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lunes, 11 de marzo de 2024

Terapia de aceptación y compromiso en psicosis

 ¿La terapia de aceptación y compromiso se puede aplicar con éxito en pacientes con psicosis? Esta fue la pregunta de investigación del estudio de Myin-Germeys et al. (2022), publicado en la revista Psychotherapy and Psychosomatics.

La psicosis es un trastorno mental que incluye comúnmente la presencia de alucinaciones y delirios. Las alucinaciones son experiencias sensoriales sin estímulos externos, como escuchar voces. Por su parte, los delirios son creencias falsas y rígidas que no se corresponden con la realidad. Sin embargo, además de estos síntomas positivos, se observan otros síntomas negativos, entre los que se encuentra:

  • La disminución en la expresión emocional.
  • Las dificultades para experimentar placer.
  • La falta de motivación.
  • Las dificultades en la comunicación y el establecimiento de relaciones sociales.
  • La disminución de la energía o la capacidad de llevar a cabo actividades diarias.

Estos síntomas negativos pueden tener un impacto significativo en la vida cotidiana y en la calidad de vida de las personas que experimentan psicosis. Los estudios resaltan, además, la importancia de identificar y tratar los síntomas en las etapas tempranas para prevenir complicaciones más severas en estos pacientes.

psicosis
Fuente: Pexels. Autor: cottonbro studio. Fecha: 05/07/2023

Teniendo en cuenta la eficacia de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en otros problemas de salud mental, los investigadores desarrollaron un programa de intervención personalizado para pacientes con psicosis, que denominaron ACT-DL (ACT in Daily Life).

El estudio tuvo como objetivo comprobar la eficacia de ACT-DL junto con el tratamiento habitual (grupo de tratamiento) en comparación con el tratamiento habitual de manera aislada (grupo control). Para ello, 148 pacientes con riesgo elevado o con un primer episodio de psicosis fueron asignados aleatoriamente a cada uno de los dos grupos. Se evaluó la sintomatología positiva y negativa antes y después de la intervención, así como un año tras finalizar el tratamiento.

De acuerdo con los resultados del estudio, no se encontraron diferencias significativas en los resultados de sintomatología positiva entre ambos grupos de intervención. No obstante:

  • El grupo que recibió ACT-DL mostró una mejoría significativa de los síntomas negativos y del funcionamiento global al finalizar la intervención.
  • Asimismo, este grupo mostró una reducción mayor en la angustia momentánea relacionada con las experiencias psicóticas en comparación con el grupo control.
  • Las mejoras observadas en el grupo de ACT-DL se observaron incluso un año después de la intervención.

En conclusión, los resultados ponen de manifiesto los beneficios de la terapia de aceptación y compromiso (ACT-DL) en los síntomas negativos de la psicosis. Estos síntomas son especialmente incapacitantes para los pacientes y les generan un gran sufrimiento. Asimismo, estos síntomas suelen ser bastante resistentes a la intervención durante la etapa inicial de la psicosis. Por este motivo, este estudio supone una interesante contribución, en la medida en que sugiere que la ACT puede resultar prometedora en este campo.

Fuente:

Myin-Germeys, I., Van Aubel, E., Vaessen, T., et al. (2022). Efficacy of Acceptance and Commitment Therapy in Daily Life in Early Psychosis: Results from the Multi-Center INTERACT Randomized Controlled TrialPsychotherapy and Psychosomatics, pp.1-13.

jueves, 9 de noviembre de 2023

Comprendiendo la esquizofrenia, guía para pacientes y familiares

 

Una de cada 5 personas con esquizofrenia se recupera por completo en un plazo de 5 años desde la aparición de los primeros síntomas. Así lo recoge la guía Comprendiendo la esquizofrenia, elaborada por la Consejería de Salud y Familias del Servicio Andaluz de Salud.

La guía está especialmente dirigida pacientes y familiares y tiene como finalidad proporcionar información básica y mejorar la concienciación pública sobre este problema de salud mental tan estigmatizado.

 

Autor: ERFAN MOGHADM Fuente: 
pexels Fecha descarga: 10/02/2022

El texto desmiente los mitos extendidos sobre las personas con esquizofrenia, así como describe los síntomas principales de esta categoría diagnóstica, las causas, el pronóstico, las opciones de tratamiento, la recuperación, etc. Asimismo, ofrece pautas y recomendaciones para el autocuidado y el apoyo de los familiares cercanos.

 Tal y como se sugiere en la guía, es importante mejorar el autoconocimiento sobre las señales de alarma de un posible brote psicótico, prestar atención a lo que puede desencadenar los síntomas, cuidar y mantener las relaciones sociales, cuidar la salud física y pedir ayuda y utilizar el apoyo de los amigos y familiares cercanos.

La guía se encuentra disponible en el siguiente enlace:

Comprendiendo la esquizofrenia

lunes, 9 de octubre de 2023

Un estudio pone de relieve la eficacia de las intervenciones psicológicas y sociales en la prevención de recaídas en esquizofrenia

 

Se observan beneficios sólidos en la reducción del riesgo de recaída en pacientes con esquizofrenia, para las intervenciones familiares, la psicoeducación familiar y la terapia cognitivo-conductual. Estos tratamientos deberían ser las primeras intervenciones psicológicas y sociales a considerar en el tratamiento a largo plazo para pacientes con esquizofrenia.”

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista The Lancet Psychiatry, bajo el título Psychosocial and psychological interventions for relapse prevention in schizophrenia: a systematic review and network meta-analysis, a través del cual se pretende evaluar la eficacia, aceptabilidad y tolerancia de las intervenciones psicológicas y sociales para la prevención de recaídas en la esquizofrenia.

El estudio, consistente en una revisión sistemática y un metaanálisis en red, analiza 72 ensayos aleatorios controlados con una muestra de 10.364 participantes.  

Foto: Guilherme Rossi Fuente: pexels Fecha descarga: 25/10/2021

Los datos muestran que los programas de prevención de recaídas, la terapia cognitivo-conductual, la psicoeducación familiar, las intervenciones integradas y la psicoeducación del paciente reducen las recaídas a los 12 meses, más que el tratamiento habitual.

