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Decía el maestro Erik Erikson que la vida no tiene sentido sin la interdependencia, de modo que cuanto antes nos convenzamos mejor para todos. Mediante vínculos establecidos con la familia y los iguales se va conformando una suerte de urdimbre que es sumamente adaptativa ya que en todos nosotros hay presente un quantum de dependencia relacional. En tales escenarios vitales se define la esfera identitaria y actitudinal ante cuestiones tales como el acoso social entre compañeros. Y es que las actitudes de los adolescentes ante la violencia bullying están condicionadas por la interacción entre las características individuales y los contextos de desarrollo psicosocial, entre ellos, el ámbito familiar. Resulta un fenómeno hipercomplejo ya que, aparte del acosador y de la víctima, intervienen, de una u otra manera, los miembros del grupo-clase, además de que influyen factores familiares, culturales y sociocomunitarios.
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La familia sigue siendo la agencia más relevante en la socialización de las personas, actuando múltiples indicadores del clima social familiar como factores protección y de riesgo ante el bullying. En concreto, las familias con hijos acosadores suelen exhibir una combinación de supervisión parental inadecuada y una disciplina dura e imprevisible, a la vez que un estilo parental autoritario y punitivo. Todo ello va conformando un clima familiar que facilita el que sus hijos se impliquen en casos de acoso, reproduciendo con sus iguales las relaciones de dominación que han observado. Así, mientras que unas relaciones familiares afectivas y llenas de cariño y comprensión sirven de protección contra el acoso entre iguales, unas relaciones frías y distantes van generando actitudes de mayor permisividad ante la violencia y predicen el bullying (véase Ovejero y Moral, 2018; Yubero et al., 2018). Específicamente, se ha hallado que el clima familiar ejerce un vínculo indirecto con la victimización por acoso (Ding et al. (2020) y se ha constatado una relación entre el efecto protector del clima social familiar y la victimización por acoso en adolescentes, si bien el vínculo está mediado por mecanismos psicosociales, tales como las relaciones con maestros y compañeros (Chen et al., 2021). Fundamentado lo anterior, nuestro objetivo fue realizar un análisis psicosocial de las diferencias reportadas según las actitudes percibidas frente al bullying en indicadores como prácticas disciplinarias, apoyo y comprensión de los padres, castigo y rechazo, así como reprobación. Para ello, participaron en el estudio 665 estudiantes (50,4% niñas) de 12 a 18 años (M = 14,59, DT = 1,691) del Principado de Asturias (España), seleccionados mediante un muestreo intencional con submuestreo aleatorio simple de los grupos escolares. Se ha aplicado el Cuestionario de Educación Familiar EMBU-89 que está integrado por seis factores mediante los que se exploran diversas estrategias paternas de educación de los hijos: Sobreprotección (excesivo control y preocupación de los padres), Comprensión y Apoyo (percepción de afecto, cariño y apego), Castigo (empleo de prácticas educativas de tipo represivo), Presión hacia el Logro (presión paterna para la obtención de buenos resultados académicos y/o sociales), Rechazo (criterios comparativos injustos y discriminadores respecto a otros miembros del núcleo familiar) y Reprobación (percepción filial de incomprensión). A su vez, la evaluación de las percepciones ante la violencia bullying se ha llevado a cabo mediante la Escala de actitudes ante la agresión social elaborada ad hoc por los investigadores y basada en un modelo teórico tridimensional subyacente: a) cognitiva (percepciones del alumnado acerca del uso de la violencia contra sus compañeros y en general); b) afectiva (grado de identificación o rechazo de las víctimas de bullying); y c) comportamental (disposiciones conductuales y experiencias previas de abuso). En función de los resultados, se ha confirmado una relación positiva entre la percepción de apoyo de los padres y las actitudes de mayor resistencia hacia el acoso escolar en las tres dimensiones actitudinales exploradas. Se ha observado que las actitudes más favorables hacia el bullying se relacionan con las percepciones más negativas del clima familiar, mayor desobediencia paterna, peor comunicación paterno-filial y mayor trato diferencial negativo de los padres respecto a los hijos. Asimismo, se ha confirmado que los adolescentes con actitudes permisivas ante el bullying informan del empleo de más violencia física y de castigos corporales por parte de sus padres, así como de mayor violencia psicológica, son conscientes de la dificultad para comunicarse con sus padres y se sienten menos queridos y respetados por ellos. Este estudio apoya la relevancia de las prácticas de socialización familiar en la construcción de actitudes hacia el acoso escolar. Dada la multideterminación de esta problemática han de ofrecerse estrategias coordinadas para su prevención, de modo que, aparte de reducir los impactos de los factores de riesgo, entre los que destacan los familiares, ha de promoverse el fortalecimiento de factores protectores de índole psicosocial. El artículo completo puede encontrarse en la revista Psicothema: Moral, M. V., & Ovejero, A. (2021). Adolescents Attitudes to Bullying and its Relationship to Perceived Family Social Climate. Psicothema, 33(4), 579-586. doi: 10.7334/psicothema2021.45. | ||||
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