de la violencia dentro de las relaciones de pareja.
FUENTE: INFOCOP
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