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lunes, 17 de abril de 2017

Estrategias de afrontamiento y de regulación emocional


Aitziber Pascual, Susana Conejero e Itziar Etxebarria
Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea

El término regulación emocional se utiliza para designar todos aquellos procesos que tienen la función de modificar tanto la experiencia subjetiva como la expresión exterior de cualquier emoción, positiva o negativa (Etxebarria, 2002). El afrontamiento es un concepto muy próximo, pero más limitado: hace referencia únicamente a la regulación de las emociones negativas.

Hay autores que defienden que, en general, sí se puede afirmar que hay estrategias de afrontamiento y de regulación emocional más adecuadas que otras. Así, algunos sostienen que lo ideal es que la persona disponga de un amplio repertorio de estrategias de afrontamiento o de regulación emocional, principalmente estrategias de resolución de problemas y de apoyo social, mientras que la evitación y la negación serían dos estrategias de afrontamiento poco adaptativas y, por tanto, no recomendables.

En esta misma línea, Carver, Scheier y Weintraub (1989) defienden que pueden considerarse formas de afrontamiento adaptativas: el afrontamiento activo, la planificación, la supresión de actividades competitivas, la contención, la reinterpretación positiva y la búsqueda de apoyo social. Por el contrario, la negación, el desenganche conductual, el desenganche mental, el centrarse en la propias emociones y airearlas y el recurrir al alcohol y las drogas como forma de desenganche, tendrían un valor más dudoso.

Otros autores (p. ej., Etxebarria, 2002; Frijda, 1986), sin embargo, defienden que el juicio acerca de la adecuación de una determinada estrategia de afrontamiento o de regulación emocional debe hacerse teniendo en cuenta el contexto en que se produce. Así, muchas estrategias de afrontamiento y de regulación emocional pueden ser beneficiosas para determinadas personas en ciertas situaciones, y perjudiciales para otras o para esas mismas personas en otras situaciones.

En este sentido, lo que plantean algunos autores es que, para saber si en una situación determinada una estrategia de afrontamiento o de regulación es más adecuada que otra, habría que analizar las funciones que desempeñan dichas estrategias, esto es, analizar si se consiguen resultados positivos o negativos mediante dichas estrategias (Etxebarria, 2002; Frijda, 1986; Koole, 2010).

En nuestro estudio, centrado en emociones negativas, nos propusimos analizar en qué medida las diferentes estrategias de afrontamiento de la ansiedad se asocian a tres índices de salud: en qué medida logran que disminuya la ansiedad, logran que la persona quede satisfecha consigo misma y logran que mejore la relación con otras personas.

En el estudio participaron 762 adolescentes (50.78 % varones y 49.21 % mujeres) de varios institutos del País Vasco, de edades comprendidas entre los 16 y los 18 años.

Para evaluar las estrategias de afrontamiento, se utilizó una adaptación del Responses to Stress Questionnaire (Connor-Smith, Compas, Wadsworth, Thomsen y Saltzman, 2000). Dicha versión constaba de 47 ítems agrupados en las siguientes escalas: Resolución de problemas, Regulación emocional, Expresión emocional, Pensamiento positivo, Reestructuración cognitiva, Distracción, Aceptación, Evitación, Negación, Ilusión, Rumiación, Inacción y Escape. A los participantes se les pedía que pensasen en una situación habitual de ansiedad y que, a continuación, indicasen, en una escala de 4 puntos, con qué frecuencia (1 = nunca, 4 = muchas veces) actúan de la forma que indica cada ítem.

Por otra parte, para evaluar si las estrategias de afrontamiento resultan adecuadas o inadecuadas, se realizaron varias preguntas relativas a los 3 índices mencionados (escalas de 5 puntos): 1) “¿Logras que disminuya la ansiedad?, ¿en qué medida?”, 2) “¿Logras quedarte satisfecho/a contigo mismo/a?, ¿en qué medida?” y 3) “¿Logras mejorar la relación con otras personas? ¿En qué medida?”.

