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viernes, 3 de mayo de 2024

El TEPT se asocia a peor salud cardiovascular y demencia

Un reciente estudio ha evaluado la relación entre los síntomas de trastorno de estrés postraumático (TEPT) en mujeres de mediana edad y su impacto negativo en la salud cardiovascular y neurocognitiva. La investigación, publicada en JAMA Network Open, se presenta como un esfuerzo por explorar áreas menos estudiadas en la población femenina en este grupo demográfico.

El fundamento del estudio radica en la alarmante prevalencia de experiencias traumáticas en mujeres, que se ha estimado en casi la totalidad de la población femenina en Estados Unidos. Así, la prevalencia de TEPT en mujeres es mucho mayor que en hombres, según indican los autores. Además, la literatura ha puesto en evidencia que el TEPT tiene serias implicaciones en la salud física, asociándose a un aumento del riesgo de diferentes enfermedades.

En términos de salud femenina, las enfermedades cardiovasculares y la demencia, en particular la enfermedad de Alzheimer, son principales causas de mortalidad. De hecho, según los autores, ocupan el primer y cuarto lugar respectivamente entre las causas de muerte en mujeres.


Fuente: Pexels. Autor: Kampus Production. Fecha: 02/02/2024

Lamentablemente, la mayoría de los estudios sobre la conexión entre TEPT y salud se centran en hombres. Así, se observa una escasez de investigaciones específicas sobre mujeres y menos aún sobre aquellas en la etapa de la vida de la mediana edad. Este período abarca la menopausia y precede inmediatamente al inicio de enfermedades cardiovasculares clínicas. Por este motivo, representa un momento crítico en la vida de las mujeres, indican los autores.

Dado el impacto del TEPT en la salud física y mental, la investigación se centró en comprender cómo estos síntomas podrían influir en la salud cardiovascular y cerebral en mujeres con TEPT.

La metodología adoptada para el estudio fue de naturaleza transversal e incluyó una amplia gama de evaluaciones, tales como medidas de autoinforme, medidas antropométricas y exámenes neuropsicológicos, entre otros. La investigación se basó en una muestra de 274 mujeres con TEPT, entre 45 a 67 años y reclutadas entre 2017 y 2020.

Los resultados obtenidos revelaron una asociación significativa entre la presencia y la gravedad de los síntomas de TEPT y un mayor riesgo de aterosclerosis carotídea. Sorprendentemente, las mujeres que también portaban el alelo APOEε4 mostraron una mayor incidencia de enfermedad cerebral de pequeños vasos.

Asimismo, se observó que los síntomas de TEPT se asocian con un mayor riesgo de demencia en esta muestra de mujeres. En concreto, se observó un rendimiento cognitivo global disminuido y un aumento en la volumetría de la materia blanca cerebral en mujeres con TEPT frente a controles.

En resumen, el estudio subraya la importancia de comprender las asociaciones entre experiencias traumáticas, salud cardiovascular y neurocognición en mujeres de mediana edad. Asimismo, según insisten los autores, los resultados subrayan la necesidad de intervenciones y esfuerzos preventivos tempranos para reducir los riesgos cardiovasculares y neurocognitivos en este grupo demográfico en una etapa crucial de sus vidas.

Fuente:

Thurston RC, Jakubowski K, Chang Y, et al. (2023) Posttraumatic Stress Disorder Symptoms and Cardiovascular and Brain Health in Women. JAMA Netw. Open. 2023;6(11):e2341388.

jueves, 11 de enero de 2024

¿Cómo abordar los síntomas del trauma en niños y adolescentes?-nuevo informe del Child Mind Institute

 

¿Qué es exactamente el trauma y cómo se define?¿En qué modo afecta a niños/as y adolescentes? ¿Qué podemos hacer para disminuir el impacto del trauma en su salud mental?

Para dar respuesta a estas y otras preguntas, el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, ha publicado su informe sobre Salud Mental en la Infancia 2022, cuya temática, en esta nueva edición, versa sobre sobre los efectos del trauma psicológico en menores, revisando la base de la evidencia para los tratamientos más eficaces orientados a mitigar el impacto del mismo.

Tal y como manifiestan sus autores, sucesos como la pandemia de la COVID-19 o la situación actual de guerra en Ucrania, son ejemplos de graves situaciones con consecuencias devastadoras informadas por los medios, que han puesto el tema del trauma en el foco de atención. Asimismo, afirman, “a lo largo de nuestra vidas podemos estar expuestos a situaciones potencialmente traumáticas”.  

