martes, 8 de julio de 2014

“Cada día hay más evidencia de que el cambio cognitivo precede al cambio terapéutico en el tratamiento de los trastornos de ansiedad”

Michael W. Eysenck representa una de las líneas académicas y de investigación más fructíferas en Psicología, que ha puesto en contacto a diferentes disciplinas psicológicas como la Psicología Básica, la Neuropsicología y la Psicología Clínica. Todo ello, como a él le gusta destacar, desde una perspectiva cognitiva de la ciencia psicológica. Hijo de uno de los psicólogos más influyentes del siglo XX, Hans Eysenck, pudo desarrollar su propio curriculum, un tanto alejado de las posturas biologistas de su padre, y construir todo un paradigma de investigación bajo el acercamiento cognitivo, que ha dado lugar a varios modelos teóricos, los cuales, como él mismo señala en esta entrevista, siguen siendo referencia en el campo de los procesos atencionales, la ansiedad y el rendimiento.

Michael W. Eysenck fue Catedrático de Psicología en la Royal Holloway de la Universidad de Londres entre 1987 y 2009 (Jefe de Departamento, 1987-2005). Actualmente es profesor emérito y miembro colaborador en la Universidad de Roehampton. Ha publicado alrededor de 170 artículos y capítulos de libro, en su mayoría dentro de esta área. Además, ha escrito 46 libros, algunos de los cuales son monográficos de investigación sobre la ansiedad y la cognición. Fue presidente de la Sociedad para el Estudio del Estrés y la Ansiedad, y el editor fundador de la European Journal for Cognitive Psychology.

M. W. Eysenck
Tendremos la oportunidad de ver a M. W. Eysenck durante los días 14, 15 y 16 de noviembre, con motivo del VII Congreso Internacional y XII Nacional de Psicología Clínica que tendrá lugar en Sevilla, y en el cual participará como ponente.

Aprovechando la visita de esta personalidad, Wenceslao Peñate, catedrático de la Universidad de la Laguna, le ha realizado la entrevista que reproducimos a continuación. 

ENTREVISTA

En primer lugar, profesor Eysenck, deseo darle las gracias por aceptar la invitación para realizar esta entrevista, conociendo lo complicada que es su agenda.

Inicialmente, nos gustaría conocer sus actuales intereses académicos y científicos. Su currículum se ha dirigido especialmente al estudio de la ansiedad (estado-rasgo), y los mecanismos que subyacen a esta característica psicológica. ¿Por qué ese interés en la ansiedad? ¿Cómo surgió? ¿Y, por qué su interés en los procesos subyacentes (en lugar de otras perspectivas teóricas)?

Yo siempre he sido un psicólogo cognitivo. En vista de la importancia de las diferencias individuales en el funcionamiento cognitivo, me pareció sorprendente que hasta hace relativamente poco había tan poco interés en las diferencias individuales entre los psicólogos cognitivos. La ansiedad es un elemento de diferencias individuales muy importante y es una característica que se presta a un análisis cognitivo directo. En esencia, simplemente me pareció fascinante tratar de identificar los procesos y estructuras cognitivas que nos ayudan a comprender las diferencias en el rendimiento cognitivo entre las personas con niveles altos y bajos en ansiedad-rasgo.

Nos gustaría destacar su contribución con una teoría inicial: la teoría de la eficiencia de procesamiento (processing efficiency theory). ¿Cuál es el estado actual de esta teoría, y por qué ha sido necesario modificarla dentro de una nueva teoría, la teoría del control atencional (attentional control theory)? 

Si uno se basa en la evidencia de las citas recibidas, entonces la teoría de la eficiencia del procesamiento (propuesta por Manuel Calvo y yo en 1992), es todavía una teoría muy influyente.

Llamativamente, el número de citas del artículo teórico sobre la teoría de la eficiencia de procesamiento fue inicialmente bastante bajo, pero se incrementaron considerablemente, ¡han pasado más de 10 años desde que fuera publicado! Todavía recibe muchas citas cada año. Sin embargo, a pesar de este éxito, la teoría de la eficiencia de procesamiento poseía algunas limitaciones en varios aspectos.