Se evidencia también la eficacia de las intervenciones familiares y la psicoeducación familiar en la mejora de otros aspectos, como los síntomas de la esquizofrenia y el funcionamiento. A juicio de los autores, el efecto de prevención de la recaída podría estar mediado por otros factores como la reducción de los síntomas, un mejor funcionamiento, la implicación directa de los miembros de la familia y un mejor cumplimiento. De acuerdo con los resultados, se observa que dotar de recursos y estrategias a los miembros de la familia mejora su capacidad de manejar las crisis, reduciendo así las admisiones hospitalarias.

Asimismo, la psicoeducación del paciente parece eficaz para reducir los síntomas y mejorar la adherencia en comparación con el tratamiento habitual.

Por su parte, la terapia cognitivo-conductual resulta eficaz, no solo en la reducción de las recaídas al año, sino también en la mejora de muchos resultados secundarios (síntomas generales, positivos y negativos, adherencia y funcionamiento).

Para los autores del estudio, estos tratamientos deberían ser las primeras intervenciones psicológicas y sociales a considerar en el tratamiento a largo plazo de los y las pacientes con esquizofrenia.

Fuente: Bighelli, I., Rodolico, A., García-Mieres, H., Pitschel-Walz, G., Hansen, W. P., Schneider-Thoma, J., … & Leucht, S. (2021). Psychosocial and psychological interventions for relapse prevention in schizophrenia: a systematic review and network meta-analysis. The Lancet Psychiatry. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(21)00243-1 

martes, 22 de agosto de 2023

Cómo ayudar a alguien que está experimentando psicosis, nueva guía

 El apoyo proporcionado por la familia y los amigos puede desempeñar un papel importante para ayudar a alguien a recuperarse de un episodio de trastorno psicótico y reducir la probabilidad de que tenga más episodios. Sin embargo, puede ser estresante cuidar o apoyar a alguien en esta situación y es posible que usted mismo quiera o necesite apoyo.”

Con esta introducción, se presenta una guía sobre psicosis publicada por la Consejería de Salud y Familias del Servicio Andaluz de Salud, a través de la cual brinda información sobre este problema de salud mental y los primeros signos de advertencia para detectarla, así como el modo de ayudar a alguien que está experimentando psicosis.

El documento, basado en la Guía de Práctica Clínica para el Tratamiento de la Psicosis y la Esquizofrenia. Manejo en Atención Primaria y en Salud Mental. Servicio Andaluz de Salud, 2019, está dirigido a familiares y amigos de personas a quienes se les ha diagnosticado un trastorno psicótico, ofreciendo a lo largo de sus páginas, una serie de recomendaciones para detectar las señales de advertencia temprana que indican riego de desarrollo de psicosis, para hablar con la persona por la que se está preocupado/a, para preguntarle de qué modo se le puede ayudar, etc.

Foto: cottonbro Fuente: pexels Fecha descarga: 27/12/2021

Se puede acceder directamente a la guía a través del siguiente enlace:

Cómo ayudar a alguien que está experimentando psicosis

jueves, 8 de junio de 2023

La recuperación en personas con trastornos psicóticos y la lucha contra el estigma

 

El estudio de la recuperación en personas con trastornos psicóticos ha captado el interés de los investigadores y profesionales especialmente durante los últimos años (Lee et al., 2020; Lemos-Giráldez et al., 2015).

Si bien tradicionalmente la recuperación en salud mental se ha entendido como un resultado, es decir, como la eliminación de la sintomatología y el restablecimiento del estado premórbido de la persona, este concepto de recuperación (meramente clínica), aplicado al caso de las personas con trastornos psicóticos, se está sustituyendo progresivamente por el de recuperación como proceso o recuperación funcional (Jacob, 2015).

 

Autor: João Jesus Fuente: 
Pexels Fecha descarga: 10/12/2021

Este nuevo punto de vista enfatiza la satisfacción vital, la esperanza y el desarrollo de una vida significativa a pesar de que la sintomatología psiquiátrica persista o reaparezca a lo largo de los años (Leamy et al., 2011). La recuperación funcional de una persona con trastorno mental significa, de esta forma, conseguir y mantener la esperanza, comprender las propias posibilidades a pesar de las limitaciones, vivir activamente, ser autónomo, tener una identidad social y dar sentido y propósito a la propia vida (Avdibegović et al., 2017). Así, el establecimiento de relaciones sociales positivas, la inclusión social, el acceso a oportunidades vocacionales, el desarrollo de las propias aspiraciones profesionales o una buena salud física son metas primordiales para desarrollar desde este enfoque, incluso por encima de la remisión clínica, especialmente en jóvenes tras un primer episodio psicótico (Álvarez-Jiménez et al., 2016; Iyer e al., 2011; Law y Morrison, 2014).

Los estudios con personas con trastorno del espectro de la psicosis que han analizado la recuperación desde este nuevo prisma señalan que la recuperación no puede medirse en tasas de prevalencia, sino que se trata de un recorrido no lineal o de un proceso en espiral cuyo objetivo es que el individuo continúe creciendo y desarrollándose a lo largo de la evolución de su problema de salud mental y a través de las diferentes etapas y recaídas (Pemberton & Wainwright, 2014). De esta forma, la recuperación funcional supone un enfoque más apropiado para aplicar en el caso de un trastorno mental de larga duración al depositar el foco de atención no en la curación sino en el factor subjetivo de bienestar personal, entendiendo que una persona puede recuperarse de un trastorno mental, aunque el trastorno no haya remitido (Avdibegović et al., 2017).

Este creciente interés por los procesos de recuperación en personas con psicosis ha impulsado la necesidad de conocer los factores que pueden afectar negativamente a la recuperación. Entre dichos factores, la presencia de síntomas negativos se ha identificado como un importante obstáculo que dificulta el funcionamiento laboral, familiar y social de estas personas (Austin et al, 2021; García-Álvarez et al., 2014; Gee et al., 2016; López-Navarro et al., 2018 ; Norman et al., 2018). Pero, más allá, los estudios señalan que el estigma constituye el obstáculo más significativo para alcanzar la recuperación, en la medida en que el estigma guarda una estrecha relación con la sintomatología negativa en la psicosis (Ho et al., 2018; Pyle et al., 2018; Ordónez-Camblor et al., 2021, Vass et al., 2017).

