miércoles, 2 de octubre de 2013

Una enfermedad que se extiende: Normopatía


Normopatía: enfermedad de proporciones pandémicas


Estamos ante una terrible enfermedad de proporciones pandémicas. La percepción es unánime. Especialistas de Reo Virtual, tras reunirse para celebrar las primeras Jornadas sobre Trastornos de la Existencia y Pensamiento Único, afirman de manera rotunda que: "La normalidad se ha convertido en una seria amenaza para la salud e, incluso, la vida de las personas y coinciden en la necesidad de tomar medidas urgentes".

La Civilización normalizadora

La normopatía es una enfermedad de la mente que en la actualidad afecta a millones de personas. Este grave trastorno inducido por el conductismo de masas que se difunde a través de los medios de comunicación, la propaganda comercial política, la cultura, etc., se ha expandido hasta convertirse en una nueva forma de totalitarismo moderno.

El doctor Ernesto Samsa destaca que “la presión es excesiva. Los mensajes, los sondeos y las estadísticas que marcan el criterio de normalidad son omnipresentes en nuestra sociedad, forzando a desviados e indecisos a alinearse con la mayoría. Existen además importantes factores de riesgo como la escolarización obligatoria, el código penal, la policía, las instituciones para excluir a los incorregibles (residencias, psiquiátricos, prisiones,…) y muchas otras formas de coacción.”

No es de extrañar pues que el fenómeno de la normalidad se haya universalizado en las últimas décadas. Actualmente no conoce barreras sociales ni orgánicas y afecta por igual a mujeres, hombres, pobres, ricos, niños, adultos, blancos, negros, celíacos, pelirrojos, sindicalistas…“Una vez moldeados por la enfermedad parecen todos cortados con el mismo patrón”, afirma el doctor Samsa.

Perfil del normópata

La doctora Virginia Strangelove lleva varios años dedicando todos sus esfuerzos a la investigación. “Enseguida los reconozco. Tal como entran por la puerta de la consulta me digo a mí misma: mira, un tipo de lo más normal. Un aburrido ciudadano sin iniciativa, un cívico y hueco autómata que paga religiosamente su hipoteca y obedece al imbécil de su jefe en el trabajo”.

Para la doctora Strangelove estos son algunos de los rasgos comunes que mejor ilustran la personalidad del normópata.“Son aquellos que hoy en día desean triunfar social y profesionalmente y que, para alcanzar sus objetivos, han de mostrar necesariamente ciertos niveles de domesticación y limitarse a hacer “lo que se espera de ellos”. Son individuos que han perdido todo sentido crítico de la realidad. Nada más peligroso, pues con el tiempo esta autocensura tiende a evolucionar de manera expansiva y maligna hasta necrosar el encéfalo de los aspirantes que, finalmente, acaban asumiendo esta conducta ‘que se espera de ellos’ como la normal, la correcta y la única posible. Son individuos que han perdido todo sentido crítico de la realidad. La mayoría han estado sometidos largos periodos de tiempo a manipulación audiovisual por parte de los mass media, donde les bombardean sin tregua los sentidos con publicidad, columnismo e ideología subliminal. “Los pacientes nos llegan aturdidos. En el examen inicial que les realizamos al ingresar tan sólo encontramos actividad neurológica en la espina dorsal”.

Ortopedia conductual

Según la doctora Strangelove, la primera infancia es una etapa clave en el desarrollo de la normopatía.“Los bebés nacen originales. Cada uno es diferente. Sin embargo, los empiezan a moldear desde edades muy tempranas. Podríamos decir que el contagio de normopatía se da en los primeros meses de vida por contacto directo con la familia. “Quítate el dedo de la nariz, duérmete ya, eso no se dice, aquello caca no se toca…- y así todo el santoral.” Posteriormente, los mecanismos se van perfeccionando y la sintomatología se agrava con la exposición continuada a las películas Disney, la escuela, la universidad, los medios de comunicación y la cultura en general.

La normopatía se considera totalmente estructurada con la entrada en el mercado laboral, donde se desarrolla con toda su virulencia y los últimos rasgos diferenciales del afectado acaban de extinguirse por completo.

Resultado: un adulto normal

Tenemos como resultado de este proceso a un individuo‘normal’. Un adulto-consumidor domesticado. Un vegetal sin profundidad que simplemente se dedica a ver lo que le rodea sin intentar comprender nada. Un mero espectador pasivo de ‘lo que pasa’, y que forma parte de un gran rebaño tele dirigido.

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