Su limitación principal es que fue presentada en un momento en que teníamos una comprensión teórica poco sofisticada de los procesos atencionales. La razón más importante para el desarrollo de la teoría del control atencional es que los avances teóricos en la comprensión de los procesos de atencionales han permitido proporcionar una descripción más detallada de las formas en que la ansiedad afecta a la atención. Además, los avances en la neurociencia cognitiva también facilitaron los avances que se encuentran en la teoría del control atencional, en comparación con la teoría de la eficiencia de procesamiento.

De acuerdo con los hallazgos de sus investigaciones, queda relativamente claro que las personas con ansiedad se caracterizan por un procesamiento de la información deficiente, especialmente vinculado a los procesos atencionales (deterioro de las funciones inhibitorias, en las funciones de cambios entre estímulos y sus características, consecuentes deficiencias en la memoria de trabajo…). ¿En qué medida estos hallazgos representan un avance significativo para comprender el fenómeno de la ansiedad?

Mi estrategia usual ha sido la de considerar los efectos de la ansiedad sobre los procesos cognitivos como un desarrollo de las teorías atencionales y de memoria de trabajo, dentro de la psicología cognitiva. Ahora sabemos que hay varios procesos ejecutivos (e.g., función de inhibición, función de cambios), y, consecuentemente, yo he ido desarrollando progresivamente y ampliando mi comprensión de la ansiedad, para incorporarlos a estos desarrollos teóricos.

Un aspecto central de la teoría del control atencional contradice la propuesta inicial hecha por Irvin Sarason, según la cual los individuos ansiosos se caracterizan por la presencia de sentimientos y pensamientos de preocupación, y que éstos interfieren con el rendimiento de esas personas (jugando un papel de “pensamientos irrelevantes con la tarea” a ejecutar). Hasta la publicación de sus trabajos, creíamos que las personas con ansiedad obtenían peores resultados porque su capacidad atencional estaba disminuida, debido a que tenían que atender a estados internos, como los sentimientos de preocupación. ¿Cuál es el estatus actual de las relaciones “tradicionales” entre ansiedad y rendimiento?

Lo primero que me gustaría decir es que estoy muy de acuerdo con lo que Irvin Sarason y otros colegas han señalado sobre las distintas maneras en las que la ansiedad genera efectos negativos, ¡ya sea por medio de la preocupación u otros “pensamientos irrelevantes con la tarea”!

Mis puntos de vistas difieren de Sarason en dos sentidos: en primer lugar, creo que la preocupación a menudo lleva a los individuos ansiosos a hacer un mayor esfuerzo y, de esta manera, hacen que el efecto de la preocupación no sea del todo negativo. En segundo lugar, debemos relacionar la preocupación con las teorías cognitivas, mucho más de lo que lo hizo Sarason. Podemos pensar en la preocupación como una entidad que hace uso de procesos que están dentro del modelo de memoria de trabajo, tales como las funciones ejecutivas y el bucle fonológico. Esto ofrece la posibilidad de tener una comprensión más específica de lo que la preocupación supone para el sistema cognitivo.

¿Cuál puede ser el significado psicológico de que las personas con ansiedad se caractericen por un deficiente procesamiento de la información, en lugar de por un rendimiento pobre (comparado con personas no ansiosas)?

Tradicionalmente se creía que, implícita o explícitamente, existía, esencialmente, una relación directa entre rendimiento cognitivo y procesos internos. Por ejemplo, si las personas con ansiedad alta y las personas con ansiedad baja rendían de manera comparable en una tarea cognitiva, se asumía que no existían diferencias significativas en los procesos internos de ambos grupos. Por el contrario, yo creo firmemente que las personas altas en ansiedad y las personas con baja ansiedad pueden rendir a niveles comparables, pero a través de procesos subyacentes muy diferentes.