Por estigma se entiende el conjunto de actitudes negativas sociales respecto a un grupo minoritario caracterizado por algún tipo de rasgo distintivo o “señal” que, al ser identificado, genera un estereotipo negativo en la conciencia social hacia ese grupo (Roca & Crespí, 2013). Como resultado, el individuo o colectivo que presenta dicho rasgo distintivo deja de ser considerado dentro de la normalidad y es valorado negativamente. Además, este proceso de estigmatización se puede producir tanto a nivel externo (o público) como a nivel interno, lo que se denomina autoestigmatización.

En relación con las personas con trastorno mental, el estigma público corresponde a todas las reacciones sociales hacia los problemas de salud mental en términos de estereotipos, prejuicios y discriminación, de forma que es el proceso por el cual los individuos de la población general, en primer lugar, respaldan los estereotipos sociales sobre los trastornos mentales y, en segundo lugar, actúan de manera discriminatoria (Corrigan, 2004).

Por su parte, el autoestigma (o estigma internalizado) se ha descrito como las propias reacciones de la persona con trastorno mental hacia sí misma o como la autoevaluación negativa que realizan las personas como resultado de ser miembros de un grupo estigmatizado (Corrigan & Watson, 2002). Las personas estigmatizadas que se enfrentan a la discriminación      pública y son objeto de estereotipos negativos, a menudo están de acuerdo con estos estereotipos sociales y se los aplican a sí mismos, de forma que, en el contexto de la salud mental, el autoestigma es el proceso por el cual una persona con un trastorno mental grave pierde las identidades previas a la enfermedad y la esperanza de tener nuevas identidades (p. ej., “yo como trabajador”) y adopta el punto de vista estigmatizado de muchos miembros de la comunidad (p. ej., “yo como peligroso”, “yo como incompetente”…) (Corrigan & Watson, 2002).

Los estudios han puesto de manifiesto que el estigma púbico hacia los problemas de salud mental está muy presente en la sociedad en general y también en los profesionales de la salud mental (Corrigan et al. 2012; Lien et al, 2021; Parcesepe y Cabassa 2014; Valery & Prouteau, 2020). Asimismo, las investigaciones muestran que las personas con trastornos mentales suelen interiorizar las ideas estigmatizantes ampliamente respaldadas por la sociedad y autoevaluarse negativamente a causa de su problema de salud mental (Ben et al., 2021; Vass et al., 2017), de tal manera que un tercio de las personas con trastorno mental grave informan de altos niveles de estigmatización (Dubreucq, Plasse y Franck, 2021). Esta estigmatización es mucho mayor hacia las personas con problemas de salud mental que hacia cualquier otro problema de salud física (Corrigan, 2004). Además, se observa un efecto específico hacia las personas con trastornos psicóticos en comparación con el resto de los trastornos mentales en términos de estigma, en el sentido que estas personas son más duramente juzgadas y, por lo tanto, son objeto de una mayor estigmatización si las comparamos con otros problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad (Yan et al., 2010).

La estigmatización tiene graves repercusiones en la adaptación y recuperación de las personas con salud mental y en su calidad de vida (Degnan et al., 2021). Son numerosas las investigaciones que han encontrado que el estigma internalizado presenta una fuerte asociación con una peor autoestima, con un bajo sentimiento de autoeficacia, con un escaso apoyo social, con una ausencia de esperanza, con postergación de la búsqueda de tratamiento, con una mala adherencia al tratamiento y con una percepción de baja calidad de la atención recibida (Dubreucq, Plasse y Franck, 2021). A nivel clínico, la estigmatización se ha asociado con un aumento de la sintomatología depresiva y la ansiedad, entre otras complicaciones (Aukst-Margetić et al., 2014; Ordóñez-Camblor et al., 2021; Vass et al., 2017,). Asimismo, los familiares a menudo informan de un intenso sentimiento de vergüenza como resultado de la enfermedad mental de un miembro (Corrigan y Miller, 2004) y otros estudios han encontrado que el estigma es un marcador del aislamiento social, de un menor acceso a los servicios de salud y de experimentación de culpa, vergüenza o exclusión social (Byrne 2000; Kular et al., 2019; Mueser et al., 2020).

En resumen, tal y como señalan Avdibegović y Hasanović (2017) el estigma y la recuperación en personas con problemas de salud mental están íntimamente interrelacionados: “mientras que la recuperación da oportunidades, hace a la persona más fuerte, da propósito y sentido a su vida y conduce a la inclusión social, el estigma reduce las oportunidades, mina la autoestima y la autoeficacia, disminuye la creencia en las propias capacidades y contribuye a la exclusión social a través de la discriminación” (Avdibegović et al., 2017, p. 900).

Teniendo en cuenta estos datos, muchos expertos señalan que no es posible alcanzar la recuperación funcional de las personas con trastorno mental si no se contribuye a reducir el autoestigma y a erradicar las actitudes y creencias estigmatizantes presentes en la sociedad y también en los propios profesionales que trabajan en los servicios de salud mental (Dubreucq, Plasse y Franck, 2021). A este respecto, los programas de rehabilitación en salud mental y las intervenciones tempranas orientadas a la recuperación funcional y a combatir el estigma y la discriminación son fundamentales y deberían ser un componente esencial en el tratamiento de las personas con trastornos de salud mental grave (Ordónez-Camblor et al., 2021, Vass et al., 2017).

Referencias:

Puedes consultar las referencias pinchando aquí.

martes, 27 de diciembre de 2022

Funcionamiento social y estilos atributivos en la esquizofrenia. ¿Es adecuado el modelo de la indefensión aprendida?

 

Cristina Monfort-Escrig y Josep Pena-Garijo

Universidad Jaume I, Castellón de la Plana, Spain

La investigación más reciente ha relacionado consistentemente los déficits en cognición social con el desarrollo y mantenimiento de las psicosis. Además, algunos sesgos atribucionales han demostrado influir en la manifestación de síntomas depresivos en los trastornos del estado de ánimo y en la esquizofrenia (Pena-Garijo & Monfort-Escrig, 2020).

