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martes, 10 de septiembre de 2024

La OMS actualiza sus datos sobre trastorno bipolar

 A las personas con trastorno bipolar les conviene cambiar de hábitos para mejorar su calidad de vida. Por ejemplo, necesitan seguir un patrón regular de sueño, realizar actividad física, tomar una alimentación saludable, reducir los factores causantes de estrés y controlar su estado de ánimo. Las intervenciones psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal y la psicoeducación, pueden ayudar eficazmente a aliviar los síntomas depresivos y la posibilidad de que reaparezcan.

Estos son algunos de los datos destacados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su actualización de datos y cifras relativos al trastorno bipolar, recogida en su página Web.

Tal y como lo define la OMS, el trastorno bipolar es “una afección de salud mental que afecta al estado de ánimo, la energía, la actividad y la ideación de la persona y que se caracteriza por la aparición de episodios maníacos (o hipomaníacos) y depresivos.”

trastorno bipolar
Fuente: freepik. Foto: pch.vector. Fecha: 07/08/24

Durante el episodio maníaco, la persona presenta un estado de ánimo muy elevado, con “mucha vitalidad”: se siente muy contenta, excitada e hiperactiva. Puede sentirse también eufórica, cambiar de estado de ánimo de forma brusca y exteriorizar en exceso sus emociones (por ej., reírse sin parar o sentirse más irritable, nerviosa e inquieta de lo normal).

Estos cambios que se producen en el estado de ánimo y en las actividades se acompañan de otros síntomas característicos, tales como, una sensación exagerada de autoestima o de valía personal; un discurso acelerado y cambios rápidos de una idea a otra; dificultades para concentrarse y facilidad para distraerse; disminución de la necesidad de dormir; comportamientos imprudentes o arriesgados (gastar más dinero de la cuenta, mantener relaciones sexuales de riesgo, beber o hacerse daño a uno mismo o a los demás); ideas de grandeza o la creencia errónea de ser perseguido, etc.

Por otro lado, durante un episodio depresivo, la persona tiene un estado de ánimo depresivo y se siente triste, irritable y vacía, pudiendo perder el interés por realizar actividades de las que antes disfrutaba y no obtener placer al realizarlas. Suelen aparecer otros síntomas, entre ellos, baja concentración, sentimiento excesivo de culpa o baja autoestima, desesperanza respecto al futuro, ideas sobre la muerte o suicidas, trastornos del sueño, cambios en el apetito y/o el peso, o sensación de estar muy cansado o de tener poca energía.

En función del patrón de episodios maníacos, hipomaníacos y depresivos se distingue entre trastorno bipolar Tipo I y Tipo II

La OMS recuerda que la diferencia entre los episodios depresivos del trastorno bipolar y las fluctuaciones del estado de ánimo que experimentan la mayoría de las personas, radica en que “los síntomas duran la mayor parte del día y están presentes casi todos los días durante al menos dos semanas”.

De acuerdo con la Organización, algunas personas con trastorno bipolar pueden presentar episodios hipomaníacos, caracterizados por la presencia de “síntomas similares a los maníacos pero de menor intensidad, que no suelen alterar en la misma medida la capacidad funcional de la persona”.

Así, en función del patrón de los episodios maníacos o hipomaníacos y depresivos, se distinguen dos tipos principales de trastorno bipolar:

  • Tipo I: cuando la persona presenta uno o más episodios maníacos entre los cuales se alternan episodios depresivos, que con el tiempo suelen ser más frecuentes que los maníacos.
  • De Tipo II: se dan uno o más episodios hipomaníacos y al menos un episodio depresivo, pero no hay episodios maníacos.
Las personas con trastorno bipolar sufren discriminación y estigmatización, tanto por parte de su entorno social como de los servicios de salud

Con respecto a la prevalencia, según las cifras correspondientes a 2019, cerca de 40 millones de personas (uno de cada 150 adultos, es decir, el 0,53% de la población mundial) presentan un trastorno bipolar. Esta afección se observa principalmente en personas en edad laboral, pero también en otras más jóvenes.

Asimismo, a pesar de que su prevalencia es aproximadamente la misma en hombres que en mujeres, los datos indican que a ellas se les diagnostica menos. De hecho, la Organización advierte de la baja cobertura de tratamiento de este trastorno en todo el mundo, con una gran cantidad de casos infradiagnosticados y falta de acceso a los servicios e intervenciones recomendados, principalmente, en países de ingresos medianos y bajos.  

De igual modo, alerta de la discriminación y estigmatización que sufren las personas con trastorno bipolar, tanto por parte de su entorno social como por los servicios de salud, lo que dificulta que busquen ayuda cuando la necesitan. En la misma línea, señala, “la exclusión social que sufren puede limitar las opciones de formación, empleo y vivienda que se les ofrecen”.

A pesar de que los síntomas del trastorno bipolar son recurrentes, es posible recuperarse con la atención adecuada

El trastorno bipolar es una de las principales causas de discapacidad en el mundo y puede afectar a muchas esferas de la vida (ámbito laboral, social, familiar, educativo, etc.).

La OMS indica que no se conoce la causa exacta de este trastorno, pudiendo influir en su aparición, evolución y pronóstico, múltiples factores biológicos, psicológicos, sociales y estructurales. Se ha observado que las personas con trastorno bipolar tienen más probabilidad de presentar ansiedad, de fumar, consumir sustancias y/o bebidas alcohólicas, realizar conductas suicidas, sufrir enfermedades orgánicas (por ejemplo, cardiovasculares y respiratorias) y encontrar dificultades para acceder a los servicios de salud. En conjunto, advierte, “estas personas fallecen más de 10 años antes que la población general”.

No obstante, a pesar de que los síntomas del trastorno bipolar suelen ser recurrentes, la OMS afirma que “es posible recuperarse”: con la atención adecuada, la persona “puede hacer frente a sus síntomas y llevar una vida plena y productiva”.

El trabajo, por su parte, si bien puede ser una fuente de estrés para estas personas, también puede protegerlas: si las condiciones laborales son buenas y están adaptadas, “se puede facilitar la recuperación al potenciar sus actividades, reducir los síntomas y mejorar su calidad de vida y su autoestima”.

Entre las intervenciones psicológicas, la OMS destaca la TCC, la terapia interpersonal y la psicoeducación

Con respecto al tratamiento, pone de relieve la existencia de varias opciones terapéuticas eficaces, que suelen combinar el tratamiento farmacológico y las intervenciones psicológicas y psicológicas y sociales.

Para mejorar la calidad de vida de las personas con trastorno bipolar es clave fomentar un cambio de hábitos (por ej., seguir un patrón regular de sueño, realizar actividad física, tomar una alimentación saludable, reducir los factores causantes de estrés y controlar su estado de ánimo). En este sentido, las intervenciones psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal y la psicoeducación, “pueden ayudar eficazmente a aliviar los síntomas depresivos y la posibilidad de que reaparezcan”.

El apoyo de familiares y amigos es crucial para el/la paciente. La psicoeducación familiar puede ayudar a las familias a comprenderle y ayudarle mejor, y a través de los grupos de apoyo, la persona con trastorno bipolar puede recibir estímulos positivos, herramientas para hacer frente a los problemas y compartir sus experiencias, siendo de gran ayuda tanto para ellos/as como para sus familiares.

Entre las intervenciones psicológicas y sociales para la recuperación, la OMS cita el empleo asistido, el alojamiento asistido, el apoyo entre iguales y la formación en competencias sociales y vitales, indicando que este tipo de intervenciones “fomentan la confianza, la autonomía, la capacidad y la inclusión social de la persona”.

Es fundamental dar voz a los y las pacientes en la toma de decisiones sobre su tratamiento y la atención que reciben, teniendo en cuenta sus preferencias

La Organización recuerda que “la medicación no suele bastar por sí sola para recuperarse por completo” e incide en la importancia de brindar a las personas con trastorno bipolar el trato respetuoso y digno que merecen, siendo fundamental darles voz en la toma de decisiones sobre su tratamiento y la atención que reciben, teniendo en consideración sus preferencias y la eficacia y los efectos secundarios de cada fármaco.