Los resultados fueron consistentes con lo señalado por autores como Carver et al. (1989), ya que fueron las estrategias de afrontamiento más activas y resolutivas, que implican una reinterpretación positiva de la situación (la resolución de problemas, la regulación emocional, la expresión emocional, el pensamiento positivo, la reestructuración cognitiva, la distracción y la aceptación) las que correlacionaron de forma significativa y positiva con los tres índices contemplados. Por otra parte, fueron las estrategias más pasivas o que implican centrarse demasiado en las propias emociones (evitación, negación, ilusión, rumiación, inacción y escape) las que correlacionaron de forma significativa y negativa con los tres índices señalados.

Estos resultados permiten concluir que, en general, puede hablarse de estrategias de afrontamiento más adecuadas que otras. No obstante, no podemos olvidar la idea antes señalada de que la adecuación o no de una determinada estrategia siempre va a depender, en último término, de la persona y del contexto concreto.

Sería interesante que estos datos se tuvieran en cuenta tanto en la educación de los/as jóvenes, como a nivel terapéutico.

El artículo completo puede encontrarse en la Revista Ansiedad y Estrés:

Pascual, A., Conejero, S. y Etxebarria, I. (2016). Coping strategies and emotion regulation in adolescents: Adequacy and gender differences. Ansiedad y Estrés, 22(1), 1-4.


Referencias:

Carver, C. S., Scheier, M. F. y Weintraub, J. K. (1989). Assessing coping strategies: A theoretically based approach. Journal of Personality and Social Psychology, 56(2), 267-283. doi: 10.1037/0022-3514.56.2.267.

Connor-Smith, J. K., Compas, B. E., Wadsworth, M. E., Thomsen, A. H. y Saltzman, H. (2000). Responses to stress in adolescence: Measurement of coping and involuntary stress responses. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 68(6), 976-992. doi: 10.1037/0022-006X.68.6.976

Etxebarria, I. (2002). La regulación de las emociones. En P. Fernández y N. Ramos (Eds.), Corazones inteligentes (pp. 449-476). Barcelona: Kairós.

Frijda, N. H. (1986). The emotions. Cambridge: Cambridge University Press.

Koole, S. L. (2010). The psychology of emotion regulation: An integrative review. En J. De Houwer y D. Hermans (Eds.), Cognition & Emotion: Reviews of current research and theories (pp. 128-167). Nueva York: Psychology Press. 



Aitziber Pascual Jimeno es profesora agregada de la UPV/EHU. Realizó su tesis doctoral sobre emociones y trastornos alimentarios, bajo la dirección de las profesoras Itziar Etxebarria y Mª Soledad Cruz. También ha realizado investigación empírica sobre las emociones autoconscientes de culpa, vergüenza y orgullo moral.
Susana Conejero es profesora de la UPV/EHU. Realizó su tesis doctoral acerca de las emociones y el perdón en contextos de conflicto intergrupal y violencia, la cual fue defendida en 2010. Su línea de investigación se centra en las emociones sociomorales de empatía, culpa y orgullo moral.
Itziar Etxebarria Bilbao es catedrática de Psicología Básica de la UPV/EHU. Ha realizado investigaciones sobre las emociones en distintos ámbitos y, especialmente, en el moral. Asimismo, ha estudiado las diferencias de género tanto en las emociones como en la conducta moral. En la actualidad es presidenta de la Asociación de Motivación y Emoción (AME).
FUENTE: INFOCOP

jueves, 19 de diciembre de 2013

Los atracones de comida en adolescentes. Relación con las estrategias de afrontamiento, conductas problema y patrones de comida en familia

El atracón, la ingesta de grandes cantidades de comida en un periodo discreto de tiempo acompañado de una sensación de pérdida de control, es un síntoma central en dos de los trastornos de la alimentación reconocidos por el DSM-IV: la bulimia nerviosa y el trastorno por atracones (American Psychiatric Association [DSM-IV], 1994). Aparece, además, en personas con síndromes parciales de los trastornos alimentarios y en población no clínica, sobre todo, en personas con sobrepeso y obesas (Didie y Fitzgibbon, 2004). Las personas que tienen atracones de forma habitual presentan un mayor riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, como la bulimia o el trastorno por atracón (Didie y Fitzgibbon, 2004), y una mayor probabilidad de presentar sobrepeso u obesidad. Además, en ocasiones los atracones están asociados a medidas compensatorias para evitar la ganancia de peso (ej., vómito autoinducido), que presentan serios problemas para la salud (Fairburn, 1995).