El modelo de la desesperanza para la depresión (Abramson et al., 1978) postula que una atribución interna, estable y global para los eventos negativos (y la tendencia contraria para los positivos) predice la aparición de síntomas depresivos.

Autor: cottonbro Fuente: 
pexels Fecha descarga: 04/06/2021

A partir de las sucesivas reformulaciones del modelo de la indefensión aprendida y la teoría de la desesperanza (Liu et al., 2015), inicialmente desarrollados para explicar la depresión, se abrió en el campo de la psicosis un potente marco teórico sobre el desarrollo de los delirios a través de patrones de atribución específicos. Tradicionalmente se han diferenciado dos sesgos relacionados con el estilo atribucional: una tendencia general a atribuir el mérito sobre los eventos positivos a los otros o a las circunstancias (sesgo de externalización) y una tendencia específica a culpar a los otros sobre los eventos negativos (sesgo de personalización). Las primeras investigaciones mostraron que las personas con depresión presentaban una tendencia a internalizar la culpa para acontecimientos de tipo negativo (sesgo depresivo), observándose el patrón opuesto en personas con delirios paranoides: una tendencia excesiva a atribuirse a uno mismo las situaciones positivas y las negativas a causas externas (sesgo egoísta).

No obstante, una de las áreas que queda sin explorar es la forma en que estos sesgos influyen en el funcionamiento social. En este sentido, este estudio se enfocó a verificar si el modelo reformulado de la indefensión aprendida y su forma más articulada, la teoría de la desesperanza, podrían ser específicamente adecuados para predecir síntomas depresivos en personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia y si, además, predecían su funcionamiento social. Para ello, se comparó un grupo de personas con trastornos psicóticos con una muestra no-clínica mediante el Cuestionario de Estilos Atribucionales (ASQ) y se utilizaron análisis de regresión para determinar qué variables podían predecir diversas áreas del funcionamiento social en el grupo de pacientes.

Las personas con esquizofrenia mostraron un mayor sesgo de atribución negativo comparados con la población general, siendo este sesgo de atribución “pesimista” un notable rasgo diferencial.

Además, los resultados proporcionaron evidencia sobre la utilidad y la adecuación del modelo reformulado de la indefensión aprendida y de la teoría de la desesperanza para predecir depresión en personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia, independientemente de los síntomas psicóticos.

Otros hallazgos resultaron también de interés. Por ejemplo, estas personas tienden a ver los eventos de la vida como el resultado de causas inestables o impredecibles, lo que podría agravar los síntomas psicóticos positivos con el avance de la enfermedad. Las personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia tienden a generalizar las causas de situaciones tanto positivas como negativas y estas se relacionan con diferentes áreas de la vida, prediciendo un mejor funcionamiento social general y una mejor comunicación interpersonal. Asimismo, la mayor gravedad en psicopatología general (no necesariamente en sintomatología negativa) predeciría una menor independencia para las actividades de la vida diaria. Por otro lado, un mayor nivel educativo, una mejor situación laboral y una atribución estable para las situaciones positivas se relacionaron con un menor aislamiento social. Las personas con trastornos psicóticos que creen que los eventos positivos de su vida son estables y predecibles disfrutan de mejores relaciones sociales y están menos aisladas, lo que sugiere que el estilo de atribución estable es el mejor predictor de las diferentes medidas del funcionamiento social.

A modo de conclusión, esta investigación actualiza los estudios clásicos basados en la teoría de la atribución del modelo de la indefensión aprendida y aporta evidencia de que el modelo reformulado proporciona utilidad para predecir la depresión en personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia, independientemente de los síntomas psicóticos, siendo un sesgo “pesimista” el mecanismo subyacente para la interpretación de los acontecimientos de la vida. No obstante, los modelos más recientes que sugieren la presencia de una atribución “monocausal” (Moritz et al., 2018), parecen ser más adecuados para comprender los mecanismos de formación de los delirios a través de sesgos de razonamiento, y que éstos podrían ser un factor de riesgo crucial para desarrollar psicosis.

Finalmente, consideramos que la inclusión de los sesgos atribucionales y otros dominios de la cognición social como dianas terapéuticas dentro de los programas de intervención psicológica sería de gran utilidad para mejorar el funcionamiento social de las personas con trastornos del espectro de la esquizofrenia.

El artículo completo puede encontrarse en Clínica y Salud:

Monfort-Escrig, C. & Pena-Garijo, J. (2021). Attributional Styles and Social Functioning in Schizophrenia. Is the Learned Helplessness Model Suitable? Clínica y Salud, 32(1), 7 - 14. 

Referencias:

Abramson, L. Y., Seligman, M. E., & Teasdale, J. D. (1978). Learned helplessness in humans: Critique and reformulationJournal of Abnormal Psychology, 87(1), 49-74.

Liu, R. T., Kleiman, E. M., Nestor, B. A., & Cheek, S. M. (2015). https://doi.org/10.1111/cpsp.12125Clinical Psychology: Science and Practice, 22(4), 345-365.

Moritz, S., Bentall, R. P., Kolbeck, K., & Roesch-Ely, D. (2018). Monocausal attribution and its relationship with reasoning biases in schizophreniaSchizophrenia Research, 193, 77-82.

Pena-Garijo, J. & Monfort-Escrig, C. (2020). Cognición en la esquizofrenia. Estado actual de la cuestión (II): sesgos cognitivos, modelos explicativos y programas de intervenciónRevista Asociación Española de Neuropsiquiatría 40, 131–154.

Cristina Monfort Escrig es licenciada en Psicología y Máster en Rehabilitación Psicosocial en Salud Mental Comunitaria. En los últimos años se ha centrado en la investigación y en la elaboración de su tesis doctoral "Apego, neurocognición y cognición social en el espectro de la esquizofrenia", que defenderá en breve en la Universitat Jaume I de Castellón.