Foto: Ksenia Chernaya Fuente: pexels Fecha descarga: 24/07/2020

De forma específica, en relación con la infancia, el documento recuerda que hay una base de evidencia amplia y creciente relacionada con el impacto negativo que pueden tener las experiencias traumáticas sobre el desarrollo y el bienestar de niños, niñas y adolescentes, asociándose con déficits en el funcionamiento cognitivo y relacionándose con un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental (por ej., ansiedad y depresión) en algún momento de su vida. A este respecto, considera necesario sensibilizar y concienciar sobre los efectos del trauma y su abordaje, como medida eficaz para fomentar la resiliencia innata de los/as menores y brindarles tanto a ellos y ellas, como a sus familias y comunidades, el apoyo que necesitan para avanzar.

A pesar de que las consecuencias de pasar por una experiencia traumática pueden ser profundas, algunos investigadores sostienen que las definiciones de trauma y de trastorno de estrés postraumático (TEPT) que incluye el DSM-5 “no captan la imagen completa de la forma en que muchas personas, especialmente los niños, experimentan eventos traumáticos y sus impactos”.

De acuerdo con este informe, cada vez hay una más investigación en torno al trauma, teniendo en cuenta la exposición a experiencias negativas crónicas y continuas, en lugar de a eventos únicos y extremos. Este tipo de trauma se conoce como “trauma complejo” y está estrechamente ligado al concepto de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE, por sus siglas en inglés). Si bien no existe una definición única de trauma complejo, hay un amplio acuerdo entre los expertos sobre los tipos de eventos y síntomas asociados con el mismo. A este respecto, los eventos subyacentes al trauma complejo generalmente se caracterizan por su severidad y cronicidad (por ej., abuso y negligencia), tener lugar durante un período prolongado de tiempo y por afectar a la capacidad de un niño o niña para relacionarse con los demás y construir relaciones de confianza con sus cuidadores y otras figuras de autoridad. Las reacciones de los individuos a tales eventos a menudo son más diversas que las enumeradas en los criterios DSM para el TEPT.

Entre los síntomas del trauma complejo destacan los siguientes: desafíos con el apego y las relaciones, dificultad para regular las emociones y el comportamiento, cambios en la capacidad de atención y otras habilidades cognitivas, disociación de la realidad, baja autoestima y una perspectiva negativa general del mundo.

Según señalan los expertos, los niños y las niñas que han experimentado un trauma complejo pueden cumplir criterios correspondientes a una variedad de trastornos recogidos en el DSM-5, tales como el TEPT, el trastorno negativista desafiante o el trastorno reactivo del apego, y, sin embargo, “no existe un diagnóstico único que capture su perfil típico de síntomas”.

Con respecto al tratamiento, el informe indica que la terapia cognitivo-conductual focalizada en el trauma es el tratamiento de primera línea para niños, niñas y adolescentes que hacen frente a las consecuencias del trauma. La evidencia pone de relieve su eficacia para abordar las experiencias traumáticas de los y las menores, ayudando a reducir los síntomas del trauma y mejorar su funcionamiento diario.  

También hay evidencia de su eficacia cuando se aplica en múltiples y distintos entornos, incluidos los centros educativos y los de tratamiento residencial, ya sea en modo individual o en formato grupal.

Como describe el Instituto de la Mente Infantil en su documento, la terapia cognitivo-conductual en estos casos está muy estructurada, con sesiones divididas en distintas fases: las primeras se enfocan en educar a los/as niños/as y cuidadores sobre el impacto del trauma, ayudándoles a desarrollar habilidades efectivas de afrontamiento y relajación; las siguientes se orientan en la creación de la narrativa del trauma, una técnica de exposición gradual en la que el niño, con la guía de un profesional, desarrolla un relato gradualmente más detallado de su experiencia traumática, y los pensamientos y sentimientos que experimentó durante y después de la misma, brindándole habilidades de afrontamiento para manejar las emociones negativas dolorosas que suscitan los recuerdos.

El propósito de la narrativa del trauma, es desvincular los pensamientos o recordatorios relativos al evento traumático, de las emociones negativas abrumadoras como impotencia extrema, miedo, terror, evitación, ira, ansiedad, vergüenza o rabia. Mediante el procesamiento de recuerdos cada vez más profundos del evento con el apoyo de un profesional, de forma paulatina, el niño se vuelve capaz de evocar recuerdos o pensamientos del trauma sin sentirse abrumado por esas emociones negativas.

El documento subraya también la importancia de la intervención cognitivo-conductual centrada en el trauma en las escuelas (CBITS, por sus siglas en inglés). Este programa se aplica a estudiantes de secundaria y escuelas preparatorias que han experimentado un trauma y que están lidiando con síntomas de TEPT. A lo largo de diez sesiones grupales, el alumnado aprende habilidades orientadas a fortalecer los mecanismos de afrontamiento, procesar los recuerdos de su trauma y manejar las emociones y sentimientos desafiantes con mayor facilidad.

