Las conclusiones recogidas en este informe son fruto del análisis de datos recopilados a través de encuestas a los alumnos/as y profesores/as que han participado en los talleres, mediante las cuales se pretendía conocer las percepciones y actitudes de víctimas, acosadores, espectadores y profesores en el mismo entorno en el que ocurre el acoso. A continuación, recogemos las principales conclusiones del estudio: Se registran menos casos de acoso escolar durante la pandemia. Con el estado de alarma y el cierre de centros educativos, se redujo significativamente la interacción física entre los niños, las niñas y los/as adolescentes, y, “por tanto, la probabilidad de que se pudiese dar el acoso escolar presencial”. En la misma línea, con las medidas sanitarias de distancia y seguridad (por ej., grupos burbuja) implementadas durante el retorno a las aulas, se elevó el control por parte del profesorado sobre el alumnado. De acuerdo con los autores del informe, el trabajo de concienciación sobre el acoso escolar realizado en los últimos años en los centros escolares ha evidenciado ser eficaz para combatir el problema, si bien los auténticos cambios se podrán observar en los años posteriores a la pandemia. - Con respecto a la percepción de la incidencia del acoso, entre los casos de acoso escolar detectados, el tipo de acoso más frecuente es el que afecta a una sola persona del aula (49,9%). Se registra un incremento de las agresiones en grupo, pasando de un 43,7% en 2018 y 2019 a un 72,4% en 2020 y 2021. Se observa un aumento en la mayoría de los tipos de agresión, así como una mejora en la detección por parte del alumnado de las formas de agresión que sufren sus compañeros/as. Aunque los insultos/motes/burlas siguen siendo el tipo de agresión más reportados (en el 86,3% de los casos), destaca el gran incremento de la difusión de rumores, las amenazas y el aislamiento con respecto a otros años. Si bien la percepción de los motivos de agresión está cambiando, y se observa un incremento en todos los motivos (por sus gustos, por ser de otro país, cultura, raza o religión, por tener buenas o malas notas, porque huele mal o viene sucio…), siguen siendo el aspecto físico y el ser diferente los dos motivos de agresión más reportados. El 21,8% de los niños/as y adolescentes encuestados reconoce “haber podido participar en alguna situación de bullying o ciberbullying sin darse cuenta”. En este punto, los autores del estudio ponen de relieve la trascendencia de concienciar a los y las menores “para detectar estas prácticas y detenerlas a tiempo”. Un 24% de los y las menores indica que conoce compañeros/as de clase que podrían haber sufrido ciberbullying. Los principales medios a través de los cuales se perpetra este tipo de acoso son WhatsApp (53,9%), Instagram (44,4%), TikTok (38,5%) y los juegos online (37,6%). Aproximadamente la mitad de los casos de acoso detectados no llegan a resolverse. Para los alumnos y las alumnas, la forma más eficaz de solucionar este tipo de situaciones es avisando a los y las docentes (31,5%), seguido de avisar a la familia (10,9%) y ayudar o defender a la víctima (10,0%). Para el alumnado, en el 17% de los casos resueltos, el colegio no hizo absolutamente nada. Según señalan, la principal acción tomada por los centros educativos contra los acosadores/as es la “expulsión”. Se indican también otras acciones de “comunicación y acompañamiento a víctimas e implicados/as como ayudar a la víctima, avisar a la familia del agresor/a, hablar con el agresor/a o impartir charlas educativas”. “Ayudar/defender a la víctima” es la principal actuación ante el acoso manifestada por los alumnos y las alumnas. Sin embargo, los autores del informe consideran reseñable el hecho de que un 22,4% de ellos “continúen asumiendo que ‘no hicieron nada’ para ayudar al compañero/a acosado”. El 96,4% del alumnado tiene claro que no seguiría dañando a alguien que está sufriendo. Asimismo, el 88,1% considera que el unirse entre todos para acabar con una situación de sufrimiento de un compañero o una compañera, haría que éste o ésta se sintiera mejor. Aproximadamente el 50% de los niños/as y adolescentes proponen “ayudar o defender a la víctima” para acabar con el acoso escolar. La siguiente propuesta más habitual es contar con la ayuda de adultos (53,7%), tanto profesores/as (27,5%), adultos/as en general (15,0%) o familiares (11,2%). Resaltan también la importancia de “no participar en el acoso escolar” o “ser amigo/a de la víctima” Para los profesores y las profesoras, los aspectos más destacados para que se produzca el acoso escolar son la presión del grupo de amigos/as, la falta de respeto a las diferencias y la falta de una gestión emocional adecuada en los niños/as para resolver los