Josep Pena Garijo es Doctor en Psicología y Especialista en Psicología Clínica. Actualmente es Coordinador de la Unidad de Salud Mental “Fuente de San Luis” del Hospital Universitari Doctor Peset de Valencia. Profesor del Máster de Rehabilitación Psicosocial de la Universitat Jaume I de Castellón. Coordinador del manual Proceso de Atención a Personas con Trastorno Mental Común. Participó en la elaboración del Plan de Prevención del Suicidio de la Comunidad Valenciana y forma parte del Grupo de Trabajo para la Prevención del Suicidio del Ayuntamiento de Valencia. Es investigador principal de un proyecto sobre Intervención Temprana en Psicosis.


FUENTE: INFOCOP

martes, 13 de diciembre de 2022

Esquizotipia: el camino a seguir para la prevención de la psicosis

 

Eduardo Fonseca-Pedrero 1, Martin Debbané 2,3, Juan Francisco Rodríguez-Testal 4, Alex S. Cohen 5Anna R. Docherty 6 y Javier Ortuño-Sierra1

1University of La Rioja (Spain)

2University of Geneva (Switzerland)

3University College London (UK)

4University of Seville (Spain)

5Louisiana State University (USA)

6University of Utah School of Medicine (Salt Lake City, UT)

¿Existe una vulnerabilidad latente a la psicosis? ¿Se puede detectar e identificar a personas con mayor predisposición de desarrollar trastornos psicóticos? ¿Se podría prevenir la eventual transición a un cuadro psicótico? Estas son preguntas que no tienen fácil respuesta; no obstante, la mera posibilidad de prevenir un caso de psicosis es, simplemente, fascinante. Probablemente sea una de las grandes quimeras de la Psicología.

Obviamente, la idea de prevención en el campo de la psicosis no es nueva. Ya en 1919 Emil Kraepelin comentaba que muchos de sus pacientes diagnosticados de esquizofrenia, entre el 50-70%, presentaban peculiaridades desde su infancia como, por ejemplo, un carácter tímido, retraído y solitario. En sus escritos ya apuntaba hacia la posibilidad de detectar comportamientos (aspectos premórbidos, pródromos, etc.), antes del desarrollo del trastorno, que se podrían ver como “la puerta de entrada” a la esquizofrenia.

Autor: Raphael Brasileiro Fuente: 
pexels Fecha descarga: 26/05/2021

Paul Meehl, en 1962, definió la esquizotipia como la vulnerabilidad latente a la esquizofrenia y trastornos relacionados. La esquizotipia estaría en un plano no observable (latente) y en función de factores bio-psico-sociales podría evolucionar hacia diferentes indicadores endofenotípicos y/o fenotípicos (observables), no necesariamente isomórficos (p.ej., rasgos esquizotípicos, síntomas psicóticos, trastornos de la personalidad). Dicha vulnerabilidad se podría aprehender, evaluar y medir mediante diferentes instrumentos y procedimientos (p.ej., escalas, entrevistas, neuroimagen, neurocognición, psicofisiología). Resulta preciso aclarar que el concepto de esquizotipia no es sinónimo de personalidad esquizotípica.

Los modelos etiológicos en el campo de la psicosis recogen de forma más o menos explícita esta visión de vulnerabilidad-estrés que dibujó Meehl hace más de 50 años. Actualmente, se hipotetiza que dicha diátesis se expresa fenotípicamente a través de un continuo de gravedad, que oscila desde la expresión no clínica (rasgos esquizotípicos, experiencias psicóticas atenuadas y/o transitorias), pasando por el nivel subclínico (síntomas psicóticos atenuados) hasta llegar al nivel clínico necesidad de tratamiento (trastornos del espectro psicótico) (Fonseca-Pedrero, 2018, 2019).

La evidencia empírica acumulada de la que disponemos parece apoyar que tanto las experiencias cuasipsicóticas como los síntomas psicóticos subclínicos están asociados con un mayor riesgo de desarrollar en el futuro un trastorno psicótico. Por ejemplo, estudios de revisión indican que referir síntomas psicóticos atenuados y/o breves e intermitentes (también conocido como “estado de mental de alto riesgo”) es el factor de riesgo para la psicosis que muestra mayor nivel de evidencia. Igualmente, otras expresiones del fenotipo psicótico, como la anhedonia rasgo, parecen mostrar una clara evidencia de asociación con la psicosis (Radua et al., 2018). Las diferentes expresiones conductuales de la esquizotipia, por lo tanto, podrían considerarse como el principal marcador de riesgo para la psicosis.

Además, existen múltiples evidencias que parecen apoyar este acercamiento. Por ejemplo, las expresiones no clínicas de la psicosis se han asociado con los mismos factores de riesgo sociodemográficos, psicológicos y ambientales encontrados en personas con diagnóstico de psicosis (p.ej., experiencias de trauma, consumo de cannabis, urbanicidad).  Esto es, los mismos factores etiológicos parecen afectar a los extremos leves y graves del fenotipo psicótico. Igualmente, el estudio de prevalencia de las experiencias psicóticas ha ayudado a comprender que tales fenómenos se distribuyen normalmente en la población general sin estar necesariamente asociados a malestar, tratamiento y/o discapacidad, extendiéndose más allá de las fronteras clínicas. Estos resultados tienen claras implicaciones no solo como apoyo a los modelos dimensionales, sino también como estrategia de tratamiento, pues permiten normalizar y desestigmatizar este tipo de fenómenos, considerándolos parte de la diversidad humana (Fonseca-Pedrero, 2021).

No obstante, es igualmente cierto que no se dispone de marcadores etiológicos específicos que permitan predecir la transición de forma unívoca hacia una psicosis franca. De la misma forma, el grado de predicción y especificidad de estas expresiones no clínicas de la psicosis es bajo. Asimismo, dicha condición de riesgo a la psicosis se debe comprender desde una perspectiva probabilística, no determinista. Dado que no existe una causa necesaria y suficiente que explique la psicosis, es necesario contemplar en la ecuación diferentes variables como, por ejemplo, historia familiar de esquizofrenia, urbanicidad, consumo de cannabis, experiencias de trauma o desregulación afectiva. También, se debe examinar el impacto clínico, analizando la frecuencia, la persistencia temporal y el grado de preocupación, intensidad y malestar asociado, así como si estas experiencias se asocian con otros signos o síntomas psicopatológicos (p.ej., ansiedad, depresión). Se debe recordar que las experiencias psicóticas surgen como respuesta a un contexto biográfico y social determinado que es vivenciado por una persona concreta en función de sus circunstancias (Fonseca-Pedrero, 2019). Las experiencias psicóticas responden más que a causas a razones.