Como dices, los individuos con ansiedad elevada poseen un “procesamiento de la información deficiente”, pero los hechos son mucho más complejos que eso. Yo considero que las personas tratan de compensar ese procesamiento deficiente utilizando varios procesos de compensación. A riesgo de hacer una simplificación grave, el argumento es que los individuos con ansiedad elevada están muy motivados para evitar que su deficiente procesamiento deteriore su rendimiento. Esto explica el hallazgo frecuente de que los individuos con ansiedad alta informan de un mayor esfuerzo en la ejecución de tareas en comparación con los de baja ansiedad.

Los hallazgos de Sonia Bishop acerca de la ansiedad, los procesos atencionales y el rendimiento reflejan una aparente contradicción con los que aporta su teoría. Sus datos señalan que las personas con ansiedad se caracterizan por un fracaso en los mecanismos de control atencional. ¿Cuál es su opinión sobre estos datos?

Personalmente, no estoy impresionado por la teoría y la investigación de Bishop por numerosas razones. Aquí sólo mencionaré dos, brevemente:

La primera, Bishop ha remarcado que la persona que puntúa alto en ansiedad-rasgo tiene una menor activación en el córtex prefrontal dorsolateral (asociado con el control atencional), en comparación con las personas que puntúan bajo. Sin embargo, ¡la mayoría de las investigaciones indican, precisamente, lo contrario! Bishop encontró una correlación fuerte y significativa entre ansiedad-rasgo y la activación del córtex prefrontal dorsolateral en una de sus condiciones experimentales, pero, misteriosamente, no pudo admitir que este dato no era consistente con su teoría, ¡pero que sí que era completamente consistente con la teoría del control atencional!

La segunda razón es que, en un artículo en prensa de Bishop y sus colegas, identifican varias razones de por qué un rasgo de ansiedad elevado deteriora el rendimiento: niveles elevados de preocupación, control atencional deteriorado, pensamiento errático y activación reducida de la corteza prefrontal dorsolateral y del córtex cingulado anterior. De acuerdo con esta teoría, parecería cierto que la alta ansiedad siempre perjudicaría el rendimiento cognitivo, sin embargo, eso no es lo que realmente ocurre.

Cambiando de tema hacia las implicaciones clínicas, su conferencia para el 7º Congreso Internacional y 12º Nacional de Psicología Clínica a celebrar el próximo mes de noviembre en Sevilla, versará sobre la implicación de estos y otros procesos en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Obviamente, sin revelar detalles importantes de la conferencia, ¿nos puede dar algunos ejemplos de esas implicaciones?

Como tú señalas, ¡no sería apropiado comentar mucho sobre los contenidos de mi conferencia en Sevilla! Sin embargo, lo que sí puedo revelar es que estoy convencido de que los mecanismos cognitivos son incluso más importantes en la comprensión de las mejoras terapéuticas de lo que generalmente se creía. Por ejemplo, tradicionalmente se ha creído que los mecanismos que subyacen a la eficacia de las técnicas de exposición no incluyen a ninguno de naturaleza cognitiva. De hecho, cada día hay más evidencia de que el cambio cognitivo precede (y parece que de manera causal) al cambio terapéutico en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.

Como es bien conocido, el acercamiento cognitivo de la ansiedad ha permitido el desarrollo de muchos modelos, algunos de ellos muy fructíferos. Por ejemplo, Michel Dugas y su grupo han desarrollado un modelo de procesos (intolerancia a la incertidumbre, evitación cognitiva, preocupabilidad…), especialmente relacionados con la ansiedad generalizada, pero que también se ha aplicado a otros trastornos de ansiedad, y con claras implicaciones terapéuticas. El concepto central es la intolerancia a la incertidumbre. ¿En qué medida las propuestas de este modelo pueden ser consistentes con la teoría del control atencional?

Estoy completamente convencido de que una característica importante de las personas ansiosas es la intolerancia a la incertidumbre. Esto se ve más claramente en pacientes con un trastorno obsesivo-compulsivo, pero también está presente en otros trastornos de ansiedad. En general, apoyo los planteamientos teóricos de Michel Dugas y sus colegas, pero en estos momentos no estoy seguro de cómo estas ideas podrían combinarse con las contenidas en la teoría de la eficiencia de procesamiento y en la teoría del control atencional.