El texto finaliza con un resumen de las diferentes medidas y acciones implementadas por la OMS para prestar una atención de calidad con los servicios adecuados a las personas con problemas de salud mental, incluido el trastorno bipolar, entre ellas, el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030, su Iniciativa Especial sobre Salud Mental, el Programa de Acción para Superar las Brechas en Salud Mental de la OMS, o las orientaciones en materia de servicios comunitarios de salud mental y de planteamientos centrados en la persona y basados en los derechos.

Fuente: OMS (2024, 8 de julio). Trastorno bipolar. Datos y cifras. Notas descriptivas. Centro de prensa. Organización Mundial de la Salud. Recuperado de: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/bipolar-disorder

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Etiquetas: Trastorno bipolar

martes, 14 de mayo de 2024

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (NICE) ha lanzado una actualización de su guía clínica sobre el trastorno bipolar (Bipolar disorder: assessment and management [CG185]). Las recomendaciones del NICE se basan en revisiones sistemáticas de la mejor evidencia disponible y en la consideración explícita de la eficacia, eficiencia y efectividad de las intervenciones. Destinatarios Esta guía, dirigida a profesionales de la salud, así como a aquellos que trabajan en salud ocupacional y servicios sociales, aborda exhaustivamente la detección, evaluación e intervención del trastorno bipolar en niños, jóvenes y adultos. Ofrece una serie de recomendaciones basadas en la evidencia sobre la detección, evaluación y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria y especializada, el manejo de la manía, la hipomanía y la depresión bipolar, y la promoción de la recuperación en atención especializada. El trastorno bipolar Según recoge la guía, el trastorno bipolar es un trastorno mental complejo, recurrente y grave que suele manifestarse entre los 13 y 30 años de edad, con una prevalencia de por vida del 1.4%. Se caracteriza por episodios de manía o hipomanía con euforia, sobreactividad y comportamiento desinhibido, así como episodios de depresión con pérdida profunda de interés y motivación, a menudo con un estado de ánimo deprimido más leve entre los episodios. El trastorno bipolar se asocia con un mayor riesgo de suicidio y enfermedades físicas, como enfermedad cardíaca isquémica, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, neumonía y lesiones no intencionales. Alrededor de dos tercios de las personas con trastorno bipolar también experimentan otro trastorno mental, generalmente trastornos de ansiedad, trastornos por uso de sustancias o trastornos de control de impulsos. El riesgo de recurrencia en el año siguiente a un episodio del estado de ánimo es especialmente alto (50% en un año y >70% a los cuatro años) en comparación con otros trastornos psiquiátricos, lo que tiene importantes implicaciones para el manejo a largo plazo del trastorno. trastorno bipolar Fuente: Pexels. Autor: SHVETS production. Fecha: 08/04/2024 Principales recomendaciones Las recomendaciones de atención para adultos, niños y jóvenes en todas las fases del trastorno bipolar incluyen promover un mensaje de recuperación positiva desde el momento del diagnóstico, construir relaciones de apoyo y empáticas como parte esencial de la atención, y negociar lo antes posible con la persona con trastorno bipolar y sus cuidadores sobre cómo se compartirá la información con terceros, entre otras. Algunas de las recomendaciones del NICE incluyen que: Las personas deben recibir información adecuada a su nivel de desarrollo sobre el propósito y los posibles efectos secundarios del tratamiento, incluyendo cualquier evaluación necesaria, y se les debe brindar la oportunidad de hacer preguntas. Los medicamentos se deben elegir en colaboración con la persona con trastorno bipolar, teniendo en cuenta las opiniones del cuidador si la persona está de acuerdo. El régimen general de medicación se debe revisar regularmente para retirar los medicamentos que no son necesarios después del episodio agudo. En cuanto al reconocimiento y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria, se recomienda preguntar sobre episodios previos de sobreactividad o comportamiento desinhibido al presentarse en atención primaria con depresión, y considerar la derivación para una evaluación de salud mental especializada si estos síntomas han durado cuatro días o más. Además, se sugiere monitorizar la salud física de las personas con trastorno bipolar al menos anualmente. Manejo en atención especializada Por otro lado, en el manejo de la manía o hipomanía en adultos en atención secundaria, se ofrecen diferentes intervenciones farmacológicas y psicológicas, dependiendo de las circunstancias individuales de cada paciente. En el caso de la depresión bipolar, se recomienda ofrecer intervenciones psicológicas específicamente diseñadas para el trastorno bipolar, o bien, intervenciones psicológicas de alta intensidad en línea con la guía clínica del NICE sobre la depresión. En el manejo a largo plazo del trastorno bipolar en atención especializada, se enfatiza la importancia de discutir el manejo a largo plazo del trastorno con la persona y los cuidadores después de cada episodio de manía o de depresión bipolar. Esta medida tiene como objetivo ayudar a comprender que el trastorno bipolar es una afección de curso variable que requiere manejo personal y compromiso con los profesionales de atención primaria y secundaria, así como la participación de los cuidadores. Papel del tratamiento psicológico Respecto al papel de las intervenciones psicológicas y farmacológicas para prevenir recaídas y reducir los síntomas del trastorno bipolar, se debe abordar el riesgo de recaída después de reducir o detener los medicamentos para un episodio agudo, así como los beneficios y riesgos potenciales de los tratamientos a largo plazo, indica la guía. Además, la guía del NICE hace hincapié en la importancia de brindar información clara sobre el trastorno bipolar y ofrecer intervenciones psicológicas estructuradas para prevenir recaídas o para personas con síntomas persistentes entre episodios. En cuanto al tratamiento farmacológico a largo plazo, se recomienda el litio como primera línea de tratamiento y se discuten las opciones alternativas en caso de ineficacia o intolerancia al litio. La guía también promueve la recuperación y el retorno a la atención primaria para aquellas personas cuyos síntomas han respondido positivamente al tratamiento y permanecen estables. Asimismo, los expertos presentan recomendaciones para el reconocimiento y diagnóstico del trastorno bipolar en niños y jóvenes, así como para su manejo, incluyendo el tratamiento de episodios de manía o hipomanía y depresión bipolar, y la elección de intervenciones psicológicas estructuradas específicamente diseñadas para este grupo de edad. Barreras al tratamiento: el modelo biomédico El documento también aborda las barreras en el tratamiento del trastorno bipolar, destacando la importancia de combatir la percepción errónea de que este trastorno debe tratarse exclusivamente con medicamentos debido a sus influencias genéticas y biológicas. La guía del NICE desafía esta idea al encontrar en su revisión de la literatura científica que los tratamientos psicológicos son eficaces tanto en la depresión bipolar como en la prevención de recaídas, en adultos y jóvenes. El cuidado de la salud física La guía también resalta la importancia de mantener una buena salud física en personas con trastornos mentales graves como el trastorno bipolar. Este cuidado de la salud física, no obstante, requiere un cambio en las actitudes y prácticas de los profesionales sanitarios, que a menudo, dejan de lado estos aspectos. Además, el documento menciona la controversia en torno al diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar en niños y jóvenes, señalando el aumento preocupante del uso de antipsicóticos en este grupo de edad, a pesar de la falta de evidencia sólida que respalde su eficacia y los riesgos asociados con su uso en poblaciones jóvenes. Fuente: NICE

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (NICE) ha lanzado una actualización de su guía clínica sobre el trastorno bipolar (Bipolar disorder: assessment and management [CG185]). Las recomendaciones del NICE se basan en revisiones sistemáticas de la mejor evidencia disponible y en la consideración explícita de la eficacia, eficiencia y efectividad de las intervenciones.