En suma, la esquizotípica parece ser un constructo útil para analizar y comprender el espectro psicótico. Permite mejorar el entendimiento de los mecanismos etiológicos subyacentes a la psicosis y trastornos relacionados e indagar sobre potenciales factores de riesgo y de protección. En esencia, puede ayudar a establecer y optimizar estrategias de prevención, básicamente de detección precoz e intervención temprana. Asimismo, ayuda a mejorar la visión negativa, estigmatizante y deteriorante asociada a este cuadro clínico en etapas históricas precedentes, oscilando de un modelo curativo basado en la reducción de síntomas y paternalista a otro preventivo basado en las fortalezas y la colaboración (Pérez-Álvarez, 2018).

No cabe duda que la posibilidad de prevenir los trastornos del espectro psicótico (o cualquier otro trastorno mental) en sus estadios premórbidos o iniciales tendría importantes beneficios a nivel personal, familiar, sanitario y/o social. Es por ello que las estrategias de prevención de este tipo de trastornos han pasado a constituir en la actualidad una de las principales prioridades en materia de salud mental. No obstante, muchas cuestiones quedan aún por resolver. Nuevas técnicas y procedimientos, como la evaluación ambulatoria y bioconductual podrían arrojar pistas en este campo de actuación. Son muchos los retos y desafíos por afrontar en esta área tan apasionante. Estén atentos, el agua solo pasa una vez por delante del molino.

El artículo completo puede encontrarse en Psicothema:

Fonseca Pedrero, E., Debbané, M., Rodríguez Testal, J. F., Cohen, A. S., Docherty, A. R., & Ortuño Sierra, J. (2021). Schizotypy: The way aheadPsicothema, 33 (1), 16-27


Referencias:

Fonseca-Pedrero, E. (coord.) (2018). Evaluación de los trastornos del espectro psicótico. Pirámide.

Fonseca-Pedrero, E. (coord.) (2019). Tratamientos psicológicos para la psicosis. Pirámide.

Meehl, P. E. (1962). Schizotaxia, schizotypy, schizophrenia. American Psychologist, 17(12), 827–838.

Pérez-Álvarez, M. (2018). Para pensar la psicología más allá de la mente y el cerebro: un enfoque transteórico. Papeles del Psicólogo, 39, 161–173.

Radua, J., Ramella-Cravaro, V., Ioannidis, J., Reichenberg, A., Phiphopthatsanee, N., Amir, T., Yenn Thoo, H., Oliver, D., Davies, C., Morgan, C., McGuire, P., Murray, R. M., y Fusar-Poli, P. (2018). What causes psychosis? An umbrella review of risk and protective factors. World psychiatry17(1), 49–66.

Eduardo Fonseca-Pedrero. Profesor titular de Psicología. Universidad de La Rioja. Vicerrector de Investigación e Internacionalización de la Universidad de La Rioja.

Martin Debbané. Profesor Titular de Psicología. Universidad de Ginebra, Suiza.

Juan Francisco Rodríguez-Testal. Profesor Titular de Psicología. Universidad de Sevilla.

Alex S. Cohen. Associate professor, Louisiana State University.

Anna R. Docherty. Associate professor, University of Utah.

Javier Ortuño-Sierra. Profesor Titular de Psicología. Universidad de La Rioja.


martes, 5 de noviembre de 2019

Se publica el Libro Blanco de la Intervención Temprana en Psicosis en España

El Movimiento REthinking -un proyecto multidisciplinar cuya finalidad es mejorar el abordaje de la esquizofrenia y de los trastornos psicóticos - junto con la Alianza Otsuka-Lundbeck, ha publicado el Libro Blanco de la Intervención Temprana en Psicosis en España.

Se trata de un riguroso documento que pretende sentar las bases de los programas de intervención temprana en psicosis, así como analizar la implantación de estos programas en todo el territorio español. En la elaboración del documento han participado un total de 47 profesionales expertos en el ámbito, pertenecientes a diferentes sociedades científicas y profesionales de nuestro país, así como asociaciones de pacientes.
La intervención temprana supone un paradigma emergente en la atención y abordaje de las personas con psicosis y esquizofrenia, cuyo objetivo prioritario es reducir el tiempo de espera sin tratamiento para estas personas, es decir, centrar los esfuerzos en la detección e intervención tras la aparición de los primeros síntomas, puesto que se sabe que cuanto más tiempo dura este intervalo, peor es el pronóstico de la enfermedad, y en la intervención multidisciplinar en los primeros cinco años tras el primer episodio. En este campo, las intervenciones psicológicas han contribuido enormemente al éxito en los resultados, de forma que en las últimas décadas han alcanzado un fuerte impulso a nivel internacional.

La aplicación de estos programas multidisciplinares de intervención temprana cuenta actualmente con un importante respaldo científico. Los estudios han evidenciado que la intervención temprana en psicosis supone importantes beneficios frente a la atención tradicional, tales como la reducción del número de hospitalizaciones y suicidios, la mejora de la calidad de vida y del funcionamiento posterior del paciente -incluyendo el aumento de la empleabilidad en este grupo-, así como la reducción de los costes sanitarios asociados a la atención de estas personas.

Tal y como se establece en el documento, España cuenta con 22 programas de intervención temprana en psicosis. Aunque el dato es esperanzador, todavía es insuficiente para dar cobertura a las personas que se encuentran en esta situación (y que según los datos aportados en el informe alcanza la cifra de 1.400.000 en España), de forma que se estima que tan sólo el 32% de los españoles puede acceder a un programa de este tipo actualmente. Asimismo, se observa una distribución muy desigual de estos programas entre las diferentes comunidades autónomas, siendo Cataluña, Navarra y Cantabria las únicas comunidades preparadas para dar una respuesta acorde a la demanda asistencial presente en sus territorios.