La investigación sobre su eficacia, señala que la CBITS puede ayudar a los niños y las niñas a recuperarse del trauma, con reducciones significativas en los síntomas de TEPT y depresión, y mejores resultados académicos.

El Instituto advierte en su informe de la poca investigación existente en torno a la eficacia de los medicamentos para reducir los síntomas relacionados con el trauma en la infancia, y la poca investigación que hay “sugiere que la efectividad en adultos a menudo no se replica en niños”. Asimismo, dado que las experiencias traumáticas y las reacciones de los/as niños/as con trauma complejo están estrechamente vinculadas con sus comunidades y contextos sociales, finaliza recordando que minimizar el impacto del trauma en los y las menores requiere, no solo prevención e intervención a nivel individual, sino también “un compromiso para garantizar que todas las familias y comunidades tengan los recursos y el apoyo que necesitan para criar niños saludables y prósperos”.

Se puede acceder al informe desde la página Web del Child Mind Institute o bien directamente aquí:

Sheldon-Dean, H. (2022). 2022 Children’s mental health report: Treating symptoms of trauma in children and teenagers. Child Mind Institute.  

lunes, 28 de marzo de 2022

Uno de cada tres pacientes de COVID-19 que ha requerido ventilación mecánica presenta síntomas graves de TEPT

 

El impacto de la COVID-19 en la salud mental cada vez resulta más evidente. La ventilación mecánica, necesaria en el tratamiento de los pacientes con síntomas respiratorios graves de COVID-19, está asociada a un incremento significativo de la sintomatología postraumática. Así lo ha establecido un reciente estudio realizado por el Imperial College London y la Universidad de Southampto de Reino Unido con una muestra de 13.049 pacientes con coronavirus.

En el estudio se realizó una comparación entre los grupos de pacientes con síntomas leves y graves de COVID y las distintas modalidades de tratamiento que habían requerido (sin asistencia domiciliaria, asistencia domiciliaria con ventilación, hospitalización y hospitalización con ventilación). El análisis de datos se realizó controlando el efecto de posibles variables como la edad, el género, la procedencia, los ingresos y el historial médico.

Fuente: www.pexels.com Artista:
Engin Akyurt Fecha descarga: 09/02/202

Los resultados del estudio muestran que los pacientes que habían sido hospitalizados y, sobre todo, aquellos que habían requerido además ventilación mecánica presentaban unos niveles “desproporcionadamente” elevados de síntomas de TEPT en comparación con los pacientes con síntomas leves de COVID-19 que no habían requerido hospitalización.

De esta manera, uno de cada tres pacientes que fue hospitalizado y conectado a un ventilador mecánico experimentó una elevada sintomatología postraumática, en comparación con uno de cada cinco pacientes que fue ingresado en un hospital pero no requirió ventilación mecánica.

Asimismo, la investigación evidenció que, en concreto, los síntomas intrusivos, en forma de flashbacks, fueron los más comunes en el grupo de pacientes con síntomas más severos de COVID-19, tales como imágenes recurrentes del entorno de la unidad de cuidados intensivos (UCI), del personal asistencial provisto con su equipo de protección personal o de otros pacientes de la UCI.

Los grupos menos afectados por síntomas de TEPT fueron los pacientes que recibieron asistencia médica desde su domicilio (si bien, en este caso, también se evidenció la presencia de sintomatología postraumática asociada a esta experiencia en uno de cada seis pacientes), y los pacientes que presentaron problemas respiratorios, que, aunque no llegaron a recibir esta asistencia médica domiciliaria, uno de cada 10 experimentó sintomatología postraumática.

Para los autores del estudio, estos hallazgos destacan la importancia de realizar un seguimiento de los supervivientes de la infección por COVID-19 en relación con la presencia de trastorno por estrés postraumático y justifican la necesidad de abordar los efectos indirectos de la COVID-19 en la salud mental.

Fuente: INFOCOP

Chamberlain, S., Grant, J. E., Trender, W., Hellyer, P., & Hampshire, A. (2021). Post-traumatic stress disorder (PTSD) symptoms in COVID-19 survivors

lunes, 4 de mayo de 2020

Tratamientos validados para el Trastorno por Estrés post traumático, según el NICE


El Instituto Nacional de Excelencia para la Salud y los Cuidados (National Institute for Health and Care Excellence, NICE) ha publicado una nueva actualización de la guía sobre Trastorno Por Estrés Postraumático (Post-traumatic stress disorder [NG116]).