Destinatarios

Esta guía, dirigida a profesionales de la salud, así como a aquellos que trabajan en salud ocupacional y servicios sociales, aborda exhaustivamente la detección, evaluación e intervención del trastorno bipolar en niños, jóvenes y adultos. Ofrece una serie de recomendaciones basadas en la evidencia sobre la detección, evaluación y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria y especializada, el manejo de la manía, la hipomanía y la depresión bipolar, y la promoción de la recuperación en atención especializada.

El trastorno bipolar

Según recoge la guía, el trastorno bipolar es un trastorno mental complejo, recurrente y grave que suele manifestarse entre los 13 y 30 años de edad, con una prevalencia de por vida del 1.4%. Se caracteriza por episodios de manía o hipomanía con euforia, sobreactividad y comportamiento desinhibido, así como episodios de depresión con pérdida profunda de interés y motivación, a menudo con un estado de ánimo deprimido más leve entre los episodios.

El trastorno bipolar se asocia con un mayor riesgo de suicidio y enfermedades físicas, como enfermedad cardíaca isquémica, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, neumonía y lesiones no intencionales. Alrededor de dos tercios de las personas con trastorno bipolar también experimentan otro trastorno mental, generalmente trastornos de ansiedad, trastornos por uso de sustancias o trastornos de control de impulsos. El riesgo de recurrencia en el año siguiente a un episodio del estado de ánimo es especialmente alto (50% en un año y >70% a los cuatro años) en comparación con otros trastornos psiquiátricos, lo que tiene importantes implicaciones para el manejo a largo plazo del trastorno.



Fuente: Pexels. Autor: SHVETS production. Fecha: 08/04/2024


Principales recomendaciones

Las recomendaciones de atención para adultos, niños y jóvenes en todas las fases del trastorno bipolar incluyen promover un mensaje de recuperación positiva desde el momento del diagnóstico, construir relaciones de apoyo y empáticas como parte esencial de la atención, y negociar lo antes posible con la persona con trastorno bipolar y sus cuidadores sobre cómo se compartirá la información con terceros, entre otras.

Algunas de las recomendaciones del NICE incluyen que:Las personas deben recibir información adecuada a su nivel de desarrollo sobre el propósito y los posibles efectos secundarios del tratamiento, incluyendo cualquier evaluación necesaria, y se les debe brindar la oportunidad de hacer preguntas.
Los medicamentos se deben elegir en colaboración con la persona con trastorno bipolar, teniendo en cuenta las opiniones del cuidador si la persona está de acuerdo.
El régimen general de medicación se debe revisar regularmente para retirar los medicamentos que no son necesarios después del episodio agudo.
En cuanto al reconocimiento y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria, se recomienda preguntar sobre episodios previos de sobreactividad o comportamiento desinhibido al presentarse en atención primaria con depresión, y considerar la derivación para una evaluación de salud mental especializada si estos síntomas han durado cuatro días o más.
Además, se sugiere monitorizar la salud física de las personas con trastorno bipolar al menos anualmente.

Manejo en atención especializada

Por otro lado, en el manejo de la manía o hipomanía en adultos en atención secundaria, se ofrecen diferentes intervenciones farmacológicas y psicológicas, dependiendo de las circunstancias individuales de cada paciente. En el caso de la depresión bipolar, se recomienda ofrecer intervenciones psicológicas específicamente diseñadas para el trastorno bipolar, o bien, intervenciones psicológicas de alta intensidad en línea con la guía clínica del NICE sobre la depresión.

En el manejo a largo plazo del trastorno bipolar en atención especializada, se enfatiza la importancia de discutir el manejo a largo plazo del trastorno con la persona y los cuidadores después de cada episodio de manía o de depresión bipolar. Esta medida tiene como objetivo ayudar a comprender que el trastorno bipolar es una afección de curso variable que requiere manejo personal y compromiso con los profesionales de atención primaria y secundaria, así como la participación de los cuidadores.
Papel del tratamiento psicológico

Respecto al papel de las intervenciones psicológicas y farmacológicas para prevenir recaídas y reducir los síntomas del trastorno bipolar, se debe abordar el riesgo de recaída después de reducir o detener los medicamentos para un episodio agudo, así como los beneficios y riesgos potenciales de los tratamientos a largo plazo, indica la guía. Además, la guía del NICE hace hincapié en la importancia de brindar información clara sobre el trastorno bipolar y ofrecer intervenciones psicológicas estructuradas para prevenir recaídas o para personas con síntomas persistentes entre episodios.

En cuanto al tratamiento farmacológico a largo plazo, se recomienda el litio como primera línea de tratamiento y se discuten las opciones alternativas en caso de ineficacia o intolerancia al litio.

La guía también promueve la recuperación y el retorno a la atención primaria para aquellas personas cuyos síntomas han respondido positivamente al tratamiento y permanecen estables.

Asimismo, los expertos presentan recomendaciones para el reconocimiento y diagnóstico del trastorno bipolar en niños y jóvenes, así como para su manejo, incluyendo el tratamiento de episodios de manía o hipomanía y depresión bipolar, y la elección de intervenciones psicológicas estructuradas específicamente diseñadas para este grupo de edad.

Barreras al tratamiento: el modelo biomédico

El documento también aborda las barreras en el tratamiento del trastorno bipolar, destacando la importancia de combatir la percepción errónea de que este trastorno debe tratarse exclusivamente con medicamentos debido a sus influencias genéticas y biológicas. La guía del NICE desafía esta idea al encontrar en su revisión de la literatura científica que los tratamientos psicológicos son eficaces tanto en la depresión bipolar como en la prevención de recaídas, en adultos y jóvenes.

El cuidado de la salud física

La guía también resalta la importancia de mantener una buena salud física en personas con trastornos mentales graves como el trastorno bipolar. Este cuidado de la salud física, no obstante, requiere un cambio en las actitudes y prácticas de los profesionales sanitarios, que a menudo, dejan de lado estos aspectos. Además, el documento menciona la controversia en torno al diagnóstico y tratamiento del trastorno bipolar en niños y jóvenes, señalando el aumento preocupante del uso de antipsicóticos en este grupo de edad, a pesar de la falta de evidencia sólida que respalde su eficacia y los riesgos asociados con su uso en poblaciones jóvenes.

Fuente:

NICE
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Etiquetas: NICE, Trastorno bipolar

martes, 19 de marzo de 2024

Trastorno bipolar y riesgo aumentado de muerte prematura

Las personas con trastorno bipolar presentan un riesgo aumentado de muerte prematura debido a causas externas, como suicidio. Así lo concluye un estudio con una amplia muestra publicado en la revista British Medical Journal of Mental Health.

La investigación se basó en el análisis de datos de una muestra de 47.018 personas con trastorno bipolar, durante un periodo de ocho años. Los resultados son contundentes: el 64% de las muertes registradas estaban directamente relacionadas con el trastorno bipolar.

El trastorno bipolar se caracteriza por cambios extremos en el estado de ánimo y la energía. Estos cambios de ánimo se manifiestan en episodios de manía o de depresión.

Durante los episodios de manía, la persona experimenta un estado de ánimo anormalmente elevado, expansivo o irritable. Los síntomas típicos de la manía incluyen un aumento de la energía, la falta de necesidad de sueño, la impulsividad, el habla rápida y desorganizada, la toma de decisiones impulsivas y, en algunos casos, la grandiosidad (sentimiento de ser invulnerable o tener poderes especiales). Durante la manía, las personas pueden involucrarse en comportamientos de riesgo o inapropiados sin ser conscientes de las consecuencias.

Por su parte, los episodios depresivos en el trastorno bipolar son similares a la depresión mayor. Los síntomas incluyen una profunda tristeza, falta de energía, pérdida de interés en actividades previamente placenteras, cambios en el apetito y el sueño, dificultad para concentrarse, sentimientos de culpa o inutilidad, y pensamientos suicidas, entre otros.