En el análisis de la situación, otra de las carencias observadas tiene que ver con la dotación de recursos apropiados para poder llevar a cabo dichos programas de intervención temprana. A este respecto, los expertos denuncian que la mayor parte de estos programas no cuentan con instalaciones propias, que sería lo recomendable, estando localizados en su mayor parte en centros hospitalarios (55%) y centros de salud mental (32%). Asimismo, si bien el ideal sería contar con equipos formados por profesionales de múltiples disciplinas (psiquiatría, psicología, enfermería, trabajo social, etc.), el perfil profesional mayoritario suele ser el de psiquiatra, seguido del personal de psicología clínica y enfermería, por lo que se deberían invertir mayores esfuerzos para equiparar la presencia de las diferentes figuras profesionales en estos equipos.

Finalmente, el Libro Blanco recoge también las opiniones y preferencias de los pacientes sobre su tratamiento. Entre las solicitudes consideradas más importantes para este colectivo, destaca la posibilidad de tomar parte en las decisiones sobre su tratamiento (91,7%), recibir atención para mejorar su bienestar psicológico (83,3%) y los programas de tratamiento psicológico tras la aparición de los primeros síntomas (75%).

En conclusión, se trata de un documento de referencia en el ámbito de la intervención temprana en psicosis en nuestro país, cuya difusión se espera que permita impulsar el desarrollo de medidas en esta dirección, así como aumentar la concienciación social sobre la efectividad de estos servicios.

Las personas interesadas pueden acceder al recurso a través del siguiente enlace:

lunes, 29 de octubre de 2018

¿Las experiencias traumáticas predicen el desarrollo de síntomas psicóticos?

Un estudio reciente realizado por un grupo de colaboradores de la Encuesta Mundial de Salud Mental de la OMS y dirigido por John McGrath (2017) ha investigado la asociación entre los eventos traumáticos y el desarrollo posterior de experiencias psicóticas.

El estudio, realizado a gran escala, ha contado con una muestra de 24.464 participantes de la población general, procedentes de 16 países. A todos los participantes se les aplicó una entrevista semiestructurada (la entrevista CIDI) por parte de investigadores entrenados, con el objetivo de evaluar la presencia de problemas de salud mental (y específicamente de síntomas psicóticos) y la incidencia de experiencias traumáticas a lo largo de la vida (en concreto: violencia colectiva, daño corporal, violencia interpersonal, violencia sexual, accidentes o lesiones y otros traumas). Con el objetivo de disminuir el sesgo en las respuestas de los participantes, aquellos individuos con trastornos psicóticos diagnosticados en el momento de la evaluación fueron eliminados del estudio.
Algunos de los resultados de la investigación, publicada en la revista British Journal of Psychiatry, son los siguientes:
  • El 71,8% de los encuestados informaron de haber sufrido al menos un evento traumático en su vida.
  • Entre los participantes con experiencias psicóticas, el 90,5% refirió al menos haber experimentado un suceso traumático (frente al 70,5% de los participantes sin síntomas psicóticos).
  • En el grupo de participantes con experiencias psicóticas, el 75,8% de los eventos traumáticos ocurrieron antes del inicio de los síntomas psicóticos, el 19,2% ocurrió después y el 5% ocurrió en el mismo año.
  • Se observó una relación dosis-respuesta, de tal manera que a mayor número de experiencias traumáticas sufridas, mayor probabilidad de experimentar síntomas psicóticos posteriores. Así, los participantes que informaron de un evento traumático tenían 2,3 veces más probabilidad de informar de experiencias psicóticas, y los participantes con 5 o más episodios traumáticos tenían 7,6 veces más.
Los investigadores controlaron el efecto de la asociación entre los eventos traumáticos y la presencia de trastornos mentales preexistentes, por lo que el estudio proporciona cierta evidencia a favor de que los eventos traumáticos predicen experiencias psicóticas posteriores independientemente del estado de salud mental de la persona. No obstante, algunos tipos de acontecimientos traumáticos (por ejemplo, el hecho de haber prestado ayuda en zonas de conflicto o guerra) no muestran esta asociación, lo que, según los autores, sugiere la posibilidad de que estas personas que realizan labores humanitarias, por sus características, sean especialmente resistentes al desarrollo de este tipo de sintomatología.

En líneas generales, los resultados del estudio contradicen las narrativas estigmatizantes hacia las personas con trastorno mental relacionadas con su “responsabilidad” o “debilidad” para desarrollar sintomatología traumática, en la medida que cualquier persona expuesta a este tipo de acontecimientos es más susceptible a experimentar estos síntomas.  Los resultados son, asimismo, acordes con la línea de investigación del equipo de Bentall, de la que ya se habló en Infocop (ver más información aquí).

Fuente:


FUENTE: INFOCOP

martes, 24 de abril de 2018

Factores personales y macrosistémicos como predictores de la calidad de vida en esquizofrenia crónica

El estudio e interés por la calidad de vida (CV) constituye un área de investigación que ha experimentado una notable expansión en las últimas décadas hasta consolidarse como un aspecto esencial en la búsqueda del estado de bienestar. El interés por su estudio también ha alcanzado al ámbito de la esquizofrenia, uno de los trastornos mentales que más gravemente afecta al funcionamiento global de la persona y que ha sido frecuentemente asociado a una notable pérdida del nivel de CV. Numerosas investigaciones han intentado determinar la influencia que ejercen distintos aspectos psicológicos y sociales sobre la CV en este colectivo.

Así, las variables clínicas han sido ampliamente estudiadas, señalando relaciones negativas entre la presencia de síntomas psicóticos positivos y negativos y la CV. El funcionamiento social también ha sido identificado como un factor relevante, mostrando que las personas con mejor funcionamiento y apoyo social presentan mayor CV. No obstante, estos resultados no resultan concluyentes debido a la heterogeneidad de las muestras estudiadas, de los diseños utilizados, de las variables seleccionadas y de la forma en que se ha definido y evaluado el concepto de CV.