conflictos. El 75,9% del profesorado considera que las principales características que definen a los agresores/as en los casos de acoso escolar son los problemas familiares (falta de normas o disciplina, modelo familiar inadecuado…), el 75,4% que son la agresividad, la falta de control, la impulsividad, la normalización de la violencia, etc., y el 72,1% menciona los sentimientos de superioridad (liderazgo, autoritarismo, prepotencia, egocentrismo, fuerza física, manipulación, deseo de llamar la atención…). Trabajar con el alumnado, la riqueza del respeto a las diferencias (superar el miedo a las diferencias), favorecer la escucha, el diálogo y la comunicación en la resolución de conflictos, observar las relaciones que se establecen en el aula entre los diferentes alumnos/as y trabajar la cohesión de grupo, son las acciones mejor valoradas los/as docentes para prevenir el acoso escolar. Por el contrario, las medidas punitivas tienen menor grado de aceptación por parte del profesorado como acciones posibles para la prevención del acoso, siendo menor valoradas a la hora de acabar con estas conductas. A su juicio, las intervenciones que consideran más eficaces en la lucha contra el acoso escolar en los centros educativos son las actividades de sensibilización y prevención con especialistas (talleres, charlas…), la educación en valores (habilidades sociales, respeto, diversidad, cohesión de grupo…), los protocolos de actuación (observación, detección e intervención inmediata…) y la comunicación directa con el alumnado (tutorías, orientación, mediación…). Para la mayoría de los y las docentes, las principales acciones que pueden llevar a cabo las madres y los padres son educar en valores (trabajar la autoestima, autonomía, conciencia social, confianza, dar ejemplo, enseñar a resolver problemas…) y prestar atención a los hijos/as (escuchar, conocer, realizar actividades conjuntas, dedicar tiempo, seguimiento del rendimiento académico…). El 61,2% del profesorado considera que la intervención es adecuada en los centros educativos “sólo en algunas ocasiones”. Las principales barreras que se encuentran los centros escolares a la hora de intervenir son la falta de recursos (en el 78,8% de los casos) y la falta de formación entre el profesorado (51,0%). A juicio de los/as docentes, no se cuenta con las herramientas necesarias debido a la falta de formación en el tema, así como a la falta de apoyo de la dirección y el profesorado y de implicación de las familias. Precisamente, cerca del 50% considera la formación del profesorado como una herramienta fundamental en la intervención eficaz de los casos de acoso escolar, seguido de talleres (de concienciación y sensibilización) y charlas con expertos/as, así como actividades entre alumnos/as y profesores/as que fomenten el respeto y la diversidad y faciliten la comunicación (alumnos/as-profesorado). El 52,4% de los niños/as y adolescentes considera positiva la prohibición de los teléfonos móviles en los centros escolares, principalmente, como medida para evitar el ciberbullying (18,6%) y acabar con distracciones y mejorar la atención (16,5%). Por su parte, un 23% lo percibe como una medida inadecuada, apelando a necesidades cotidianas: la necesidad de realizar llamadas de urgencia (10,6%), contactar con familiares a la salida y entrada del cole (2,8%) o relacionarse con otros/as (1,9%). En la misma línea, el 78,8% de los/as docentes creen que prohibir los móviles en el aula es una medida adecuada para detener el bullying y el ciberbullying, dado que no es necesario para el aprendizaje y fomenta la desconcentración. La valoración global de los talleres ha sido muy positiva por parte del 98,8% del profesorado, siendo considerada de gran utilidad por el 89,5% del alumnado. Los talleres han demostrado su eficacia en ayudar a que el alumnado detectar correctamente y definir con mayor precisión el acoso escolar, “como algo que va más allá de problemas habituales que ocurren entre compañeros/as y que ocurre de forma reiterada”. Así, se detecta un descenso de la normalización de la violencia, un aumento en el grado de empatía y de la percepción de daño en el resto de los actores (el agresor/a, los observadores/as, los profesores/as y el resto de la clase), así como en la predisposición de los alumnos/as a pedir ayuda de otras personas ante un caso de acoso escolar, en lugar de tratar de enfrentar la situación uno solo/a. Aumenta también la voluntad de defender y apoyar a las víctimas de acoso escolar.
Se puede acceder al informe completo desde la página Web de Fundación ANAR o bien directamente a través del siguiente enlace: III informe de prevención del acoso escolar en los centros educativos fuente: INFOCOP
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