martes, 9 de enero de 2018

El suicidio en jóvenes en España



Noelia Navarro-Gómez
Universidad de Almería

Durante los últimos meses, y especialmente reforzado por el éxito y el impacto social de series como “13 razones” o la preocupante expansión de juegos altamente perniciosos, como “La ballena Azul”, se están poniendo sobre la mesa cuestiones relativas a la importancia de atender y trabajar en la prevención de un fenómeno inquietante y altamente pernicioso, el suicidio, agudizándose la problemática al pormenorizar en las particularidades circundantes a la infancia, adolescencia y juventud.

La primera cuestión en torno a la temática hace referencia a si es realmente merecedor de tanta atención, o son simplemente cifras aisladas, de escasa incidencia en nuestro país. Revisando la literatura, a nivel mundial, el suicidio es la segunda causa principal de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años (Organización Mundial de la Salud, OMS, 2013). Los datos disponibles en niños, adolescentes y jóvenes resultan especialmente preocupantes: las tasas de suicidio crecieron del 1.9 al 2.6 por cada 100.000 y del 0.5 al 1.5 por cada 100.000, para las franjas de edad de 10 a 14 en niños, y de 5 a 14 años en niñas, respectivamente.

Es conveniente tener en cuenta que estas cifras sólo reflejan los suicidios consumados, por lo que la cifra estaría infrarepresentada al obviar los intentos fallidos. En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2013) se suicidan 10 personas al día, existiendo grandes diferencias entre sexos, 75.22% de hombres frente al 24.78% de mujeres.

El suicidio es la tercera causa de muerte en el grupo de edad de entre los 15 a los 29 años (un 16.36% de los jóvenes fallecidos en 2013, lo fueron por esta causa), superado sólo por los accidentes de tráfico y los tumores (con un 48.37% y un 19.29%, respectivamente) (INE, 2013). Las causas externas (accidentes, suicidio, homicidio, etc.) fueron las que produjeron la muerte de cuatro de cada 10 personas fallecidas entre 10 y 39 años, destacando de entre estas causas, el suicidio. En la franja de edad de los 25 a los 29, el suicidio se consolida como segunda causa eterna de mortalidad. Con respecto a la forma de ejecución, los jóvenes entre los 15 y 29 años que se suicidan optan por el ahorcamiento, la estrangulación o sofocación(45.85%), seguido de otras formas como lanzarse al vacío (30.56%).

De la revisión de los datos disponibles, puede concluirse que, a pesar de las limitaciones metodológicas, las tasas de suicidio (al menos las recogidas de forma “oficial”) se han mantenido relativamente estables en los últimos 50 años, no creciendo pese al incremento de la población. Sin embargo, es importante interpretar estos datos con cautela, ya que en España aún perdura un fuerte estigma social: no se habla de suicidio, escondiéndose en muchas ocasiones las causas reales, en forma de accidentes laborales o siniestros de tráfico.

Ya sea por vergüenza, ya sea por remordimiento y culpabilidad, el suicidio es un tema tabú. Los estudios apuntan a que un 5% de los casos reflejados como accidentes de tráfico, en realidad, eran debidos a conductas suicidas, además de presentar estos datos fuertes sesgos al no contemplar los intentos fallidos, agrupándolos bajo la categoría de conducta lesiva autoinfringida. Es conveniente resaltar, también como importante factor cultural, el escaso interés de las políticas sociales, a la hora de diseñar e implantar estrategias de prevención e intervención, no contando España, a diferencia de otros países con un plan nacional con directrices para el abordaje de estas situaciones.

Otra creencia errónea fuertemente arraigada en España, hace referencia a la extensión de lo que se conoce como efecto Werther, es decir, hablar de ciertos hechos, provocaría un incremento de los mismos, por efecto de imitación.

Es necesario, formar a los profesionales de la comunicación, ya que no se trata de no hablar del tema, sino que es necesario prestar especial atención a cómo tratarlo, proporcionando la información de forma respetuosa, y objetiva, evitando a toda costa el sensacionalismo y morbo con el fin de “buscar un titular”.

Hablar de causas, es hablar de una compleja e intricada red donde se entremezclan factores de diversa índole. El entramado social a la base comprende desde factores personales (presencia de psicopatología, abuso de drogas, escasas habilidades interpersonales y de resolución de problemas, intentos previos fallidos…), familiares (antecedentes en el grupo de referencia, mala calidad de las interacciones, escasa comunicación…), sociales (políticas preventivas, integración con el grupo de iguales…).

Siendo este el panorama, la siguiente pregunta lógica es "¿qué hacer?" La respuesta pasa necesariamente por la educación en prevención, siendo necesario incidir, y proporcionar la información por múltiples vías, dada la vulnerabilidad de la población al contar con menos recursos psicológicos y herramientas de afrontamiento ante determinadas situaciones. Es conveniente, salvando las diferentes historias personales que proporcionarán las variables que funcionan como antecedentes, ofrecer apoyo sin juzgar, acudir a profesionales y prestar especial atención a las señales de alerta, tales como verbalizaciones (“no valgo para nada”, “pronto esto acabará”, “me voy a quitar de en medio”…), o de tipo comportamental (no mostrar interés por actividades o situaciones que previamente le resultaban especialmente atractivas, disminución del rendimiento académico, aumento de malestares somáticos…), así como potenciar especialmente los factores de protección, más que centrarse únicamente en los factores de riesgo. Es fundamental extender la conciencia social respecto a la temática, a la par que promover las intervenciones comunitarias, el trabajo con las actitudes prejuiciosas y estigmatizantes, romper con los tabués, implicar a los medios de comunicación y prestar atención a fenómenos en auge como el ciberacoso, o el sexting, convertidos en importantes factores de riesgo, para evitar que el suicidio, como respuesta desesperada ante los problemas de la vida, deje de ser una opción.

El artículo completo puede encontrarse en la revista Clínica y Salud:

Navarro-Gómez, N. (2017). El suicidio en jóvenes en España: cifras y posibles causas. Análisis de los últimos datos disponibles. Clínica y Salud, 28, 25-31.

Referencias:


Instituto Nacional de Estadística, 2013. Instituto Nacional de Estadística (INE). Defunciones por causas (lista detallada) sexo y edad. Instituto Nacional de Estadística, Madrid (2013) Recuperado de http://www.ine.es

OMS, 2013. Organización Mundial de la Salud (OMS). Prevención del suicidio. Recursos para consejeros. Organización Mundial de la Salud, Ginebra.

FUENTE: INFOCOP


Noelia Navarro Gómez, Becaria FPU del Departamento de Psicología de la Universidad de Almería, pertenece a la Asociación Española de Suiciodología. Actualmente, desarrolla su Tesis Doctoral en la línea de investigación del estigma relativo a los trastornos mentales, aunque también ha publicado algunos trabajos relacionados con el análisis de factores de riesgo de suicidio.

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