Hablando de las implicaciones terapéuticas, nos gustaría conocer su opinión sobre las denominadas terapias de tercera generación y su papel en el “control” de la ansiedad. Nos gustaría conocer su opinión porque pensamos (¡y a lo mejor somos demasiado atrevidos!), que algunos de los hallazgos básicos de sus investigaciones pueden estar apoyando alguno de los postulados de esos acercamientos. Por ejemplo, la Terapia de Aceptación y Compromiso señala que existe una independencia relativa entre los pensamientos (eventos privados) y las conductas motoras (acciones) y que parte de los procesos de patologización provienen de establecer una relación directa entre ellos. ¿Considera que el hecho de que la ansiedad afecte al procesamiento de la información (evento privado), pero no (especialmente) al rendimiento (acción), es un apoyo a esa independencia?

Me siento halagado de que vd. sugiera que algunas de mis ideas pueden ser de relevancia para las terapias de tercera generación. Tiene toda la razón en que siempre he hecho hincapié en que existe una importante discrepancia entre los procesos internos y las conductas externas. Sin embargo, no desearía ir más lejos, hasta el punto de argumentar que los procesos internos y las conductas externas son independientes unos de otros.

Lo que pienso con más fuerza es que es de vital importancia dentro de la psicología clínica el centrarse más directamente en los mecanismos subyacentes responsables del cambio terapéutico. Durante demasiado tiempo ha habido una tendencia a pensar que sabemos mucho más acerca de los mecanismos subyacentes de lo que realmente conocemos.

Finalmente nos gustaría conocer su opinión sobre un tema de actualidad, como es la polémica sobre la calidad de las publicaciones científicas. En los últimos años ha comenzado a cuestionarse el Factor de Impacto como criterio de calidad de las publicaciones científicas (incluyendo a reconocidos premios Nobel), señalando que algunas publicaciones importantes manipulan el conocimiento científico. ¿Qué piensa vd. sobre ello? ¿Y cuál es su consideración acerca de la prioridad que se le da actualmente a la publicación de artículos científicos y la disminución de la producción de manuales y colecciones científicas?

Aquí hay varias cuestiones entremezcladas. En primer lugar, es obvio que el Factor de Impacto de las revistas es un medida relativamente pobre de la calidad científica de las publicaciones. Es importante hacer notar que el Factor de Impacto de una revista está basado en el número de citas de artículos publicados en esa revista en los dos últimos años, dividido por el número de artículos. Este método de cálculo puede ser correcto para ciencias como la Física o la Química, pero no es muy apropiado en Psicología. La razón es que los artículos en Psicología reciben el 50% de sus citas totales, como promedio, ¡en los cinco años después de la publicación! Como consecuencia, las citas de los dos últimos años pueden ser muy poco representativas del impacto final de un artículo.

En segundo lugar, el valor del Factor de Impacto basado en las citas de los dos últimos años de la publicación, varía apreciablemente dependiendo de las disciplinas psicológicas. Las revistas en neurociencia cognitiva publican usualmente en periodos mucho más cortos que lo hacen las revistas más tradicionales en psicología. Como consecuencia, las revistas en neurociencia cognitiva poseen normalmente un impacto mayor que otras revistas tradicionales en Psicología, debido a que la proporción de citas de artículos se da con mayor rapidez.

En tercer lugar, algunas revistas distorsionan cada vez más su Factor de Impacto con la producción de artículos disponibles generalmente varios meses (o incluso un año) antes del inicio de la regla de 2 años, a partir de la fecha oficial de publicación.

En cuarto lugar, pienso que existe una excesiva orientación hacia la publicación de artículos para informar sobre los avances teóricos y empíricos, a expensas de otros medios de comunicación. Por ejemplo, yo he editado dos influyentes monografías de investigación, ¡pero estas monografías han sido consideradas virtualmente irrelevantes por los investigadores británicos, cuando se ha tenido que evaluar formalmente la investigación en sucesivos ejercicios de evaluación!

No hay comentarios:

Publicar un comentario