Ante esta situación, el objetivo del presente trabajo se ha centrado en el estudio de los factores predictores de CV en personas con esquizofrenia desde una perspectiva amplia. Para ello, se evaluó la influencia en la CV auto y heteropercibida de aspectos frecuentemente asociados con la evolución de la esquizofrenia como son la psicopatología, el funcionamiento global y social y otro tipo de características macrosistémicas, en concreto, el entorno en el que vive la persona (rural/urbano).

En el estudio participaron 68 sujetos, todos ellos usuarios de los Servicios de Salud Mental del Principado de Asturias (España), con un rango de edad comprendido entre los 18 y los 65 años (M= 46.6; SD= 11.6) y diagnóstico de esquizofrenia establecido según criterios CIE-10 (F20), con un mínimo de 2 años de evolución del trastorno y clínicamente estables en el momento de la evaluación. La edad media de inicio del trastorno estaba en los 26.10 años (SD= 9.71).

Se utilizaron dos instrumentos de medida para la evaluación de la CV. Por un lado, la versión española del World Health Organization Quality of Life Assessment - Brief Version (WHOQOL-BREF, 1996) y, por otro, la Quality of Life Scale (QLS; Heinrichs, Hanlon y Carpenter, 1984).

La psicopatología fue evaluada mediante la Positive and Negative Syndrome Scale for Schizophrenia (PANSS; adaptación española de Peralta y Cuesta, 1994). Para el nivel de actividad psicosocial fue utilizada la Global Assessment of Functioning (GAF; American Psychiatric Association, 2002) y para los aspectos fundamentales del funcionamiento social para vivir en la comunidad la Social Functioning Scale (SFS; Birchwood et al., 1990).

Los principales resultados derivados del estudio indican que:
  • Los aspectos sociales o contextuales están estrechamente relacionados con la CV en personas con esquizofrenia, mostrando una influencia mayor que otros factores individuales (e.g., la psicopatología).
  • En la CV evaluada externamente, factores como el entorno de residencia (rural/urbano), el diagnóstico, la edad de inicio del trastorno, el funcionamiento global y el funcionamiento social explican el 68% de la varianza, mientras que en la CV subjetiva emergen como variables predictoras el tipo de convivencia y el funcionamiento social, explicando un 47,30% de la varianza.
  • En relación con la influencia del entorno, los resultados sugieren que vivir en un entorno urbano supone un importante predictor de la CV heteroevaluada, no ejerciendo ningún efecto sobre la subjetiva. Todo parece indicar que, a pesar de que el medio rural cuenta con aspectos positivos asociados al mismo, estos no son suficientes para paliar las deficiencias existentes (por ej., carencia de recursos públicos y privados, aislamiento o dificultad de transporte).
  • Los participantes que viven de forma independiente a su familia de origen muestran una menor CV subjetiva en cuanto a su salud física pero, cuando son valorados por profesionales, son descritos con mayor CV tanto a nivel general como a nivel de dominio instrumental.
  • Por lo que respecta a la psicopatología, esta es una variable que sólo ejerce influencia sobre la CV evaluada externamente. Además, aunque inicialmente la sintomatología negativa y la psicopatología general mostraron una influencia significativa sobre la CV heteroevaluada, esta se va diluyendo cuando se tienen en cuenta otras variables intervinientes.
  • Los aspectos más ligados a las relaciones interpersonales y sociales son los que aparecen como más potentes en este estudio. Así, el funcionamiento social aparece como un factor predictor de la CV tanto en su forma subjetiva como heteroevaluada. Aquellos pacientes que están más integrados socialmente y participan en actividades sociales tienen más amistades, mejores competencias comunicativas y cuentan con las habilidades necesarias para vivir de forma más independiente.
Los resultados obtenidos permiten concluir que la CV resulta un constructo complejo, compuesto por distintos factoresque deben ser valorados tanto desde la óptica de la propia persona como desde una perspectiva externa. Si bien este constructo recoge aspectos de índole individual, cuya importancia en la CV ha sido cumplidamente descrita y que tienen relación con las características propias de la esquizofrenia (e.g. la psicopatología), en este estudio emergen otros aspectos (e.g., relaciones interpersonales y funcionamiento social) que deben ser considerados como determinantes esenciales de la CV. Asimismo, las variables de tipo macrosocial, que hasta el momento no han suscitado mucho interés investigador, podrían resultar de gran importancia para la comprensión del constructo de CV. El futuro de la investigación debería, pues, abogar por diseños que contemplen variables a distintos niveles ecológicos que concreten cómo las relaciones entre el individuo y su entorno cercano modulan la CV.

Tanto el artículo completo como las referencias bibliográficas pueden encontrarse en la Revista Psicothema:

Fontanil, Y., Alcedo, M. A. y Gutiérrez, M. I. (2017). Quality of life predictors in chronic schizophrenia: the role of sociodemographic factors, symptomatology, social functioning and cognitive performance. Psicothema29 (2), 160-165.

Yolanda Fontanil: Profesora titular del Departamento de Psicología (Universidad de Oviedo). Especialista en Psicología Clínica y supervisora docente de terapia familiar (FETF). Actividad investigadora dirigida al ámbito de la Discapacidad, Psicología Clínica y de la Salud, Calidad de Vida en poblaciones en riesgo de exclusión social y Violencia de Género.
Mª Ángeles Alcedo: Profesora titular del Departamento de Psicología (Universidad de Oviedo). Especialista en Psicología Clínica.  Directora del Grupo de Investigación sobre Discapacidad (GID) de la Universidad de Oviedo. Actividad investigadora centrada en el ámbito de la Psicología de la Discapacidad.
Mª Isabel Gutiérrez López: Doctora en Psicología. Especialista en Psicología Clínica en El Centro de Salud Mental de Cangas del Narcea (Servicio de Salud del Principado de Asturias). Postgrado Universitario en Neuropsicología y en Terapia familiar. Responsable del Programa de Salud Mental Infanto-Juvenil en Cangas del Narcea (Asturias).

FUENTE: INFOCOP