Teniendo en cuenta que es un síntoma y un antecedente de dos de los trastornos de la conducta alimentaria asociado a importantes riesgos para la salud, es importante el estudio de los factores y los mecanismos que preceden a la aparición de estos episodios de sobreingesta, para la prevención de patologías alimentarias y de obesidad. Para ello, es necesario estudiar las características asociadas a la formación de hábitos de conducta alimentaria patológicos en sujetos que todavía no hayan desarrollado un trastorno de la conducta alimentaria.

A pesar de llevar décadas siendo el objeto de estudio en países como Estados Unidos o Canadá, no hemos encontrado investigaciones centradas en esta conducta en nuestro país. Por ello, consideramos necesaria su evaluación en adolescentes españoles para poder comparar los resultados con los obtenidos en otras culturas.

El estudio, que a continuación describiremos muy brevemente, tuvo como principales objetivos: comparar a los adolescentes con y sin atracones con respecto a determinados problemas de conducta y a las estrategias de afrontamiento; y examinar la relación entre los episodios de atracón y los patrones de comida en familia. La muestra la formaron 259 adolescentes matriculados en un IES de Avilés (edades: 12-21 años), que completaron varios instrumentos (Escala de Afrontamiento para Adolescentes, Test de Bulimia de Edimburgo, Youth Self-Report y 13 preguntas adicionales). Los resultados mostraron que el 33,2% de la muestra indicó haber tenido al menos un episodio de atracón en los últimos 6 meses. No se encontraron diferencias significativas entre chicos y chicas, pero sí para los distintos grupos de edad (a más edad mayor porcentaje de adolescentes indicaron tener atracones). Con respecto a los problemas de conducta, se encontraron diferencias significativas entre los adolescentes con atracones y los que no los tienen en depresión, problemas de pensamiento, conducta fóbico-ansiosa, quejas somáticas, búsqueda de atención y aislamiento, presentando el grupo con atracones puntuaciones medias más altas en todos estos factores. Los resultados muestran que, incluso en poblaciones no clínicas, la presencia de esta conducta está asociada a determinadas conductas problema que, a su vez, están presentes en las personas con desórdenes alimenticios.

Los adolescentes que indicaron tener atracones utilizan con más frecuencia estrategias de afrontamiento de evitación que los adolescentes que indicaron no tenerlos, sin embargo, no se diferenciaron en la frecuencia con la que usan estrategias de afrontamiento orientadas a resolver el problema. Respecto a la frecuencia y ambiente en las comidas en familia, no se encontraron diferencias significativas entre los adolescentes con y sin atracones. Las frecuencias de comidas y cenas en familia encontradas fueron elevadas a pesar del rápido ritmo de vida al que estamos sometidos.

Las principales limitaciones del presente estudio son el tamaño relativamente pequeño de la muestra y la falta de heterogeneidad, ya que todos los participantes procedieron del mismo IES. Teniendo en cuenta estos inconvenientes, en la actualidad estamos realizando un estudio similar utilizando una muestra mayor y más heterogénea de adolescentes asturianos.

A pesar de las limitaciones, los resultados nos indican que los atracones son bastante frecuentes entre los adolescentes, y que están asociados a ciertas conductas problema y a la utilización de estrategias de afrontamiento de evitación. Los resultados de este estudio ponen de manifiesto la importancia de la prevención a través de la potenciación y el desarrollo de formas eficaces de afrontar los problemas en adolescentes, para así evitar el establecimiento de patrones de conducta que puedan, a la larga, contribuir al desarrollo de patologías alimentarias. Las posibles líneas de investigación futuras podrían seguir examinando el rol de las estrategias de afrontamiento en la aparición de atracones en adolescentes, así como seguir profundizando en su relación con los patrones de comida en familia, ya que éstos podrían representar un posible factor protector para el desarrollo de ciertas conductas desviadas con respecto a la comida.

Referencias

American Psychiatric Association (2000). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4th ed. Text Revision). Washington, DC: Author.

Didie, E., y Fitzgibbon, M. (2005). Binge eating and psychological distress: is the degree of obesity a factor?. Eating Behaviours, 6, 35-41.

Fairburn, C. G. (1995). Overcoming binge eating. New York: The Guilford Press, Inc.

FUENTE: Infocop