Fuente: Pexels. Autor: SHVETS production. Fecha: 10/10/2023

La literatura científica hasta la fecha había puesto en evidencia la asociación del trastorno bipolar con una mayor mortalidad. No obstante, ningún estudio había analizado su impacto por causas específicas de fallecimiento en una amplia muestra de pacientes. Por este motivo, los autores del estudio realizaron el presente estudio, analizando las diferentes causas de fallecimiento, tanto físicas como externas y su relación con el diagnóstico de trastorno bipolar.

De los 47.018 individuos con trastorno bipolar incluidos en el estudio, 3.300 (7%) murieron durante el seguimiento.

Según el análisis realizado, los datos muestran que el trastorno bipolar duplica el riesgo de fallecer por causas físicas. Al desglosar las causas de muerte por condiciones físicas de salud, se encontró que el 29% de ellas guardaban una conexión con el consumo de alcohol. Asimismo, la segunda y tercera causa fueron las enfermedades cardiovasculares (27%) y el cáncer (22%).

El análisis de datos reveló que estas personas tienen seis veces más probabilidades de morir antes de tiempo por causas externas, como accidentes, violencia y suicidio que aquellos que no experimentan este trastorno. De estas tres causas, la mayor parte de los fallecimientos se debió a suicidios (58%). Asimismo, un 48% de estos suicidios estaban relacionados con una sobredosis de psicofármacos, incluyendo los recetados para el propio trastorno bipolar.

Según los autores, el estudio arroja luz sobre la necesidad de reconsiderar el enfoque terapéutico actual hacia el trastorno bipolar, teniendo en cuenta tanto los efectos secundarios a largo plazo de los medicamentos como el riesgo de muerte prematura.

Los investigadores enfatizan la importancia de poner en marcha intervenciones preventivas dirigidas a evitar el abuso de sustancias y el riesgo de suicidio. Esta estrategia permitiría reducir significativamente tanto las muertes relacionadas con causas externas como las físicas. Además, resaltan la urgencia de concienciar sobre el riesgo de sobredosis y otras intoxicaciones, especialmente entre las personas jóvenes con este trastorno mental.

En resumen, el estudio destaca la necesidad apremiante de adoptar un enfoque más completo e integral en el tratamiento del trastorno bipolar. Los resultados apoyan la necesidad de considerar los riesgos a largo plazo de los psicofármacos y el peligro de mortalidad prematura. Además, subrayan la importancia de priorizar la prevención del suicidio y de abordar activamente el abuso de sustancias en las personas con este trastorno, dada su elevada incidencia en estos pacientes.

Fuente:

Paljärvi, T., Herttua, K., Taipale, H., Lähteenvuo, M., Tanskanen, A., Fazel, S., & Tiihonen, J. (2023). Cause-specific excess mortality after first diagnosis of bipolar disorder: population-based cohort study. BMJ Ment Health, 26(1).
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Etiquetas: Trastorno bipolar

martes, 24 de octubre de 2023

Guía para familiares y pacientes con trastorno bipolar

 ¿Qué es el trastorno bipolar?¿Cuáles son las causas y sus síntomas?¿Cuál es su evolución?¿Cómo se realiza el diagnóstico? Y ahora que me han diagnosticado, ¿qué hago?¿En qué consiste el tratamiento? Además, ¿qué puedo hacer?

La respuesta a estas y otras preguntas está en la Guía para familiares y pacientes con trastorno bipolar, un documento publicado por la Asociación Bipolar de Madrid cuyo objetivo es ayudar tanto a las personas que conviven con un trastorno bipolar como a sus familias, amigos/as y compañeros/as, a comprender mejor este problema, para que puedan buscar la ayuda y el apoyo necesarios y participar activamente en su manejo, en aras de poder seguir llevando una vida plena.

Se puede acceder directamente a la guía a través del siguiente enlace:

Guía para familiares y pacientes con trastorno bipolar

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Etiquetas: Trastorno bipolar

jueves, 3 de enero de 2019

Actualización de la Guía NICE sobre trastorno bipolar

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado una nueva actualización de la guía clínica sobre el trastorno bipolar (Bipolar disorder: assessment and management [CG185]).

La guía -dirigida a profesionales de la salud y personas que desarrollan su labor en salud ocupacional y servicios sociales, así como a niños, jóvenes y adultos con trastorno bipolar, familiares y cuidadores-, aborda en profundidad la detección, evaluación e intervención del trastorno bipolar (conocido anteriormente como maníaco-depresivo) en niños, jóvenes y adultos.

A este respecto, ofrece una serie de recomendaciones basadas en la evidencia sobre la detección, evaluación y manejo del trastorno bipolar en adultos en atención primaria y especializada, el abordaje de la manía, la hipomanía y la depresión bipolar en atención especializada, el manejo del trastorno bipolar a largo plazo en este segundo nivel de atención sanitaria, la promoción de la recuperación y retorno a la atención primaria desde el servicio especializado, y la detección, diagnóstico e intervención del trastorno bipolar en niños y jóvenes.

De acuerdo con la evidencia disponible con respecto a la detección y manejo de este trastorno desde atención primaria, la Guía recomienda que a los adultos con depresión bipolar se les ofrezca tratamientos psicológicos adaptados específicamente para el trastorno bipolar y respaldados con manuales basados en la evidencia, así como intervenciones psicológicas de alta intensidad (terapia cognitivo-conductual, terapia interpersonal o terapia conductual de pareja) en línea con las recomendaciones que figuran en la guía NICE sobre depresión, valorando de forma conjunta los posibles beneficios y riesgos de estas intervenciones y considerando sus preferencias. En este punto, la guía hace hincapié en que los psicólogos clínicos que trabajan con depresión bipolar en Atención Primaria deben estar adecuadamente capacitados y formados en este ámbito. Las mismas recomendaciones en torno al tratamiento psicológico se aplican también al servicio de atención especializada.

En relación con la atención a largo plazo del trastorno bipolar en el segundo nivel asistencial del Sistema Sanitario, el NICE aconseja ofrecer intervenciones familiares a las personas con trastorno bipolar que conviven o mantienen contacto cercano con su familia -de acuerdo con las recomendaciones de la guía clínica sobre psicosis y esquizofrenia en adultos-; asimismo, con el fin de prevenir recaídas y/o en caso de que existan síntomas persistentes entre episodios de manía o depresión bipolar, aconseja una intervención psicológica estructurada (individual, grupal o familiar), diseñada de forma específica para el trastorno bipolar y respaldada en un manual basado en la evidencia.

Con respecto al reconocimiento, diagnóstico e intervención del trastorno bipolar en niños y jóvenes, la guía recomienda la remisión a servicios de salud mental especializada que cuenten con equipos multidisciplinares, que posibiliten, entre otras cosas, el acceso a intervenciones psicológicas estructuradas (terapia cognitivo-conductual individual o terapia interpersonal)  y a una atención psicológica informada. De acuerdo con la guía, es esencial considerar también la intervención psicológica familiar.

Por otro lado, la guía señala la importancia de prestar atención a los cuidadores de personas con trastorno bipolar, remarcando la trascendencia de identificar a niños, jóvenes y adultos en riesgo de abuso o negligencia que dependen, viven o cuidan de una persona con trastorno bipolar, ofreciendo apoyo psicológico y social en caso necesario.

Fuente: Bipolar disorder: assessment and management / Infocop 


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Etiquetas: NICE, Trastorno bipolar

lunes, 26 de noviembre de 2018

Las personas con Trastorno Bipolar tardan mucho en ser diagnosticadas y sufren un gran estigma social

A pesar de que el Trastorno Bipolar afecta a cerca del 2,6% de la población mundial y es la sexta causa de discapacidad en el mundo, los afectados tardan una media de cinco años en ser diagnosticados, y la mitad de ellos no sigue ningún tratamiento.

Estos son algunos de los datos que aporta la Fundación Mundo Bipolar cuyo objetivo es concienciar de que esta patología es una enfermedad grave que hay que tomar en serio. El diagnóstico precoz es fundamental para prevenir el deterioro físico y cognitivo asociado al trastorno.

