viernes, 21 de enero de 2022

EFECTOS DEL CONFINAMIENTO EN EL DESARROLLO DEL TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

 


Almudena Castells

El primer caso detectado por coronavirus, en diciembre de 2019 supuso el inicio de una época caracterizada por una serie de sucesos sociales, económicos y sanitarios. En marzo de 2020, en España, se implementaron las medidas de restricción con el objetivo de controlar la pandemia. Estas medidas supusieron un cambio en el estilo de vida, dando lugar a un cambio drástico en los hábitos rutinarios, lo que ha supuesto un empeoramiento psíquico en la población general. Actualmente nos encontramos  frente a una ola de problemas de salud mental, más aún en los grupos vulnerables, como personas que padecen  un trastorno mental, donde los factores de estrés se vieron agravados.

Dentro de este grupo se encuentran aquellas personas que padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), donde la prevalencia está incrementando en la población joven de países desarrollados (Peláez, Raich, y Labrador, 2010). En España los investigadores indican una tasa de prevalencia del TCA en adolescentes sobre el 4-5% de la población. Es más frecuente encontrar este trastorno en la población de países desarrollados donde coexiste una demasía de alimentos y un empeño por la delgadez (Navalón Güemes, Rodriguez y Rubio, 2015), por lo que se ha llegado a considerar los TCA como una “epidemia” en países desarrollados (Chorot et al., 2012; Cooper, Fairbun y Shafran, 2003 como se citó en Caballero, 2018).

 

Los TCA son un conjunto de enfermedades psiquiátricas complejas y multifactoriales. Actualmente, la clasificación de los diferentes tipos de trastornos de la alimentación y sus criterios diagnósticos se pueden encontrar tanto en DSM-5 como en CIE-10 y reúnen una aproximación descriptiva de los diversos síntomas sin decretar una estructura jerárquica entre ellos. Todos estos tipos comparten síntomas cardinales tales como; la preocupación excesiva por la imagen corporal y/o la alimentación, un uso desadaptativo de las emociones y situaciones estresantes que se canalizan a través de la comida o el cuerpo, una incapacidad para identificar las propias emociones y una autoestima baja, entre otras.

El origen multifactorial, junto con su creciente incidencia en la población y la elevada tasa de morbilidad y mortabilidad, han hecho que esta patología alcance un papel relevante en investigación. Debido a esto es necesario dar respuesta a los cuantiosos interrogantes producidos por los efectos de la pandemia y del confinamiento en una población vulnerable como las personas que pueden predisponer a padecer un TCA.

Principales factores para el desarrollo de un TCA:

Siguiendo la línea de Carlos Moratilla y Fernando Aranda, podemos señalar que los principales factores que influyeron en desarrollar un TCA a personas con una determinada predisposición fueron:

  • La pandemia ha provocado un colapso en nuestro sistema sanitario, provocando que nuevos casos de personas con TCA no pudieran ser atendidos, donde la detección precoz es esencial para el tratamiento de esta patología.
  • Sobreatención sobre el estado físico y sobre la alimentación: el malestar producido por una nueva situación de peligro, donde los cambios y la incertidumbre eran los protagonistas del escenario, ha provocado que estas personas utilicen el control sobre el cuerpo y la comida como mecanismo de regulación emocional. Estos cambios tan pronunciados, han tenido consecuencias en el tipo de alimentación, debido al limitado acceso a los supermercados, así como un cambio en la calidad de los productos, y en ocasiones el consumo en exceso de alimentos.
  • Uso de las redes sociales: como elemento distractor principal entre la población joven, que han sustituido las relaciones sociales por relaciones virtuales, la mayoría de las veces sin un control parental. Gran parte del contenido en las redes sociales giró en torno al ejercicio físico en casa y una buena alimentación que, junto con ideales de belleza inalcanzables, han provocado que esto se convierta en una obsesión en muchos adolescentes y jóvenes.
  • Preocupación por la salud y sus prácticas por alcanzarla. Una perspectiva de salud global puede dar lugar a que cuidarse significa comer sano, y un uso exagerado y desadaptivo de esta interpretación puede dar lugar a la restricción, con la realización de dietas mal planificadas, lo que supone un factor precipitante para poder desarrollar un TCA.

En un estudio realizado por Samatán y Ruiz (2021), se observó que durante el confinamiento los adolescentes que padecían un TCA presentaban una mayor reactivación de sus síntomas tanto compulsivos, como restrictivos y afectivos, al igual que se ha manifestado un aumento de riesgo en conductas autolesivas y suicidios entre esta población.

Para personas que padecían en el momento del confinamiento un TCA, se ha detectado un incremento de los síntomas de ansiedad y depresión, vinculado a un bajo nivel de autocontrol. Este empeoramiento en los meses de aislamiento, está vinculado con una peor funcionamiento de las estrategias de adaptación de estos pacientes, y al impacto en el desarrollo psicosocial debido al cambio de rutinas y a la incapacidad para realizar sus actividad del día a día.

Conclusiones

Es necesario seguir investigando cuales son los efectos que el confinamiento ha podido originar en este tipo de pacientes. En una primera lectura, la investigación sugiere que las consecuencias derivadas de la pandemia, como pueden ser la ansiedad o la incertidumbre, provocan un incremento en las conductas restrictivas y agravan la sintomatología de la población que padece un TCA.

 

Bibliografía

Caballero, A. (2018). Terapia individual o terapia grupal en TCA: Qué papel tienen el perfeccionismo, la autoestima y la alexitimia en dichos trastornos y cómo abordarlos. Proyecto fin de máster.

Duarte Rojas, J., y Mendieta Zerón, H. (2019). Trastornos de la conducta alimentaria. Problemas de Salud Pública. Universidad Autónoma del Estado de México.

Gandarillas, A., Zorrilla, B., Sepúlveda, A., y Muñoz, P. (2003). Trastornos del comportamiento alimentario. prevalencia de casos clínicos en mujeres adolescentes de la Comunidad de Madrid. Instituto de Salud Pública.

Márquez, S. (2008). Trastornos alimentarios en el deporte: factores de riesgo, consecuencias sobre la salud, tratamiento y prevención. Nutrición Hospitalaria, 23, (3).

Navalón, A., Güemes, I., Rodríguez, A., y Rubio, L. (2015). Guía de prevención de TCA en adolescentes. Díaz, M. Hospital Clínico San Carlos.

Peláez, M., Raich, R., y Labrador, J. (2010). Trastornos de la conducta alimentaria en España: Revisión de estudios epidemiológicos. Mexican Journal of Eating Disorders, 1, pp. 62-75.

Rámirez, A., y Zerpa, C. (2020). Relaciones entre confinamiento domiciliario por la pandemia COVID-19: Hábitos y estado emocional en personas con o sin conductas sugestivas de Trastornos del comportamiento alimentario residentes de zonas urbanas de Venezuela. Boletín Científico Sapiens Research. 10 (2).

Samatán-Ruiz, E., y Ruiz-Lázaro, P. (2021). Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes durante pandemia covid-19: estudio transversal. Revista de Psiquiatria Infanto-Juvenil. 38 (1), pp. 40-52.

FUENTE: COP MADRID