La guía, dirigida a profesionales de la salud y personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT), así como a sus familiares y cuidadores, aborda el reconocimiento, evaluación y tratamiento de este problema en niños, jóvenes y adultos y tiene como objetivo ofrecer recomendaciones basadas en la evidencia para mejorar la calidad de vida de las personas con TEPT mediante la reducción de los síntomas asociados como la ansiedad, los problemas de sueño y la dificultades de concentración.

Con respecto a la versión anterior, la nueva guía del NICE ofrece una actualización en las recomendaciones sobre el acceso a la atención sanitaria, la coordinación entre los servicios de atención a niños y a adultos, los principios de la atención, el tratamiento y el abordaje de personas con TEPT y las necesidades complejas.

En relación con los principios que deben guiar la atención a las personas con TEPT, la guía recomienda:
  • Proporcionar información de manera verbal, pero también escrita sobre las reacciones comunes a los eventos traumáticos, incluyendo los síntomas del TEPT y su evolución, la evaluación y las opciones de tratamiento y apoyo y el lugar en el que se prestarán los servicios.
  • El apoyo entre iguales. Se debe ofrecer a estas personas el acceso a grupos de apoyo, que estén supervisados por personal especializado en salud mental, así como información específica para acceder a dichos servicios.
  • Asegurar ambientes seguros que no supongan una nueva exposición a situaciones traumáticas, tales como evitar evaluar en ambientes ruidosos o sin privacidad, etc.
  • Involucrar y apoyar a los familiares y cuidadores, en el tratamiento y manejo de los problemas psicológicos y de conducta asociados al TEPT (incluido el posible riesgo de suicidio), abordar el impacto de cuidar a una persona con TEPT, cómo ayudar al paciente a acceder a tratamiento, identificar sus propias necesidades como cuidadores, etc. Asimismo, el NICE recomienda proporcionar apoyo emocional y consejo para acceder también a grupos de autoayuda. Debido a la posibilidad de traumatización vicaria, el NICE recomienda evaluar la posible presencia de TEPT en los familiares del paciente y optimizar el plan de tratamiento, realizando psicoeducación sobre TEPT en grupo, si fuera necesario.
A la hora de abordar las opciones del tratamiento, el paciente y sus familiares deben ser informados sobre el objetivo, el contenido, la duración y el modo de aplicación del tratamiento, así como sobre la probabilidad de mejora y recuperación asociada, de los síntomas que cabe esperar que se produzcan durante la intervención (incluido un empeoramiento inicial temporal de la sintomatología) y de que la probabilidad de recuperación es mayor si están comprometidos con el tratamiento. También es importante que el clínico tenga presente cualquier factor social o personal que puede influir en el desarrollo y mantenimiento del trastorno, como malos tratos en la infancia o experiencia de múltiples traumas. El NICE recuerda a los clínicos que las personas con estrés postraumático pueden mostrar miedo, ansiedad o vergüenza, dificultades para implicarse en el tratamiento debido a la evitación del recuerdo de la experiencia o las creencias de que su trastorno es incurable o su ruptura en la confianza hacia los demás. Por tanto, es importante evaluar el motivo de que la persona no acuda a la cita y permitir cierta flexibilidad en las políticas de asistencia al servicio. Para las personas con TEPT en las que se identifique un riesgo significativo de daño para ellos mismos o para otros, es necesario establecer un plan de seguridad y gestión de riesgos (contando con la participación de los miembros de la familia y cuidadores) como parte de la planificación del tratamiento inicial.

En relación al abordaje del TEPT, el NICE desaconseja el uso del debriefing psicológico en la prevención y tratamiento del TEPT, así como el tratamiento farmacológico en niños o adolescentes menores de 18 años, al no contar con el apoyo científico necesario.

Según la revisión de la literatura existente, los tratamientos que están basados en la evidencia para el TEPT son:

Para la prevención del TEPT en niños y adolescentes:
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma o monitorización activa durante el primer mes tras el suceso traumático en menores con trastorno de estrés agudo o con síntomas clínicamente importantes para el diagnóstico de TEPT.
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma en formato grupal para niños y jóvenes de entre 7 y 17 años si ha ocurrido un evento en el último mes que pueda dar lugar a un trauma compartido a gran escala. Estas intervenciones deben basarse en un manual validado, contar entre 5 y 15 sesiones, profesionales entrenados y bajo supervisión continua, y deben incluir entre sus componentes: la psicoeducación sobre las reacciones traumáticas, las estrategias para controlar la hiperactivación, los flashbacks y la planificación de ambientes seguros, el procesamiento y elaboración de los recuerdos traumáticos, la reestructuración delos significados relacionados con el trauma vivido por el individuo y el entrenamiento en estrategias para superar las conductas de evitación.
Para el tratamiento del TEPT en niños:
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma en formato individual para niños de 5 a 6 años con TEPT o con síntomas clínicamente importantes de TEPT transcurrido un mes tras el acontecimiento traumático.
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma en formato individual para niños de 7 a 17 años con TEPT o con síntomas clínicamente importantes de TEPT durante el primer y tercer mes tras el acontecimiento traumático y más allá de los tres meses. Estas intervenciones deben estar basadas en un manual validado, contar entre 6 y 12 sesiones, profesionales entrenados y bajo supervisión continua, adecuarse a la edad y desarrollo del menor, involucrar a los padres o cuidadores y deben incluir: psicoeducación, elaboración y procesamiento de los recuerdos traumáticos, procesamiento de emociones relacionadas con el trauma (incluida vergüenza, culpa, duelo e ira), reestructuración del significado de la experiencia, entrenamiento para superar las conductas de evitación, preparación para el final del tratamiento, y contemplar sesiones de refuerzo en caso necesario, sobre todo, ante fechas significativas.
Para la prevención del TEPT en adultos:
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma durante el primer mes tras el suceso traumático en adultos con trastorno de estrés agudo o con síntomas clínicamente importantes de TEPT y que han estado expuestos a uno o más eventos traumáticos en el último mes. Estas intervenciones incluyen:
    • Terapia de procesamiento cognitivo.
    • Terapia cognitiva para el TEPT.
    • Terapia de exposición narrativa.
    • Terapia de exposición prolongada.
Para el tratamiento del TEPT en adultos:
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma en adultos con TEPT o con síntomas clínicamente importantes de TEPT pasado un mes desde el suceso traumático. Estas intervenciones incluyen:
    • Terapia de procesamiento cognitivo.
    • Terapia cognitiva para el TEPT.
    • Terapia de exposición narrativa.
    • Terapia de exposición prolongada.
Estas intervenciones deben basarse en un manual validado, ofrecer en torno a 8-12 sesiones (y ampliar según la gravedad del caso), ser dirigidas por profesionales entrenados y bajo supervisión continua y deben incluir: la psicoeducación sobre las reacciones traumáticas, las estrategias para controlar la hiperactivación, los flashbacks y la planificación de ambientes seguros, el procesamiento y elaboración de los recuerdos traumáticos, el procesamiento de emociones relacionas con el trauma, incluida la vergüenza, ira, culpa y duelo, la reestructuración de los significados relacionados con el trauma vivido por el individuo, el entrenamiento en estrategias para superar las conductas de evitación, adoptar un enfoque para restablecer el funcionamiento adaptativo, contemplar la preparación para el final del tratamiento e incluir sesiones de refuerzo en caso necesario, antes fechas significativas.
  • EMDR para adultos con TEPT o síntomas clínicamente significativos de TEPT entre el primer y tercer mes tras el suceso traumático, o más allá del tercer mes, siempre que no sea un trauma relacionado con conflicto bélico y si la persona prefiere este tipo de intervención. Este tratamiento debe basarse en una manual validado, proporcionar entre 8 a 12 sesiones, o más si el paciente lo requiere, ser impartido por profesionales entrenados bajo supervisión, con una aplicación gradual e incluyendo psicoeducación en las reacciones al trauma, manejo de recuerdos y situaciones asociadas al trauma, identificación de los recuerdos diana (a menudo imágenes visuales), y promoviendo las creencias positivas alternativas.
  • Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma, en formato de teleterapia, en adultos con TEPT o con síntomas clínicamente importantes de TEPT más de tres meses desde el suceso traumático, que prefieren esta modalidad de intervención, frente a la terapia cara a cara, siempre que no tengan síntomas severos de TEPT (ante todo, síntomas disociativos) y no tengan riesgo de dañarse a sí mismos o a los demás.
La guía se encuentra disponible a través del siguiente enlace:

NICE


lunes, 12 de noviembre de 2018

Guía para ayudar a los niños tras un evento traumático

El Instituto de la Mente Infantil (Child MInd Institute) ha publicado una guía a través de la cual ofrece una serie de recomendaciones para padres, profesores y líderes comunitarios, orientadas ayudar a niños y adolescentes que han pasado por un evento traumático.

El documento, elaborado por profesionales de la salud mental especializados en crisis y emergencias -entre ellos psicólogos-, establece algunas pautas generales para ayudar a niños y jóvenes, ejemplificando algunos síntomas y signos indicativos de estrés tras el suceso. Asimismo, se estructura en varios apartados, a través de los cuales aborda de forma específica estas recomendaciones adaptadas a cada edad del desarrollo, desde el nacimiento hasta los 18 años, e incluye un apartado dirigido a docentes.