Según la directora de la Fundación Mundo Bipolar, Guadalupe Morales, son más graves las consecuencias sociales, económicas, afectivas y familiares, que la propia enfermedad. En concreto, un 45% de los pacientes se ha sentido discriminado en alguna ocasión, más de un 75% de los casos ven reducidas las expectativas de éxito en la vida, y casi la mitad pierde su trabajo. Además, cerca de un 18% de las personas con trastorno bipolar se suicida debido a la situación vital y al estigma social derivado de su diagnóstico.

Para más información se puede ver el documental elaborado por la Fundación Mundo Bipolar, “De enfermo a ciudadano”:



FUENTE: INFOCOP
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Etiquetas: Trastorno bipolar, Trastornos del estado de ánimo

lunes, 13 de noviembre de 2017

Depresión maniaca


Se trata de una de las antiguas denominaciones que tiene el actualmente conocido como trastorno bipolar. Aunque para algunos esta denominación pueda tener connotaciones incluso románticas, lo cierto es que se trata de un trastorno que genera un elevado sufrimiento y que puede provocar graves alteraciones en la vida diaria de quien lo padece, siendo imprescindible su tratamiento.

En este artículo veremos qué es la depresión maníaca, qué causas se le atribuyen y algunos de los principales tratamientos aplicados.

¿Qué es la depresión maníaca?

La depresión maníaca, la psicosis maníaco-depresiva o el trastorno bipolar. Estas distintas denominaciones han surgido en contextos históricos diferentes en los que también prevalecían orientaciones y corrientes de pensamiento distintas, si bien en la práctica hacen referencia al mismo trastorno.

Concretamente, en todos los casos se está haciendo referencia a un trastorno mental categorizado dentro de los trastornos del estado del ánimo y que se caracteriza por la presencia de uno o más episodios de manía y/o hipomanía en alternancia o en ausencia de episodios depresivos.

Así, en este trastorno el estado de ánimo puede pasar de episodio de máxima exaltación y aumento de la actividad y la energía a un estado de profunda tristeza, desesperanza y pasividad. Dicha fluctuación puede darse seguida o separada por un período asintomático, y el paso de uno a otro polo puede darse en cortos períodos de tiempo.

Tipos de trastorno bipolar o depresión maníaca

Existen dos tipos básicos de trastorno bipolar: en el tipo 1 se presenta como mínimo un episodio maníaco o mixto, que puede producirse venir precedido o seguido por un episodio depresivo mayor. Sin embargo esto último no es imprescindible para el diagnóstico. En lo que respecta al trastorno bipolar tipo 2, se exige para su diagnóstico la presencia de uno o más episodios depresivos mayores junto con al menos un episodio hipomaníaco, sin que se dé en ningún caso un episodio maníaco o mixto.

En los episodios maníacos aparece un estado de ánimo expansivo, eufórico o incluso irritable en que se da un gran nivel de agitación y actividad durante casi todo el día durante al menos una semana. En este estado suele aparecer sensación de grandiosidad (pudiendo llegar al delirio), logorrea, fuga de ideas o sensación de que se pierde el hilo del pensamiento, taquipsiquia, distraibilidad, desinhibición, agresividad, alucinaciones y tendencia al riesgo y a no valorar las consecuencias de los propios actos. Los síntomas hipomaníacos son semejantes, pero no tienen tanta gravedad, no pueden darse síntomas como alucinaciones y delirios y se dan durante al menos cuatro días.

En los episodios depresivos se da un estado de ánimo bajo y/o pérdida de interés y de la capacidad de sentir placer junto a otros síntomas como desesperanza, falta de energía y pasividad, alteraciones de la alimentación y el sueño, fatiga o pensamientos de muerteo suicidio durante al menos dos semanas.
Efectos de los síntomas

Los síntomas antes referidos, se alternen o no episodios maníacos y depresivos, generan una gran cantidad de repercusiones en el sujeto que pueden alterar y limitar una gran variedad de elementos y dominios vitales.

A nivel académico y laboral la existencia de episodios puede afectar a la capacidad de elaborar y seguir planes, disminuir el rendimiento o generar conductas conflictivas o improductivas, así como disminuir la capacidad de concentración del sujeto. También es posible que tenga dificultades a la hora de valorar aspectos como el valor y uso del dinero debido a la extrema impulsividad que puede llegar a presentarse.

La esfera social también puede verse afectada. En fase maníaca el sujeto puede mostrar una sexualidad desinhibida y/o ser irritable e incluso agresivo, presentar delirios de grandeza y conductas antisociales, a la par que en fases depresivas es posible que pierda el interés por relacionarse.


En cualquier caso uno de los aspectos con los que mayor cuidado debe tenerse es con la posibilidad de suicidio. De hecho, la depresión maníaca es uno de los trastornos mentales en los que se presenta un mayor riesgo de suicidio.

Posibles causas

Si bien el origen de la depresión maníaca no está totalmente claro, las explicaciones propuestas parten por lo general de factores de origen biológico muy semejantes a los de la depresión. Se propone la existencia de desequilibrios en la síntesis y recaptación de neurotransmisores.

Concretamente se ha observado que los niveles de noradrenalina disminuyen durante los episodios depresivos y aumenta en los maníacos. Ocurre lo mismo con la dopamina. En lo que respecta a la serotonina se encuentra en proporciones más bajas de lo habitual en ambos tipos de episodios.

Estructuras como la amígdala se encuentran alteradas, y también se observa una hipoperfusión en diferentes áreas cerebrales en los distintos tipos de episodios (llega menos sangre de la que debería al frontotemporal en manía y al prefrontal izquierdo en la depresión). Asimismo, se ha propuesto que la sintomatología bipolar o maníaco-depresiva puede estar relacionada con problemas en el transporte de la señal nerviosa.

El ambiente también participa en su génesis, desestabilizando los acontecimientos estresantes el ritmo biológico. Además, también se propone al igual que en la depresión la existencia e influencia de distorsiones cognitivas que generan esquemas disfuncionales. La tríada cognitiva de pensamientos respecto a uno mismo, el mundo y el propio futuro oscilaría entre los pensamientos negativos depresógenos y otros expansivos y glorificados.
Tratamientos

El tratamiento de la depresión maníaca o trastorno bipolar exige un enfoque multidisciplinar. El principal objetivo del tratamiento es conseguir mantener estable el ánimo. Para ello a nivel farmacológico se usan estabilizadores del ánimo, siendo el principal de ellos las sales de litio. Esta sustancia tiene un mecanismo de acción poco conocido pero por norma general de gran eficacia, basado en su modulación de la transmisión sináptica. Una vez estabilizado el sujeto es necesario establecer una dosis de mantenimiento que permite prevenir nuevas crisis.

Sin embargo el tratamiento farmacológico puede conllevar efectos secundarios molestos. Es por ello necesario aplicar estrategias como la psicoeducación de cara favorecer la adherencia. También se puede enseñar estrategias de autoevaluación del estado y los síntomas que pueden avisar de la llegada de una crisis y evitar que estas se produzcan.

El trabajo con el entorno también es esencial, de cara a que los familiares del afectado conozcan el porqué de determinadas actitudes y conductas, se resuelvan problemas relacionales y puedan contribuir a ayudar al afectado y que sepan identificar posibles síntomas. El sujeto con depresión maníaca puede beneficiarse de otros tratamientos psicológicos empleados en la depresión, como la terapia cognitiva de Beck.

Asimismo, existe la terapia interpersonal y del ritmo social como un tratamiento basado en la regulación de los biorritmos y las relaciones personales que puede resultar de ayuda para los sujetos con este trastorno.

En algunos casos especialmente graves, y especialmente en los casos en que existen síntomas maníacos severos, síntomas psicóticos o riesgo de suicidio inminente, se ha aplicado con éxito la terapia electroconvulsiva (que en la actualidad se aplica de forma controlada, con sedación y monitorización).

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
  • Belloch, Sandín y Ramos (2008). Manual de Psicopatología. McGraw-Hill. Madrid.
  • Santos, J.L. ; García, L.I. ; Calderón, M.A. ; Sanz, L.J.; de los Ríos, P.; Izquierdo, S.; Román, P.; Hernangómez, L.; Navas, E.; Ladrón, A y Álvarez-Cienfuegos, L. (2012). Psicología Clínica. Manual CEDE de Preparación PIR, 02. CEDE. Madrid.
  • Welch, C.A. (2016). Electroconvulsive therapy. In: Stern TA, Fava M, Wilens TE, Rosenbaum JF, eds. Massachusetts General Hospital Comprehensive Clinical Psychiatry. 2nd ed. Philadelphia, PA: Elsevier


FUENTE: psicologiaymente.net / Oscar Castillero Mimenza

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Etiquetas: Trastorno bipolar

lunes, 13 de marzo de 2017

Cómo reconocer un posible trastorno bipolar


El trastorno bipolar es una enfermedad mental grave que afecta a los pensamientos, sentimientos, estado de ánimo y al funcionamiento general de la persona que lo padece. Según estima la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 60 millones de personas tienen este trastorno, constituyendo la sexta causa de discapacidad en el mundo. En nuestro país, concretamente, se calcula que la cifra de españoles afectados podría alcanzar el millón de personas.

El trastorno bipolar, conocido anteriormente como “maníaco-depresivo”, es una enfermedad crónica y recurrente, marcada por cambios dramáticos en el estado de ánimo, la energía y los niveles de actividad, caracterizándose por la alternancia de episodios maníacos y depresivos separados por periodos de estado de ánimo normal.

Así lo define la APA (American Psychological Association-Asociación Americana de Psicología) en un artículo publicado en su página Web, mediante el cual aborda este trastorno, sus síntomas y el tipo de intervención más eficaz.

Tal y como señala la Asociación, los primeros síntomas suelen surgir en la adolescencia tardía o principios de la edad adulta, si bien en algunos casos puede aparecer en la infancia.

A día de hoy, se desconoce la causa exacta de este trastorno, sin embargo, algunos estudios han mostrado la evidencia del peso que tienen los factores genéticos y ambientales como factores de riesgo para desarrollarlo.

La fase maníaca puede incluir los siguientes signos y síntomas:

Sensación de felicidad extrema, disminución del sueño, lenguaje y pensamientos acelerados, estado de ánimo agitado e irritable, exceso de confianza y falsas creencias en torno a sus capacidades, conductas imprudentes y de riesgo elevado (conducir temerariamente, jugar o gastar en exceso, etc.).

Entre los síntomas de un estado depresivo se pueden observar:

Tristeza o desánimo continuo, baja autoestima, pérdida de placer al realizar sus actividades favoritas y abandono de las mismas, dificultades para concentrarse o recordar algo, experimentar hábitos inusuales del sueño -dormir demasiado o dificultades para conciliarlo-, pensamientos de muerte o suicidio, etc.

El tratamiento del trastorno bipolar incluye, generalmente, una amplia variedad de estrategias orientadas a manejar la enfermedad a largo plazo. Según manifiesta la APA, si bien los medicamentos suelen ser una parte importante de la intervención, también lo es la Psicoterapia. A este respecto, pone de relieve un informe publicado por la Asociación Psicológica Canadiense (Canadian Psychological Association), consistente en una revisión de estudios relativos al tratamiento del trastorno bipolar, y que muestra cómo la Psicoterapia junto con la medicación, puede reducir significativamente las tasas de recidiva en estados maníacos y depresivos, mejorando, a su vez, el funcionamiento general y el bienestar.

En esta misma línea, el Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) establece que los adultos con trastorno bipolar deben tener acceso a tratamiento psicológico adaptado específicamente para su condición y basado en manuales apoyados en la evidencia, así como a terapias psicológicas de “alta intensidad”, entre las que se incluye la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal o la terapia conductual de pareja.

En su artículo, la APA subraya el papel fundamental que juega aquí el psicólogo, ayudando a las personas con trastorno bipolar a reconocer y manejar los síntomas de la enfermedad, a cambiar los patrones negativos de pensamiento del pensamiento, a manejar las rutinas diarias, a mejorar las relaciones con familiares y amigos, enseñando a estos mismos estrategias para poder ayudar a la persona con trastorno bipolar, etc.

Fuente: American Psychological Association / Infocop


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Etiquetas: APA, Trastorno bipolar

jueves, 6 de noviembre de 2014

Actualización de la Guía del NICE sobre trastorno bipolar

El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado la guía de práctica clínica sobre el Trastorno Bipolar (CG185). Esta guía recoge las últimas evidencias para la identificación, evaluación y tratamiento del trastorno bipolar en adultos, niños y jóvenes en los servicios de Atención Primaria y Secundaria, actualizando la guía anterior, publicada en el año 2006.

En una nota de prensa, los autores de la Guía advierten que desde la publicación de la última guía del NICE se han producido importantes avances. “Ahora sabemos más sobre el efecto de los fármacos y los tratamientos psicológicos y su prestación para adultos y adolescentes”, ha afirmado R. Morris, uno de los autores del manual. A este respecto, los autores del texto insisten en apuntar que existen tratamientos eficaces y que si la evaluación y la detección se realizan tempranamente, las personas con trastorno bipolar pueden llevar una vida normalizada.
De acuerdo con la evidencia disponible, la nueva guía del NICE establece que los adultos con trastorno bipolar deben tener acceso a tratamiento psicológico adaptado específicamente para su condición y basado en manuales apoyados en la evidencia,  así como a terapias psicológicas de “alta intensidad”, entre las que se incluye la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal o la terapia conductual de pareja.

Asimismo, la nueva guía establece como una prioridad en las recomendaciones del tratamiento la necesidad de prestar apoyo a los cuidadores, reconociendo el desgaste psicológico que supone la convivencia con una persona con trastorno bipolar. En esta línea, la guía señala la necesidad de incorporar de manera protocolizada la evaluación en salud mental de los familiares cercanos, así como la necesidad de abordar con ellos la importancia del autocuidado y el manejo de las posibles recaídas.
Para acceder a la guía del NICE sobre Trastorno Bipolar, pincha en el siguiente enlace:
Bipolar disorder: the assessment and management of bipolar disorder in adults, children and young people in primary and secondary care

FUENTE: INFOCOP
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Etiquetas: NICE, Trastorno bipolar

lunes, 18 de agosto de 2014

Guía de Práctica Clínica sobre Trastorno Bipolar


El Ministerio de Sanidad ha publicado la Guía de Práctica Clínica sobre Trastorno Bipolar. A través de esta guía, al igual que con las otras guías publicadas dentro del Proyecto GuíaSalud, el Ministerio pretende dar a conocer las mejores recomendaciones para la práctica clínica, basadas en la evidencia científica, para el manejo de este grupo de pacientes.

Justificación: La Guía de Práctica Clínica sobre Trastorno Bipolar surge de la necesidad de mejorar la atención que reciben las personas afectadas de trastorno bipolar, dado que se trata de un trastorno grave y prevalente en la población, con importantes repercusiones para la salud del paciente y de su entorno. Se da la circunstancia, además, de que existe un retraso en el diagnóstico correcto de estos pacientes, de alrededor de 10 años. Asimismo, tal y como se señala en la Guía, “aunque existen tratamientos farmacológicos que ha demostrado su eficacia, metodológicamente hay una disparidad en su solidez y se requiere una revisión actualizada de los mismos”.Finalmente, la guía justifica la necesidad de su difusión, puesto que, en el abordaje de las personas con trastorno bipolar, “las intervenciones psicosociales que se han demostrado eficaces, deben implantarse de manera generalizada en nuestro sistema sanitario”.