La guía se encuentra disponible en la página Web del Instituto, o bien directamente a través del siguiente enlace:



FUENTE: INFOCOP

lunes, 29 de octubre de 2018

¿Las experiencias traumáticas predicen el desarrollo de síntomas psicóticos?

Un estudio reciente realizado por un grupo de colaboradores de la Encuesta Mundial de Salud Mental de la OMS y dirigido por John McGrath (2017) ha investigado la asociación entre los eventos traumáticos y el desarrollo posterior de experiencias psicóticas.

El estudio, realizado a gran escala, ha contado con una muestra de 24.464 participantes de la población general, procedentes de 16 países. A todos los participantes se les aplicó una entrevista semiestructurada (la entrevista CIDI) por parte de investigadores entrenados, con el objetivo de evaluar la presencia de problemas de salud mental (y específicamente de síntomas psicóticos) y la incidencia de experiencias traumáticas a lo largo de la vida (en concreto: violencia colectiva, daño corporal, violencia interpersonal, violencia sexual, accidentes o lesiones y otros traumas). Con el objetivo de disminuir el sesgo en las respuestas de los participantes, aquellos individuos con trastornos psicóticos diagnosticados en el momento de la evaluación fueron eliminados del estudio.
Algunos de los resultados de la investigación, publicada en la revista British Journal of Psychiatry, son los siguientes:
  • El 71,8% de los encuestados informaron de haber sufrido al menos un evento traumático en su vida.
  • Entre los participantes con experiencias psicóticas, el 90,5% refirió al menos haber experimentado un suceso traumático (frente al 70,5% de los participantes sin síntomas psicóticos).
  • En el grupo de participantes con experiencias psicóticas, el 75,8% de los eventos traumáticos ocurrieron antes del inicio de los síntomas psicóticos, el 19,2% ocurrió después y el 5% ocurrió en el mismo año.
  • Se observó una relación dosis-respuesta, de tal manera que a mayor número de experiencias traumáticas sufridas, mayor probabilidad de experimentar síntomas psicóticos posteriores. Así, los participantes que informaron de un evento traumático tenían 2,3 veces más probabilidad de informar de experiencias psicóticas, y los participantes con 5 o más episodios traumáticos tenían 7,6 veces más.
Los investigadores controlaron el efecto de la asociación entre los eventos traumáticos y la presencia de trastornos mentales preexistentes, por lo que el estudio proporciona cierta evidencia a favor de que los eventos traumáticos predicen experiencias psicóticas posteriores independientemente del estado de salud mental de la persona. No obstante, algunos tipos de acontecimientos traumáticos (por ejemplo, el hecho de haber prestado ayuda en zonas de conflicto o guerra) no muestran esta asociación, lo que, según los autores, sugiere la posibilidad de que estas personas que realizan labores humanitarias, por sus características, sean especialmente resistentes al desarrollo de este tipo de sintomatología.

En líneas generales, los resultados del estudio contradicen las narrativas estigmatizantes hacia las personas con trastorno mental relacionadas con su “responsabilidad” o “debilidad” para desarrollar sintomatología traumática, en la medida que cualquier persona expuesta a este tipo de acontecimientos es más susceptible a experimentar estos síntomas.  Los resultados son, asimismo, acordes con la línea de investigación del equipo de Bentall, de la que ya se habló en Infocop (ver más información aquí).

Fuente:


FUENTE: INFOCOP

lunes, 4 de abril de 2016

Tratamientos psicológicos para el trastorno por estrés postraumático en los supervivientes al cáncer


Cada año el 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer con el objetivo de aumentar la concienciación y movilizar a la sociedad para avanzar en la prevención y control de esta enfermedad. Con motivo de este día, Infocop pidió a un equipo de investigación especializado en psico-oncología que realizase una reseña de un artículo de investigación que habían publicado recientemente, sobre los tratamientos psicológicos más eficaces para hacer frente al Trastorno de Estrés Postraumático en los supervivientes al cáncer:

El diagnóstico y tratamiento del cáncer son circunstancias altamente estresantes que pueden desembocar en la aparición de diferentes alteraciones en el ámbito emocional de los pacientes. Es habitual encontrar en la literatura a este respecto niveles elevados de ansiedad y también de depresión, sin embargo, dentro de las alteraciones relacionadas con la ansiedad, el trastorno por estrés postraumático (en adelante: TEP) merece una atención detallada por varios motivos.