Alcance: La guía se centra en el diagnóstico e intervenciones en adultos, adolescentes y niños que cumplan criterios de trastorno bipolar. No está dirigida, por tanto, a pacientes diagnosticados de trastorno esquizoafectivo o con otros cuadros afectivos distintos al trastorno bipolar.

Destinatarios: El objetivo de esta GPC es ofrecer recomendaciones para la atención a pacientes con trastorno bipolar desde los diferentes dispositivos asistenciales del sistema nacional de salud, tanto en la Atención Primaria como en la especializada. Asimismo, la guía puede resultar de interés para otros recursos, como centros de rehabilitación psicosocial, miniresidencias, centros de día, centros de apoyo comunitarios, etc.

Integrantes del equipo: El equipo de trabajo ha sido formado por un grupo coordinador (formado por 3 profesionales de la psiquiatría, uno de ellos con licenciatura añadida de psicología) y un grupo elaborador (con 15 psiquiatras, 6 psicólogos, 3 enfermeros especializados en salud mental).

Objetivos: La GPC tiene por objetivo elaborar unas recomendaciones sobre las actuaciones preventivas, diagnósticas, terapéuticas y de rehabilitación para la atención a pacientes con trastorno bipolar aplicables sobre todo en los servicios de salud mental públicos.

Pretende facilitar la detección precoz y la atención temprana del trastorno bipolar, contribuir a realizar de manera adecuada la evaluación y el diagnóstico del paciente con trastorno bipolar y ayudar a elaborar un plan de acción integral individualizado de estos pacientes, considerando las intervenciones farmacológicas y psicosociales.

Contenido: La GPC en su versión completa, cuenta con los siguientes apartados:

  • Presentación
  • Autoría y colaboraciones
  • Preguntas para responder
  • Resumen de las Recomendaciones
1. Introducción
2. Alcance y objetivos   
3. Metodología    
  • Composición del grupo de trabajo
  • Estrategias de búsqueda
  • Evaluación y síntesis de la evidencia
  • Elaboración de recomendaciones
  • Colaboración y revisión externa
  • Formatos de presentación
  • Planificación para la revisión y/o actualización
4.Consideraciones generales:    
  • Definición
  • Historia natural y curso
  • Epidemiología
5. Líneas generales del manejo del trastorno bipolar
  • Diagnóstico y evaluación
  • Manejo clínico
  • Desarrollo del plan terapéutico
  • Recomendaciones
6. Tipos y ámbitos de intervención:
  • Intervención farmacológica
  • Terapia electroconvulsiva y otros tratamientos
  • Intervenciones psicosociales
  • Cuidados de enfermería en el trastorno bipolar
  • Red asistencial
7. Tratamiento en situaciones especiales:  
  • Tratamiento en infancia y adolescencia
  • Embarazo  y lactancia
8. Visión de las personas afectadas y sus familias   
9. Difusión e Implementación   
10. Recomendación de investigación futura   

Sistema de formulación de las recomendaciones: La GPC se basa en el sistema SIGN (Scottish Intercollegiate Guidelines Network), que permite la clasificación de las recomendaciones en función de su sustentación en estudios científicos controlados.

Se puede consultar el manual en el siguiente enlace:
http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_510_Trastorno_Bipolar_compl.pdf

FUENTE: INFOCOP

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Etiquetas: Trastorno bipolar

domingo, 20 de julio de 2014

Un bipolar de viaje


Nunca sospeché que los prejuicios contra la enfermedad mental se hallaran tan enraizados en la sociedad española. Casi sin proponérmelo, escribí Miedo de ser dos, un libro autobiográfico que recreaba mis vivencias como bipolar. No entendía que algunos me atribuyeran coraje por dar ese paso, pero en la medida en que mis textos se difunden por las redes sociales, he descubierto que actué con notable temeridad. Durante quince años ejercí la docencia en centros públicos. Fui profesor de filosofía y crítico literario, mientras soportaba las dentelladas de la psicosis maníaco-depresiva, ocultando mi sufrimiento y mis problemas para encarar los altibajos de una patología particularmente cruel. Ahora estoy jubilado y casi toda mi actividad se reduce a leer y escribir. Soy bipolar 24 horas al día, pues mi mente está regulada por el ritmo de la enfermedad. No es un ritmo apacible, sino una partitura dolorosa e imprevisible. De hecho, no comienza con la primera hora del día, sino con las horas de sueño, cuando los psicofármacos espantan al insomnio, pero no a mis demonios interiores. La noche siempre marca la pauta del día siguiente. Ya me he acostumbrado a deslizarme entre las sábanas con miedo, pues sé que me esperan pesadillas recurrentes o fantasías impregnadas de tristeza.

Muchas veces sueño con mi padre, que aparece en los escenarios de mi infancia: el Parque del Oeste, el Mediterráneo o la sierra de Guadarrama. Mi reacción inicial es de estupor, pero enseguida me acerco y le abrazo emocionado. “Has crecido. Ya no eres un niño”, me comenta con una sonrisa, mientras me aleja con los brazos para contemplarme mejor. Me sorprende que la muerte no haya afectado a su apariencia. Su aspecto coincide milimétricamente con mis recuerdos: los ojos negros, profundos y algo melancólicos; el pelo entrecano y ligeramente ondulado; las manos pulcras, cálidas y cercanas. Su indumentaria ha sobrevivido a los vaivenes de la moda: traje de chaqueta, corbata de rayas, zapatos de cordones. Parece un profesor inglés, que pasea por los jardines del campus, pero su voz conserva su acento cordobés y delata su procedencia. “¡Cuántas cosas nos hemos perdido!”, exclama mi padre. “Me hubiera gustado estar a tu lado mientras crecías, leer tus primeros esbozos literarios, escucharte cuando lo necesitabas, ayudarte a sobrellevar las desilusiones, conocer a tu mujer”. Yo le escucho apenado, pensando en todo lo que nos ha arrebatado la muerte. Solo tenía ocho años cuando un infarto detuvo su corazón, con un estertor helado. “Pero ahora podemos hablar”, afirma rebosante de afecto. “Podemos hablar todo lo que queramos. El tiempo ya no es un problema”. Noto que aguarda expectante. Tal vez espera que le hable de mis hijos, de esos nietos que no llegaron a nacer y cuya ausencia prefigura una vejez solitaria, con la angustia de no saber qué sucederá con una biblioteca que atesora la pasión por el saber y la belleza de tres generaciones. El sueño suele finalizar con los dos paseando por un camino asfaltado de hojas muertas que crujen bajo nuestros pasos o por la orilla del mar, con las montañas de La Manga recortándose sobre un cielo de un azul perfecto.