En primer lugar, la presencia de este tipo de síntomas en los supervivientes puede alcanzar el 45%, aunque en la mayoría de los estudios se obtienen tasas menores, entre un 4-6%. Esta disparidad de resultados se debe probablemente a que en este grupo de pacientes es complicado realizar un diagnóstico de TEP, ya que en la mayoría de los casos no se cumplen todos los criterios propuestos por las clasificaciones diagnósticas más utilizadas, siendo los síntomas más frecuentes en estos pacientes la presencia de pensamientos intrusivos y la re-experimentación de eventos traumáticos (16-28%), en forma de sueños o pensamientos relacionados con la enfermedad, también se observa con una gran frecuencia el embotamiento emocional y la evitación de los pensamientos relacionados con el cáncer (15-34%) y finalmente, la hipervigilancia y la hiperactivación fisiológica (en torno al 25%). Además este tipo de síntomas se relacionan con otros aspectos relevantes en los pacientes, como por ejemplo, una peor calidad de vida y la presencia de ansiedad y depresión.

Existen algunas particularidades que diferencian a los síntomas de TEP que pueden aparecer en la población general, con los síntomas de los pacientes de cáncer. Esto se debe a que la experiencia traumática del cáncer es muy compleja, ya que incluye diferentes aspectos del desarrollo de la enfermedad. Por ejemplo, el diagnóstico inicial, la incertidumbre de los tratamientos y las consecuencias negativas de los mismos, como el malestar ocasionado por los efectos secundarios de los tratamientos de tipo médico y las lesiones o la pérdida de la integridad física. Además, la propia incertidumbre sobre los resultados de los tratamientos, la posibilidad de que aparezca de nuevo la enfermedad y las rutinas de seguimiento que se establecen habitualmente, pueden ser elementos que influyan sobre el mantenimiento de estos síntomas de TEP en el tiempo, ya que algunos autores han observado que hasta 20 años después del tratamiento aparecen síntomas elevados de TEP.

Por estos motivos, la atención psicológica para aliviar la presencia de este tipo de síntomas en los pacientes y supervivientes al cáncer resulta de una gran importancia. Después de revisar las intervenciones psicológicas desarrolladas en los últimos años, los resultados parecen indicar que las intervenciones que aportan una mayor evidencia de su eficacia son aquellas de tipo cognitivo conductual y el mindfulness. Sin embargo, en la aplicación de la TCC en este grupo de pacientes se observan datos contradictorios, lo que sugiere la necesidad de una mayor investigación en ensayos con un adecuado rigor para establecer la eficacia de esta intervención. Por otro lado, la aplicación del mindfulness ha obtenido resultados positivos, aunque también es necesario comentar que sería recomendable más esfuerzos de investigación. Finalmente, otro tipo de técnicas, como por ejemplo el entrenamiento en manejo del estrés, la técnica neuro-emocional y el entrenamiento en habilidades de afrontamiento están aún en una fase muy temprana de aplicación para establecer su eficacia.

En resumen, la presencia de síntomas de TEP en los pacientes y supervivientes al cáncer es un hecho relevante que merece una mayor atención por parte de los profesionales para identificar y reducir este tipo de síntomas, que causan un gran malestar en estos pacientes. Para la identificación adecuada de los síntomas es necesario tener en cuenta que, aunque los pacientes no cumplan con todos los criterios para obtener un diagnóstico de TEP, esta circunstancia no debería impedir que se preste la necesaria atención a la identificación de este tipo de síntomas. En cuanto a las intervenciones de tipo psicológico para aliviar la presencia de síntomas de TEP en este grupo de pacientes, en función de la evidencia disponible hasta el momento se puede recomendar la aplicación de la terapia cognitivo-conductual y el mindfulness por delante de otras estrategias que aún no cuentan con suficiente apoyo empírico.

El artículo completo puede encontrarse en la Revista Psicooncología:
Garcia-Torres, F., Alós, F. J. & Pérez-Dueñas, C. (2015). El trastorno por estrés postraumático en los supervivientes al cáncer: una revisión de los tratamientos psicológicos disponibles. Psicooncología, 12(2-3): 293-301.

Francisco García-Torres. Es doctor CUM LAUDE por la Universidad de Córdoba y Premio Extraordinario de Doctorado en 2014. Desde 2011 se encuentra investigando las consecuencias psicológicas del cáncer en los supervivientes y publicando los resultados en revistas nacionales e internacionales de elevado impacto en el ámbito de la Psico--Oncología.
Francisco J. Alós Cívico. Es profesor de la Universidad de Córdoba desde el año 2000, donde obtuvo su doctorado, con la máxima nota posible, en 2007. Su actividad investigadora está distribuida en varios campos de trabajo, entre los que destaca, en este contexto, sus contribuciones científicas al ámbito de la Psicología de la Salud.
Carolina Pérez Dueñas. Es licenciada y doctora en Psicología por la Universidad de Granada. En la actualidad trabaja como profesora en el departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba y forma parte del grupo de investigación "Psicología basada en la evidencia. Evaluación y diseño de intervenciones psicológicas eficaces".
FUENTE: INFOCOP