Otras veces, sueño con mi hermano. Paseamos por la Rosaleda del Parque del Oeste, buscando la sombra de una pérgola o bordeando el frescor de una fuente. Nos separaban casi veinte años, pero en mis sueños es un joven, casi un adolescente. Con sus gafas de pasta negra y su expresión de desengaño, apenas habla. Ensimismado, huraño, decepcionado, parece haber renunciado a cualquier forma de esperanza. Intento romper su reserva, pero solo consigo respuestas breves y desganadas. Le digo que he conocido a su hija Clara y advierto que sus ojos azules tiemblan como un estanque estremecido por un viento otoñal. Le digo que es joven, hermosa. “Contempla el futuro sin miedo”, aseguro, sin ignorar que casi siempre desconocemos el interior de los otros, su intimidad más recóndita. Suspira aliviado, pero persiste en su silencio. De repente, se interna en un pasillo de tierra sombreado por álamos y se convierte en una silueta esbelta y alargada. Después, desaparece. Interpreto ese final abrupto como una metáfora de su suicidio, que aún resuena en mi memoria como un violento portazo. En otras ocasiones, sueño con la vejez, la enfermedad o una casa en ruinas. A veces se combinan esos tres fantasmas y me contemplo a mí mismo en el centro de una habitación, con las paredes sucias y llenas de humedades. Estoy sentado, con una manta vieja sobre las rodillas y la mirada extraviada. Me duelen las piernas y no puedo moverme. Mis manos están cuarteadas, como viejos pergaminos. Llenas de manchas de color café, sus arrugas parecen las heridas de un árbol moribundo. Hay libros en el suelo. Bocabajo y abiertos por la mitad, parecen cadáveres flotando sobre un río. Por una ventana con el cristal roto, se cuela un haz de luz, que solo añade desolación. Al despertar, no siento alivio, sino confusión. El cóctel de pastillas que me permite dormir ocho o nueve horas cada noche me produce una resaca semejante a la de una gigantesca borrachera. Vivo en una casa de campo con varios tramos de escaleras. Duermo en el piso bajo, huyendo del calor en verano y del frío en invierno. Subir los escalones me resulta tan penoso como escalar una pared llena de aristas. Ni siquiera puedo mantenerme recto. Encorvado, me tambaleo como un borracho o como el viajero de un barco en mitad de una tormenta. Necesito un par de horas para aclarar mi mente y caminar con normalidad. Muchas veces me pregunto si aún estoy soñando. Suelo recordar mis pesadillas y eso acentúa el sentimiento de irrealidad. Mirar los árboles de mi jardín me despeja y ayuda a mis sentidos a recuperar el sentido de lo real. Siento que las dos higueras que crecen en una esquina me saludan, indicándome que he vuelto una vez más a casa.

Paso el resto de la mañana escribiendo, sin conocer el valor real de mis textos. Solo he terminado un libro, pero he escrito varios cuentos que este otoño se convertirán en un nuevo título. Un segundo libro siempre constituye un motivo de esperanza, pues revela que no eres un autor ocasional, sino un escritor con vocación, capaz de vencer sus inseguridades. Por la tarde, suelo leer y a veces paseo. Un bosque de pinos y un pequeño olivar restan dureza a la estepa castellana. Hacia el norte, unas montañas azules y con las crestas nevadas en invierno contienen el vacío de un paisaje que se extiende como una interminable planicie, con arbustos, matorrales, jaras y algunos ríos de caudal raquítico. Las hileras de árboles delatan la presencia de agua, pero solo son pinceladas de frescor en una tierra áspera y despoblada. Hacia el sur, no hay nada, salvo valles que se copian unos a otros con la fatalidad de un inmenso cementerio. Solo el vuelo de las rapaces y la aparición de conejos, avutardas o perdices disipan la ilusión de caminar por un yermo. La tierra roturada también recuerda que hay vida esperando convertirse en trigo y cebada. Las semillas invisibles palpitan como un niño en el vientre materno. No soy un caminante infatigable, sino un viajero que decide cancelar sus planes apenas se ha alejado de casa unos metros. Hace unos días, planeé un pequeño viaje hacia una ciudad con viejas murallas, una catedral románico-gótica, varios ríos sombreados por árboles frondosos y un castillo medieval semiderruido, con el encanto de lo fragmentario o inacabado. Desistí a última hora, cuando ya había preparado todo. La ansiedad que me producía enfrentarme a un cambio de escenario me dejó varado, como una nave con la quilla hundida en un bancal de arena y los mástiles descabezados por el viento. No renuncio a ese viaje, pero me consolaría pensar que los otros –los que soportan la corriente de la vida, sin hundirse una y otra vez en su fondo turbulento- pueden atisbar el sufrimiento de una mente herida, con graves problemas para hacer algo tan trivial como viajar a una ciudad cercana, mantener una conversación o enviar una simple carta. Para un bipolar, cada día es un viaje. Un viaje incierto, extenuante, ingrato. Escribir también es un viaje y nunca renunciaré a ese trasiego, no exento de dudas, desánimo y fracasos. Ha llegado la noche y solo me separan unas horas del sueño. Si el ser humano pudiera controlar sus sueños, sería un pequeño demiurgo. El inconsciente es tan invencible como un océano furioso. Por eso, me conformo con un deseo. Soñar con esa ciudad que no visité, pero cuyas calles aún me esperan para mostrarme que la belleza es un fruto al alcance de nuestras manos.

FUENTE: RAFAEL NARBONA
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Etiquetas: Narbona Rafael, Trastorno bipolar

martes, 11 de septiembre de 2012

¿Cómo ayudar a un enfermo mental grave?


La Salud Mental es uno de los muchos retos que la sociedad moderna tiene que resolver en el siglo XXI, no solo en España sino en toda la Comunidad Europea. Después de la Segunda Guerra Mundial los problemas mentales se han duplicado; a pesar de ello los recursos que se han empleado en su tratamiento han ido disminuyendo progresivamente hasta llegar a casos como el del estado español en el que nada más existe presupuesto para recetar fármacos a los pacientes, que pocas veces ayudan aunque palian en alguna medida su malestar. Desde mi punto de vista a largo plazo resultaría más eficaz y rentable económicamente invertir en psicoterapia que en cronificar a los pacientes con el mantenimiento de los tratamientos farmacológicos. Supongo que la presión de las multinacionales del sector tendrá algo que ver en el asunto.

Aunque son muchos los trastornos que pueden aquejar al ciudadano, se suele considerar como «enfermedad mental grave» a aquella que produce alteraciones incapacitantes a nivel cognitivo, afectivo y social. Quizá los trastornos más asociados a esta descripción sean la esquizofrenia y el trastorno bipolar. En ambos casos el enfermo no tiene un contacto racional con la realidad, padece distorsiones perceptivas lo suficientemente graves como para impedir su desarrollo individual e integración social. Ni que decir tiene que estas personas pierden gran parte de su autonomía por lo que suelen depender de las familias.

Desde los años 70 se viene trabajando en modelos de apoyo familiar que contribuyen a mejorar su situación y en la medida de lo posible facilitan su incorporación activa a la sociedad. Éstos pretenden que los allegados posean ciertos conocimientos sobre la enfermedad y entiendan las consecuencias que tiene en la vida cotidiana. También se centran en enseñarles a resolver los problemas de un modo no estresante, de tal manera que favorezcan la recuperación del afectado.

Existen varios modelos de intervención que han demostrado experimentalmente su eficacia: el Modelo de Anderson, el Modelo de Leff, el Modelo de Fallon y el Modelo de Tarrier. Todos enfocan el trato con las familias con una actitud positiva, centrada en no culpabilizar y reconocer el esfuerzo que las mismas realizan; establecen un vínculo de apoyo sólido con las familias, haciéndoles ver que los profesionales van a estar siempre disponibles en los momentos difíciles. La relación con ellas se centra en problemas concretos que van surgiendo en cada caso, tratando de favorecer expectativas racionales sobre la evolución del paciente en el futuro. Este sería el punto de partida en cualquiera de las intervenciones.

Los objetivos a conseguir en todos los modelos son:
  • Informar sobre el problema del enfermo: etiología, evolución y posibles tratamientos.
  • Enseñar a manejar el estrés que genera el contacto diario con ellos y especialmente en las fases agudas de la enfermedad.
  • Establecer metas razonables.
Los estudios que se han desarrollado sobre la eficacia de estos modelos de intervención sugieren que el tiempo que necesitan las familias para estar preparadas para afrontar la situación de convivir con un enfermo mental grave es largo: alrededor de dos años. También se ha constatado experimentalmente que tras este tipo de tratamientos, los pacientes tienen menos recaídas y son capaces de mantener la medicación por sí mismos. Además, mejoran su calidad de vida en todos los aspectos —desde la higiene hasta las relaciones interpersonales—, así como la de las personas que conviven con ellos, y facilitan su rehabilitación psicosocial.

En España se están aplicando varios programas en esta línea con buenos resultados pero por desgracia no se han generalizado a toda la población afectada porque las distintas administraciones no destinan recursos económicos a este fin.
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Etiquetas: Enfermedad mental, Esquizofrenia, Familia, Salud mental, Terapia familiar, Trastorno bipolar
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