viernes, 30 de mayo de 2014

Recomendaciones de la APA para manejar el estrés postraumático

La APA (Asociación Americana de Psicología-American Psychological Association) ha publicado un artículo en el que ofrece una serie de recomendaciones para manejar el estrés postraumático originado tras un desastre o un acontecimiento altamente traumático.
Como bien señala el texto, la ocurrencia de catástrofes -tales como huracanes, terremotos, accidentes de tráfico o incendios-, suele ser súbita, inesperada y angustiosa. Tras un acontecimiento de esta naturaleza, las personas suelen experimentar reacciones emocionales muy intensas que pueden interferir en su vida diaria, en su trabajo y en sus relaciones sociales.
Para poder hacer frente de forma eficaz a los sentimientos y pensamientos asociados al trauma, la APA resalta la importancia de comprender cuáles son las respuestas más comunes a un evento traumático. Algunas de las reacciones que las personas suelen experimentar tras un suceso de esta índole son las siguientes:
  • Sentimientos intensos e impredecibles: ansiedad, nervios, irritabilidad, cambios de humor constantes, etc.
  • Cambios en los patrones de pensamiento y de conducta: alteraciones del sueño (dificultad para dormir, pesadillas) y alimentación (exceso o falta de apetito), dificultad de concentración y en la toma de decisiones, etc. Asimismo, la persona puede experimentar recuerdos vívidos; estos recuerdos o “flashbacks” pueden darse sin razón aparente y de forma repentina, y suelen acompañarse de reacciones físicas, como taquicardia o sudoración.
  • Sensibilidad a factores ambientales: Sirenas, ruidos fuertes, olores u otras sensaciones ambientales pueden actuar como estímulos evocadores de los recuerdos del desastre. Estos factores desencadenantes pueden venir acompañados de síntomas de ansiedad y miedo.
  • Problemas en las relaciones interpersonales: conflictos y discusiones más frecuentes con familiares o compañeros de trabajo. La persona puede llegar a aislarse y dejar de participar en actividades sociales.
  • Síntomas físicos relacionados con el estrés: dolores de cabeza, náuseas, dolor en el pecho, etc.
Una vez identificadas las reacciones más comunes, la Asociación recomienda una serie de estrategias orientadas a restablecer el bienestar emocional y recuperar el sentido del control:
  1. Necesita un tiempo para recuperarse: tenga en cuenta que está pasando por un momento difícil en su vida, permítase llorar las pérdidas que ha experimentado y trate de ser paciente con los cambios en su estado emocional.
  2. Pida apoyo a las personas que se preocupan por usted, que comprenden su situación y le escucharán: el apoyo social -familia, amigos-, es un recurso importante y constituye un factor clave en el proceso de recuperación.
  3. Busque un grupo de apoyo local para víctimas de catástrofes o experiencias traumáticas, dirigido por profesionales capacitados y con experiencia: los grupos de discusión pueden ayudarle a tomar conciencia de que no está solo, y que hay otras personas que han pasado por lo mismo y están experimentando las mismas reacciones y emociones que usted.
  4. Exprese sus sentimientos de la manera en la que se sienta más cómodo: hablando con familiares o amigos cercanos, escribiendo un diario personal o a través de una actividad creativa (por ejemplo, dibujo, pintura, escultura, etc.).
  5. Siga un estilo de vida saludable para mejorar su capacidad de hacer frente al estrés: coma de forma equilibrada y descanse las horas suficientes. Si tiene problemas relacionados con el sueño, utilice técnicas de relajación. Evite tomar bebidas alcohólicas y drogas, pues su consumo puede mermar la capacidad de afrontamiento e influir de forma negativa en el proceso de superación del trauma.
  6. Establezca o reestablezca rutinas: mantener un horario regular de comidas y de sueño, seguir una tabla de ejercicios o crear rutinas (como buscar un pasatiempo, salir a caminar o leer un buen libro) que le sirvan de distracción en los momentos de ansiedad.
  7. Evite tomar decisiones importantes: cambiar de carrera o de trabajo, por ejemplo, son decisiones que tienden a ser altamente estresantes, y aún más difíciles de tomar para alguien que se está recuperando de un acontecimiento traumático.
Si bien estas medidas pueden resultar útiles durante el proceso de recuperación, la APA recomienda acudir a un profesional de Salud Mental. A este respecto, recuerda que los psicólogos son profesionales capacitados para ayudar a las personas a hacer frente a las reacciones emocionales como estrés, ansiedad o dolor, estableciendo para ello un plan de tratamiento adecuado.

FuenteAPA / INFOCOP